El 25 de noviembre se llevó a cabo en la comunidad de Agua Caliente, en Poncitlán, Jalisco, el quinto Foro de Mujeres Rurales que organiza la de Red de Defensoras de Jalisco. El encuentro tiene el objetivo de que las participantes compartan entre sí los retos y alternativas que encuentran en la defensa de sus territorios.
Fotografías y texto por Mariana Mora / @rataquerueda
“Las que estamos aquí, tenemos algo que contar”, anunció Flor López, miembro de la escuela para defensoras Benita Galeana. Con estas palabras arrancó la presentación de la mesa de diagnósticos territoriales en el Foro de Mujeres Rurales: reconfiguración agroecológica, salud y alimentación.
En este espacio participaron mujeres de Mezcala, Agua Caliente, El Salto, Juanacatlán, Ciudad Guzmán, Santa Cruz de las Flores y Balcones de Santa Anita, estas dos últimas localidades en el municipio de Tlajomulco. Primero presentaron las amenazas y problemas que enfrentaban sus comunidades y, posteriormente, las respuestas que mujeres organizadas han dado ante ellas.
Todos los territorios comparten la escasez de agua como una de las preocupaciones principales, así como la creciente invasión de distintas industrias que contaminan sus entornos y enferman sus cuerpos.
“El crecimiento exponencial del sistema económico ha impuesto también un sistema de enfermedades en nuestra población”, expuso Dainzú González, de Santa Cruz de las Flores donde luchan desde hace más de 30 años por la defensa del agua ante el extractivismo de la industria minera y farmacéutica, entre otras.
Las mujeres señalaron la colusión de las empresas con las autoridades como responsables de la contaminación de los cuerpos de agua en sus territorios. “Ellos enriquecen su bolsillo y se van a otros países, sin embargo, nosotros aquí seguimos sufriendo las consecuencias de lo que dejan los gobiernos”, sostuvo María Luisa Algaba, de Mezcala donde viven -junto contras comunidades ribereñas de Poncitlán- una crisis de salud por el alto índice de enfermedad renal crónica en su población.
Después, cada una presentó las resistencias que se dan en sus territorios ante estas problemáticas: desde la creación de comedores comunitarios o huertos medicinales agroecológicos, hasta la suspensión de una termoeléctrica que afectaría a Juanacatlán y El Salto.
Todas coincidieron en que el cuidado y la alimentación -actividades que realizan principalmente las mujeres en sus comunidades- son indispensables para la defensa del territorio. “La lucha que nos mantiene aquí es estar bien”, dijo Ana Julia de los Santos, de Agua Caliente, “sanarnos, para sanar a la familia y a la comunidad”.
En México, el 21.1% de las mujeres viven en localidades rurales, de acuerdo con el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). A pesar de que las mujeres en contextos rurales trabajan más horas a la semana que las mujeres en ciudades, el Instituto Nacional de las Mujeres señala que el 13.6% de las mujeres rurales no recibe ningún pago por su actividad.
Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) sostiene que las mujeres representan el 36% de la fuerza laboral en el sistema agroalimentario en América Latina y el Caribe.
“Las mujeres rurales labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático”, se lee en el folleto que las anfitrionas del evento entregaron en la entrada.
Después de los diagnósticos, se presentaron investigaciones científicas, periodísticas y comunitarias que documentan el despojo y las afectaciones a los territorios, pero también las resistencias en cada caso.
Además de los conversatorios, las mujeres compartieron saberes a través de un taller de masaje y otro para hacer jarabe; algunas vendieron sus productos y las niñas tomaron un taller de autoestima política.
Para las asistentes y organizadoras del foro, la relevancia de encontrarse, compartir y organizarse es fundamental en sus luchas. “Somos quienes, desde nuestras propias fuerzas, sabiduría ancestral y nuestra propia experiencia tenemos la capacidad de hacernos cargo de nuestras vidas y nuestros destinos”, declaró Dainzú González y enfatizó la importancia de “irnos tejiendo con otros territorios. Esa ha sido una de las grandes estrategias: ir caminando juntas en estas luchas”.