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Texto e ilustración por Sofia Villarreal / @soffyvill
No conocía lo que significaba la gordofobia. Incluso cuando escuché el término, dudé si era una realidad. Mi mente estaba sesgada, acostumbrada a ser juzgada y clasificada mediante un sistema gordofóbico. Desde que era pequeña, comencé con dietas restrictivas para bajar de peso. Recibía constantemente comentarios sobre mi cuerpo y lo que podía o no podía usar, con un miedo que hasta la fecha me marcó.
La gordofobia es la discriminación hacia las personas gordas por el simple hecho de serlo por no entrar en los estándares normativos de peso o talla corporal. Este es un fenómeno que surgió desde los años 60, donde comenzaron los principales movimientos, pero que se ha visibilizado y compartido aún más últimamente tratando de concientizar a la sociedad sobre esta discriminación normalizada.
Uno de los problemas comienza en el conocido Índice de Masa Corporal (IMC), herramienta que es utilizada para determinar si estás dentro del rango de bajo peso, peso saludable, sobrepeso u obesidad. Funciona bastante simple: es una división entre tu peso y estatura al cuadrado, y ahí lo tienes. No fue creado por ningún médico o profesional en el tema de la salud. Lo creó Adolphe Quetelet (entre el año 1830 y 1850) estadista y matemático belga. Su intención nunca fue que esta herramienta se implementara en una evaluación médica del rubro, ya que él lo pensó como parte de uno de sus estudios titulado “el hombre promedio”, en el cual sólo hizo participe a poblaciones blancas no hispanas para promediar y validar la herramienta.
No creo que el IMC sea una herramienta en la cual se deba confiar para diagnosticar o afirmar si estas en un peso saludable; es imprecisa y no se basa en los demás aspectos importantes de tu vida que influyen en tu peso y la complexión de tu cuerpo, como tus genes, factores socioambientales, edad, entre otros. Pero no sólo es lo que yo pienso; la Asociación Médica Americana, la misma que catalogó la obesidad como una enfermedad, publicó en junio de este año un comunicado refiriéndose al Índice de Masa Corporal (IMC) como una herramienta obsoleta y sugirió tomar ciertas limitaciones al usarla.
Raquel Lobatón, nutrióloga anti-dieta, basada en la nutrición incluyente e intuitiva, afirma que:
“La obesidad no existe y el sobrepeso es gordofóbico, son una de las discriminaciones más normalizadas porque son avaladas por el sistema.”
La vida de personas gordas se ve afectada por la manera en que afirmamos que, debido a su complexión y su peso, no pueden ser saludables, que no se cuidan lo suficiente y que deben de bajar de peso para sentirse mejor. Cuando obtuve la información, profundicé y traté de aceptar esta realidad desde mi perspectiva como una persona gorda, sin avergonzarme. Sentí una especie de alivio y un terrible miedo. Por mi mente pasaron muchas cosas: puedo ser saludable sin estar delgada, puedo vivir una buena vida con un cuerpo gordo y no está mal, no es mi culpa, pero ¿qué tan dispuesta estoy a renunciar a ese cuerpo delgado que siempre he querido? o que me han hecho creer que quiero.
El trabajo interno hacia el amor propio y la aceptación es clave, pero yo considero que va más allá de eso, sobre todo si toda tu vida te han enseñado que la delgadez es requisito principal para cumplir todas tus metas. Pero no siempre basta la motivación, la fuerza de voluntad, el montón de restricciones o el ejercicio en exceso, hay un punto de quiebre donde tienes constantes subidas y bajadas. Y en estos posibles tratamientos para llegar a tu peso o cuerpo “ideal” existen tratamientos tan invasivos como el bypass gástrico, la manga gástrica, el balón intragástrico, medicamentos para que se te quite el hambre y una cantidad de procedimientos para que puedas cumplir con ello.
En un capítulo del programa / podcast “The Late Nath Show” que habla sobre la gordofobia, la nutrióloga Raquel Lobatón compartió un caso que se quedó por mucho tiempo en mi cabeza y considero que es importante mencionarlo, es sobre una de sus pacientes que bajó de peso por el balón intragástrico:
“Me dijo que lo entendía todo, pero que no estaba dispuesta a renunciar a la delgadez y que prefería vivir en ese sacrificio con tal de mantenerla. Le dije ‘Estas en todo tu derecho, lo único que a mí me gustaría decirte es que es probable que, aunque quieras mantener esa delgadez y hagas todo lo que estás haciendo, es importante entender que puedes recuperar el peso, y si lo llegas a recuperar, como ha pasado en otras ocasiones, no es tu culpa.’”
Una investigación sobre el fracaso de las intervenciones de pérdida de peso en Weight and Healthcare comprueba que el 95% de las personas que lo han hecho tiene un considerable retroceso.
En algún momento de nuestras vidas es probable que hayamos sido gordofóbicos; crecimos en un mundo que lo es y en un sistema que nos lo impone. No tienes por qué avergonzarte si lo eres o lo fuiste. Toca cuestionarse y nombrarlo, acompañado del límite al hablar de cuerpos ajenos. Ampliar tu panorama, estar consciente de que una persona gorda también puede ser saludable. Informarte en diversas fuentes de información, sobre todo si eres profesional de la salud.
He considerado más de lo que me gustaría admitir someterme a una cirugía bariátrica, porque tengo el pensamiento tan marcado y arraigado a ser delgada. Se que muchas personas pasan por lo mismo, la idea sigue presente por más información que llegue. En este punto ningún camino es fácil, y si te llegas a realizar algún procedimiento u optar por otras alternativas es importante que estes acompañada o acompañado psicológicamente para llevar el proceso tan ameno como sea posible. Lo que es importante, al menos para mí, es tener presente que de no debes de juzgarte y/o culparte porque al final si funciona o no es admirable todo lo que has recorrido y solo tú sabes cuanto lo has intentado.
De igual manera, es importante darle tiempo, porque así como existen alternativas invasivas, también existen los planes alimenticios y la alimentación intuitiva, sin restricciones.