El contexto de inseguridad y desprotección actual que rodea a niñas, adolescentes y mujeres en Puerto Vallarta, Jalisco, generado por las omisiones e ineficacia del gobierno municipal y estatal, las hace susceptibles a enfrentar situaciones de violencia de forma cotidiana. Dentro y fuera de sus hogares, transitando por el espacio público sobreviven entre acoso callejero e, incluso, desapariciones intermitentes y trata de personas con fines de explotación laboral para el beneficio del crimen organizado.
Es a través del accionar de las colectivas feministas de este municipio y por iniciativa propia que las mujeres se organizan para autocuidarse y acompañarse entre colectivamente. Este reportaje documenta las historias de adolescentes y jóvenes que se han enfrentado a estas formas de violencia latente y sistemática en Puerto Vallarta, al mismo tiempo que reúne las estrategias que han empleado para regresar seguras a casa.
Por Lia Alvarado, Karina Corzas, Alessandra Bravo y Juan Sebastián Córdoba.
Fotografía de portada “Colectivas en Puerto Vallarta” por Leslie Zepeda
“Las niñas aquí en Puerto Vallarta NO estamos seguras, incluso si vamos caminando en la calle, sufrimos acoso y violencia” asegura Diana de 16 años.
Puerto Vallarta es uno de los municipios que mantiene activa una Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM).
De acuerdo con la defensora y abogada Sandra Quiñones, las niñas, adolescentes y mujeres en este municipio se enfrentan a múltiples violencias, entre ellas: la violencia de familiar, la violencia sexual y la trata de personas con fines de explotación sexual y laboral.
Estas formas de violencia no son excluyentes de los espacios donde se perpetran, ocurren en lugares públicos, en sus espacios laborales, educativos y, por supuesto, dentro de los espacios privados, como lo son sus hogares.
Tanto la violencia familiar como el abuso sexual son delitos que han tenido un sustancial aumento en Puerto Vallarta respecto a años anteriores. Las denuncias ciudadanas del municipio por delitos contra la familia a agosto del 2023, han aumentado en un 117% comparadas con las de agosto del 2022, misma situación que las denuncias de abuso sexual, las cuales se han incrementado en un 100% en el mismo periodo de tiempo, esto según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNP).
La violencia familiar representa el 17.3% de los delitos en Puerto Vallarta y el abuso sexual el 4.22%. Sin embargo, prevalece una cifra negra de casos no denunciados ante las autoridades por temor de las mujeres a las represalias de sus agresores, así como por la desconfianza hacia las autoridades.
La trata de personas con fines de explotación sexual y laboral dentro de este puerto turístico ha sido constantemente denunciado por las colectivas y organizaciones de mujeres, quienes buscan llamar la atención de las autoridades municipales, estatales y federales para que emprendan acciones que garanticen la seguridad de las niñas, niños, adolescentes y mujeres. Sin embargo, aunque es una problemática conocida y visibilizada, que esconde tras de sí la comisión de otros delitos como la desaparición de personas y los secuestros, los gobiernos permanecen omisos.
La abogada Sandra Quiñones, explica que recientemente las colectivas y organizaciones han documentado el incremento de casos de explotación laboral dentro de esta ciudad “esto se ha dado mucho en el último año y esto es una explotación con fines laborales, no todas las redes tienen que ver con temas sexuales”.
Niñas, adolescentes y mujeres que se encuentran en la búsqueda de recursos económicos son engañadas por grupos delictivos, quienes ofrecen falsas oportunidades laborales y se las llevan fuera de la zona de la Bahía para trabajar en maquilas de droga, comúnmente situadas cerca de la zona metropolitana de Guadalajara.
“Estoy hablando de chicas entre 13 y 17 años cuando mucho, que al paso de dos-tres días, son localizadas, los carteles prefieren regresar a las chicas a poner en riesgo sus operaciones”, precisa la abogada y defensora.
Para la abogada esto deja en evidencia una problemática cada vez más común en Puerto Vallarta: las desapariciones intermitentes o temporales de adolescentes y mujeres, algo que las autoridades no han querido reconocer y mucho menos investigar. Las desaparecen por algunos días y las regresan para evitar poner en riesgo las operaciones de los grupos del crimen organizado.
De acuerdo al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas (RNPDNO), cada 29 horas en promedio es desaparecida una mujer en Jalisco.
La Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas del Estado de Jalisco informó a través de la solicitud de información con folio 140255823002130 que dentro de la Región Costa Sierra Occidental (a la cual pertenece el municipio de Puerto Vallarta) permanecen abiertas 22 carpetas de investigación por la desaparición de 22 niñas, adolescentes y mujeres, entre 2013 y 2023.
De acuerdo con las misma autoridad, de estas 22 víctimas de desaparición dentro de los rangos de edad de entre 10 a 15 años y 15 a 19 años, en tres casos las personas menores de edad continúan en “calidad de extraviadas”; mientras que, el resto corresponden “al contexto de problemas familiares entre progenitores”.
Al mismo tiempo, esta autoridad afirma que entre 2018 y agosto de 2023, 174 niñas, adolescentes y mujeres adultas fueron localizadas con vida y sólo 3 sin vida.
Por otro lado, a través de la solicitud de acceso a la información con folio 140255823002129, la misma fiscalía reportó que desde la implementación de la Alerta Amber (mecanismo de búsqueda inmediata para personas menores de edad desaparecidas) en el año 2013 hasta agosto del 2023 van un total de 20 Alertas Amber emitidas. De éstas, el 65% (13) corresponde a niñas y adolescentes y el resto 35% a niños y adolescentes (7).
Asegura que han localizado a 16 y que 4 permanecen en condición de desaparecidas. Respecto al mecanismo de búsqueda inmediata de mujeres: Protocolo Alba, desde su conformación en abril de 2016 hasta agosto de 2023 las autoridades reconocen que se han emitido 137 cédulas, de éstas 104 han terminado en la localización de la niña, adolescente o mujer reportada como desaparecida.
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Los siguientes testimonios narrados por adolescentes y mujeres jóvenes que viven en Puerto Vallarta permiten profundizar y dimensionar el riesgo constante y latente al que están expuestas, como el acoso en el espacio público; además de que confirman las afirmaciones de las colectivas, quienes hablan de la comisión específica de delitos hacia esta población para beneficio del crimen organizado.
Sandra fue víctima de un intento de desaparición al regresar a casa en un transporte público.
“Fue al intentar bajarme del camión. El camión no me dió la parada en donde normalmente me bajaba… por lo que tuve que regresar caminando. Es un trayecto un tanto solitario. Una camioneta me vio y alguien que iba en la parte trasera abrió la puerta y sacó medio cuerpo del coche. En eso volteo porque me pareció extraña la situación, me agarra del brazo, pero yo ya estaba alerta de lo que estaba pasando. Corrí y atravesé la avenida. Ellos aceleraron para poder alcanzarme. Después, volví a cruzar (esperando que no me hayan visto) y me senté en una banqueta en donde había un bar-restaurante… No entré al restaurante, me quedé afuera, en ese momento sentí un poco de paranoia y preferí no comentar ni entrar, solo esperar a que pasaran por mi”.
Sandra casi es desaparecida por un grupo de sujetos que viajaban en una camioneta y aunque reportó los hechos en una llamada al 911, ninguna autoridad llegó a salvaguardarla y tomar su denuncia:
“La vez que intentaron subirme a una camioneta, corrí y cuando llegué a un lugar con más personas e iluminado llamé al 911 para hacer saber de lo ocurrido y si podían ir a el lugar en el que me encontraba, y a su vez, llamé a mi mamá y amigas, llegó más rápido un amiga y me llevó a mi casa” recuerda Sandra.
Respecto a las desapariciones intermitentes con el fin de la explotación laboral de las mujeres, no han existido políticas correspondientes que prevengan este delito, que indiquen cómo actuar cuando una mujer es localizada y las investigaciones simplemente son abandonadas, plantea la abogada Sandra Quiñones:
“No, no hay un seguimiento claro puntual, y entonces esto genera una revictimización e incluso violencia institucionales por parte de los centros municipales o estatales hacia las mujeres que buscan la protección de la autoridad” afirma.
Cristina fue víctima de acoso sexual callejero mientras se encontraba afuera de su casa. Un grupo de hombres que viajaba en una camioneta de construcción comenzó a acosarla verbalmente, haciendo comentarios lascivos y ruidos incómodos. A pesar de estar rodeada de otras personas en la calle a la luz del día, nadie intervino para detenerlos.
“Lo sentí eterno, fue como minuto y medio o dos minutos de 13 cabrones gritándome cosas y haciendo ruidos y así (…) Me sentí, me sentía rara incómoda, insegura sobre mí, incómoda conmigo…”.
Diana tiene varias experiencias de acoso sexual en espacios públicos, incluso, dentro de espacios educativos; así mismo, ha sido testiga de estas formas de violencia hacia otras jóvenes. Relata, por ejemplo, que en su escuela trabajadores de la construcción han acosado a varias niñas con comentarios groseros y señas inapropiadas. Un día, un trabajador de la construcción la agarró de la muñeca, lo que la hizo sentir incómoda y preocupada por su seguridad.
“Una de las experiencias que a mí me gustaría contar sobre acoso en un espacio público en la calle, es que aquí en la escuela, hay una construcción y varias niñas se han quejado de que los de la construcción son muy groseros o que hacen comentarios así, muy incómodos. A mí sí me llegó a pasar varias veces que iba saliendo y un chavo de la construcción desde que iba saliendo a la escuela empezaba a hacer señas a otros chavos, en el tercer día que pasaba, el chavo empezó a decirme que si le pasaba mi número… y pues bueno, un día ya había pasado como la semana y este chavo seguía con lo mismo. Y yo, incluso, me había cambiado hacia la otra acera de la calle y seguía…”.
Diana, vive con miedo que un día no regrese a casa.
Danna reportó a su supervisor de área, lo señaló por ejercer en su contra acoso laboral. En respuesta, la sanción para él sólo fue que no le renovarían su contrato de trabajo por dos semanas.
Sofía recibió una nalgada por un extraño en la calle mientras le tomaba una foto al atardecer.
Annie fue acosada por su vecino a través de sus redes sociales y en persona.
Betsy tuvo miedo y corrió a su vehículo al ser perseguida por un extraño en la calle.
Melanie estaba ensayando con unas amigas cuando un sujeto desconocido comenzó a tocar sus genitales enfrente de ellas.
“En nuestro México desgraciadamente las mujeres vivimos en una constante y permanente vulneración de derechos” asegura la abogada Sandra Quiñones.
Caminar con miedo: ¿Cómo afecta a la vida diaria de las mujeres la violencia?
“Ya no es lo mismo, hay otra realidad totalmente distinta en la que hay niñas que a diario viven cosas horribles, y para evitar ser una de ellas mejor cambio mi forma de pensar, mi forma de actuar, mi forma de hablar… ” confiesa Diana, una de las adolescentes que decidió compartir su testimonio para este reportaje.
La violencia en Puerto Vallarta atraviesa a las niñas, adolescentes y mujeres todos los días, les afecta emocionalmente, tienen que cambiar sus rutinas, sus formas de transportarse, su forma de vestirse, si deciden salir o no y su oportunidad de practicar un deporte o hacer actividades de recreación.
Con base en la recolección de testimonios, identificamos que, si bien, algunas de estas adolescentes y jóvenes suelen verse mayormente afectadas ese mismo día que fueron víctimas de estas violencias, en otros casos estás afectaciones duran mucho tiempo más, refieren, incluso, haber permanecido en shock.
Después de sufrir violencia sexual Melanie nos relata que:
“Después de eso ya no estuve a gusto, me entró como miedo de que volviera a pasar. Los días siguientes tenía miedo de que me volviera a pasar en el camión o en la calle camino a la universidad, como que estaba en shock.”
Cristina también compartió que el día que sufrió acoso sexual no podía de dejar de tener este momento en su mente:
“Me subí a mi cuarto y ya en mi cuarto como que me se me pasó el shock y empecé a llorar (…) me sentía rara, incómoda, insegura sobre mí, incómoda conmigo”.
El miedo, que fue una emoción recurrente mencionada en estos testimonios, es el motivo por el cuál, además de las afectaciones emocionales, las niñas, adolescentes y mujeres de Vallarta deciden hacer cambios en su rutina.
A pesar de todo, las mujeres buscan cuidarse y acompañarse. Están pendientes constantemente a su alrededor, se preocupan por sus amigas y compañeras cuando salen tarde de las escuelas que están cercanas a sus casas o que caminan solas por la noche. Las mujeres han desarrollado una gran unión y empatía al sentirse identificadas con las demás al vivir el contexto violento de Puerto Vallarta y la omisión de las autoridades.
El Estado: ineficacia e impunidad.
La abogada Sandra Quiñonez reconoce que prevalecen deficiencias en los procesos de acceso a la justicia para las mujeres en Puerto Vallarta:
“En Puerto Vallarta, a pesar de que hay ya un Centro de Justicia para las Mujeres y que a nivel municipal se cuenta con el Instituto Municipal de la Mujer. Ninguna de estas instancias tiene políticas muy definidas de cómo proteger a las mujeres que ya han sido víctimas de abuso sexual, acoso sexual, hostigamiento laboral o violencia doméstica, existe una falta de coordinación entre las instituciones tanto municipales como estatales, existe una gran disparidad en el número de caso entre las instancias”, asegura la abogada.
Prevalece, señala la defensora, una reiterada ausencia de personal eficiente y capacitado que permita la reparación y protección de derechos humanos de las niñas, adolescentes y mujeres víctimas de violencia, tanto en ámbitos jurídicos, como psicológicos y de acompañamiento institucional. Además, aún hay funcionariado que no conoce y, por lo tanto, no implementa en su quehacer la perspectiva de género.
Tras la llegada de la actual administración municipal, a cargo de Luis Alberto Michel Rodríguez, se eliminó el área encargada de trabajar el tema de nuevas masculinidades, a la cual acudían los hombres agresores por mandato judicial para recibir un proceso de reeducación adecuado.
Autocuidado y acompañamiento
Las mujeres han tenido que tomar acción por sí mismas para autocuidarse y cuidar a otras como ellas. Estas redes de apoyo han apostado por implementar estrategias como la de “testigo activo”, la cual consiste en que cualquier persona sea capaz de reaccionar y/o actuar cuando es testiga de que una mujer está pasando por cualquier tipo de violencia.
Desde su experiencia, las jóvenes y adolescentes que participaron con su testimonio en este reportaje, recomiendan algunas otras herramientas que buscan limitar los riesgos de ser mujer y habitar/transitar el espacio público, aunque reconocen que el Estado tendría que ser el encargado de garantizar su derecho a vivir una vida libre de violencias.
Estas recomendaciones también se ven influenciadas por la revictimización que experimentan no sólo de parte de las autoridades, sino también de sus familias, amistades y sociedad en general quienes muchas veces las responsabilizan de ser víctimas de las violencias que enfrentan.
Ellas aconsejan: no salir de noche; compartir su ubicación en tiempo real con amistades o familia; mantener las ventanas abajo cuando toman un Uber -o cualquier servicio de transportación por plataforma-;, no tomar alcohol; mantenerse alertas en todo momento; no usar audífonos durante sus trayectos en la calle y el transporte público; especialmente, hacer caso a toda situación que “les dé mala espina”, en esos casos correr y pedir ayuda.
Sin embargo, también tienen algunas propuestas, que se convierten en demandas y exigencias para las autoridades del estado y el municipio que habitan. Consideran que para sentirse más seguras debería de:
- Incrementar las cámaras de seguridad en el transporte público.
- Implementar más rondines y patrullajes en distintas colonias, zonas escolares y sitios de recreación.
- Concientizar a la población sobre la problemática y, con ello, llamar al sector privado, empresas y negocios locales para que se sumen a participar de estas estrategia de cuidado colectivo y que cualquier mujer pueda acudir a solicitar ayuda frente a situaciones de riesgo dentro de espacios públicos.
- Mejor el alumbrado público, puntualmente donde no lo hay o es escaso.
- Que las autoridades encargadas de proveer seguridad y garantizar la justicia den seguimiento a las denuncias de violencia de género que son interpuestas.
Sandra Quiñones por su parte precisa que es importante que todas las mujeres y personas sin importar su edad conozcan cuáles son sus derechos para identificar cuando alguien está violentando alguno de ellos, así como conocer los mecanismos de protección y denuncia.
Algunos colectivos feministas de este municipio, tales como VallartaFem, Puerto Feminista, MAM, Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), entre otros, se dedican a acompañar a las víctimas y sobrevivientes de estas violencias: brindándoles información, apoyándoles a tener respuestas más ágiles en sus procesos de exigencia de justicia, generando presión a las autoridades para solucionar eficazmente sus casos, promocionando los derechos de las mujeres y llamando a evitar la revictimización.
La unión entre mujeres ha sido clave para el cambio ideológico y de políticas públicas, las mujeres desean sentirse seguras y sin miedo al salir de casa y por eso alzan la voz y continúan resistiendo; mostrando que si el gobierno no las cuida, entre ellas lo harán.
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Este reportaje fue realizado en el marco del Bloque de Producción periodística convergente del Tec de Monterrey Campus Guadalajara, del cual ZonaDocs fungió como Socio Formador.