Desde Mujeres
Por Karla Karina Curiel Villegas / @Karlacurielcoach / @DesdeMujeres
“No deseo que las mujeres tengan más poder sobre los hombres, sino que tengan más poder sobre si mismas.” – Mary Shelley
Dicen que no vemos las cosas como son, si no como somos, pero, aun así, creo que puedo hablar no solo desde mi experiencia, sino desde la perspectiva de la vida de miles de mujeres alrededor del mundo que sufren sometimiento y violencia ejercido por sus familias, sus parejas e, incluso, por sus hijos derivado no sólo del machismo, sino de la falta de educación e independencia económica que pudieran tener.
Según el INEGI en 2021, a nivel nacional, del total de mujeres de 15 años y más, 70.1% han experimentado al menos un incidente de violencia que puede ser psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación en al menos un ámbito y ejercida por cualquier persona agresora a lo largo de su vida. Esto sígnica que 1 de cada 3 mujeres sufre de violencia física o sexual; y ustedes se preguntarán: ¿qué tiene que ver el dinero en esta situación? Pues bien, además de las cuestiones psicológicas y creencias religiosas o sociales, uno de los factores que más influyen para que una mujer permanezca en una relación donde sufre maltrato de cualquier índole por parte de su pareja, es la falta de recursos económicos para solventar una vida de manera independiente ya sea que tenga o no hijos.
Nos guste o no, el dinero empodera y abre muchas posibilidades en la vida de las personas, ya que es bien sabido que muchas mujeres se quedan con sus parejas soportando infidelidades, abusos, violencia psicológica y física porque temen no poder mantener el estilo de vida que cubra las necesidades de sus hijos y de ellas mismas, esperan sometidas a que pase el tiempo y sus hijos puedan por fin ser independientes, sin darse cuenta que lo que les están inculcando es aprender a someterse como ellas lo están haciendo.
“Debes ganar control sobre tu dinero o la falta de este te controlará para siempre. El objetivo no es más dinero, el objetivo es vivir la vida en tus propios términos. Tu seguridad económica no está en tu trabajo; yace en su propio poder de producir: pensar, aprender, crear, adaptarse.”
Históricamente se nos ha etiquetado y hecho saber que una mujer independiente, trabajadora y resolutiva es una mujer con energía masculina alta, y que un hombre que ayuda al cuidado de los hijos, la casa y muestra sus sentimientos es un hombre con energía femenina alta, sé que esto se deriva de los roles de las generaciones pasadas en la sociedad, sin embargo, ahora con más conciencia, es importante que reconozcamos que no se trata de que si la energía es femenina o masculina y definir si es algo bueno o malo, sino de ser seres humanos funcionales y sanos capaces de utilizar a nuestro favor todas estas habilidades y fortalezas que no deben ser exclusivas ni de un hombre, ni de una mujer.
Y que, entonces estando consientes, aptos y con todos los recursos emocionales y económicos nos relacionaríamos con la pareja no desde la necesidad de cubrir nuestras carencias, sino desde un verdadero vínculo de amor y apoyo; y no sé trata de victimizarnos y simplemente quejarnos, sino de concientizarnos acerca de nuestro poder, responsabilidad y la posibilidad de cambiar esta situación desde nuestro propio hogar.
Por ejemplo, si un hombre desde pequeño aprendiera a no solo a trabajar y proveer, sino también a gestionar sus emociones demostrando fortalezas y debilidades, a cocinar, a limpiar el hogar, a cuidar de los hijos y ser totalmente independiente en todo sentido, al momento de elegir una pareja no buscaría a alguien que cubriera sus carencias, sino a alguien igualmente independiente con quien compartir de manera sana y construir una relación de pareja funcional donde ambos pudieran crecer y la repartición de tareas y roles fuera justa y equitativa; lo mismo ocurre en el caso de la mujer, si desde niña aprende no solo a realizar las tareas del hogar y cuidado de los hijos, sino también a ser independiente económicamente, educarse y cultivarse constantemente, saber de reparaciones básicas que suelen realizar los hombres en el hogar, también al momento de buscar a una pareja elegirían a un compañero de manera más inteligente y si en algún momento es necesario, separarse no desequilibre demasiado a ninguna de las partes, más de lo que emocionalmente se pudiera impactar.
No podemos decir que hombres y mujeres somos iguales, porque definitivamente hay diferencias biológicas y hormonales que nos distinguen, ni se trata de competir entre nosotros, sino de aprender a convivir y apreciar las virtudes de cada uno, de desarrollar nuestras habilidades y capacidades y apoyarnos mutuamente.
Cabe entonces considerar que una mujer empoderada y con los suficientes recursos económicos tiene mayores posibilidades de poner límites y decidir cuándo retirarse de una relación que ya no le suma, no es tan fácilmente manipulable. Por supuesto que no podemos descartar que el miedo al fracaso y alguna otra creencia personal pueda interferir en la toma de decisiones, por eso la educación, el autoestima y desarrollo personal son factores que van de la mano para mejorar la situación y erradicar con el tiempo la violencia de nuestras familias.
Actualmente la mayoría de las mujeres realiza el cuidado de los niños (60.6%), pues está a su cargo la crianza y la educación de sus hijos, esto abre una ventana de oportunidad muy grande para nosotras, ya que gracias a esto tenemos la posibilidad de inculcar a las siguientes generaciones un nuevo modelo donde eliminemos el machismo, la violencia y los enseñemos a ser más equitativos sin importar el género, todo parte desde el ejemplo que se les da, así que busca en todo momento crecer emocional, espiritual y económicamente; definitivamente no es una tarea fácil, pero valdrá la pena al pasar de los años. Ve a tu ritmo y se paciente y amable contigo misma en tus procesos.
La invitación, tanto para hombres, como para mujeres, es aprender a desarrollar esas habilidades que nos permitan ser cada vez más independientes y volvernos personas funcionales, inculcarlo en nuestros hogares a las siguientes generaciones y dejar de etiquetar como masculinas o femeninas las diversas actividades, habilidades o profesiones.
Y finalmente, a ti mujer que sufres violencia por parte de tu pareja, te comparto la siguiente reflexión:
“El divorcio no es una tragedia. Tragedia es tener un matrimonio infeliz, enseñarles a los hijos un amor incorrecto, un amor cobarde, mediocre y que hay que aguantar situaciones por el qué dirán. Nadie murió por divorciarse. El alma muere por permanecer con quien no ama.” Recuerda que no estás sola, busca una red de apoyo que te respalde.