El Acapulco que nadie ve

#AlianzaDeMedios

Existen tres Acapulco: el de los ricos la zona de hoteles; el de los pobres, de las colonias aledañas, y el de los marginados, de la zona rural, donde la ayuda aún no ha llegado. Esta es la crónica de un donativo de estudiantes de la Ciudad de México a esa región.

Texto y fotos: Camilo Ocampo / Pie de Página

ACAPULCO. – Camiones, ambulancias, carros particulares y hasta las combis de ruta,  van con rumbo a la bahía repletos de comida, agua y todo lo necesario para ayudar a las personas que se vieron afectadas por el huracán Otis. 

Sobre la carretera que te da la bienvenida a Acapulco, lo primero que se puede observar son espectaculares doblados por la fuerza de la naturaleza, grandes hoteles despellejados, sin paredes, únicamente el esqueleto de hierro que sostiene los edificios.

Desde la entrada un olor particular invade las fosas nasales, el olor a seres vivos en descomposición se percibe desde la entrada hasta la Diana Cazadora, en la zona hotelera.

Acapulco, como muchos lo conocen, cambió. Los grandes hoteles, los restaurantes y todo el puerto fue arrasado por el huracán Otis, sin embargo hay un Acapulco que muy pocos conocen, del que nadie habla, más allá de las colonias colindantes con la zona hotelera, se encuentra  la zona rural de Acapulco, específicamente Cacahuatepec.

Desde la Ciudad de México, estudiantes de periodismo hacen llegar ayuda al pueblo acapulqueño.

Frente a la Diana Cazadora y entre palmeras tiradas, arena que fue arrastrada por los vientos de 250 kilómetros por hora que azotaron Acapulco,  Marco Suastegui, vocero  del consejo de ejidos y comunidades opositoras a la presa la Parota, recibe las donaciones de estudiantes de periodismo de Ciudad de México y denuncia que en la zona de Cacahuatepec y las  47 comunidades pertenecientes a su núcleo agrario, al menos, 2 mil 500 viviendas se encuentran afectadas e incomunicadas.

“Necesitamos el apoyo porque hay más de 36 comunidades afectadas directamente. Ya hicimos un conteo a las comunidades que pudimos entrar, hay más de 2 mil 500 viviendas afectadas, a que me refiero, normalmente (los techos) son de lámina, de teja, de palapa y de madera, estos techos fueron arrancados literalmente”, dice el arquitecto.

Marco Suástegui Muñóz se opuso a la presa La Parota hace más de 20 años, estuvo encarcelado ocho y aún exige la presentación con vida de su hermano, Vicente Suástegui. Hoy lucha contra la centralización de la ayuda para los damnificados del huracán Otis.

Mientras carga su camioneta de lámina azul, explica lo que sucede en su comunidad, las personas que están alrededor tratan de buscar señal levantando sus teléfonos celulares, pasan con garrafones de agua, paquetes de agua embotellada o simplemente están sentadas, contemplando lo que perdieron.

Sobre las viviendas afectadas,  refiere que se necesitan aproximadamente 30 mil láminas para repartir a cada casa, y así poder hacer un techo para las familias afectadas.

Luego de casi llenar su camioneta de víveres que serán entregados a las comunidades, Marco explica que  la región la cual se dedica a la siembra de jamaica, ajonjolí  maíz y limón  perdió el 100 por ciento de su cosecha.

“Veníamos arrastrando, pasando y sufriendo una sequía, en mayo, no llovió, en junio, julio , agosto, tampoco llovió, septiembre que es el mes lluvioso no cayó ni una gota y entonces la cosecha ya estaba en un sesenta, setenta por ciento pérdida, vino el huracán y la poca cosecha que quedó la derribó,  nos dió el tiro de gracia-

Sorprendido por lo que pasó, Suastegui, comenta que cerca de las comunidades pasa el río papagayo, el cual se desbordó y alcanzó los casi 9 metros de altura y los 400 metros de ancho lo que ayudó a que las cosechas se perdieran.

También, manifiesta que las 47 comunidades se encuentran sin luz, sin gasolina y transporte.

Sobre los censos  de la Secretaría de Bienestar realizados en las comunidades, para repartir los víveres, Marco revela que en la zona, no se han hecho presentes las autoridades para realizar registro de las afectaciones.

Antes de subir a su camioneta de lámina azul lo donado.  expone que desde hace dos meses, las comunidades de Cacahuatepec presentaron 3 mil solicitudes de  proyectos productivos pero ninguna de las solicitudes fueron aceptadas.

Antes de irse, Marco Suastegui menciona que “siempre han invisibilizado la pobreza que se vive en Cacahuatepec”.

Cuando Marco se retira, sobre la Diana Cazadora, en la avenida Costera Miguel Alemán, refiere que:

-Es culpa del Gobierno por  dejarnos en la miseria, no en la pobreza, en la miseria, por dejarnos olvidados, por querer ocultar la pobreza ¿Cuando van los políticos? cuando necesitan los votos, cuando inician las campañas y eso creo que se lo va a cobrar muy caro el pueblo de Guerrero-.

Marco, arranca su camioneta y se va con rumbo a entregar lo que los estudiantes reunieron.

El camino de regreso para quienes fueron a dejar víveres a las personas damnificadas, está tapizado de familias pidiendo comida, agua o lo que sea para sobrevivir, mientras tanto, la Guardia Nacional, cuida las tiendas departamentales para que la comunidad afectada no pueda ingresar y hacerse de una parte de lo mucho que perdieron.

Los cochistas, mientras salen de Acapulco, toman fotos, videos y solo pueden negar con la cabeza, una señal de que lo que está pasando era inimaginable días antes del 25 de octubre, cuando Acapulco cambió…

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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.

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