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Por Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress
El sueño americano de Bethoven, el perro migrante y su papá Jesús Ríos Oropeza de 26 años de edad se ha cumplido. Durante ocho meses de travesía por siete países incluido México por fin llegaron a los Estados Unidos y ahora toca trabajar, como se lo prometieron a sus familiares que desde Venezuela celebraron este logro.
“Ahora quiero trabajar, porque a eso vine, a trabajar para mandarle a mis padres y a mis sobrinos, porque este recorrido desde que salí de mi país, ha sido muy duro y más complicado con Bethoven, pero él siempre se portó muy bien, este muchachito es todo un amigo fiel, nunca me dejó, ni yo a él y ahora juntos vamos a buscar la vida que tanto anhelamos”, dijo.
A pie, en autobús, en aventones y hasta en tren, Bethoven y su papá pudieron llegar a los Estados Unidos. Bethoven recibió su licencia y su microchip que indica que están en el Paso Texas y con ello, podrá andar por las calles de la Unión Americana sin el temor de que sean detenidos.
“Estoy muy contento porque a Bethoven también lo reconocieron. Fueron días intensos cuando nos separaron, porque me decían que yo lo dejara en adopción o que lo regalara, pero él es de mi familia, con él salí en busca del sueño americano y con él seguiré”, recalcó.
De color blanco, el lomito llama la atención por su tamaño- pesa 33 kilogramos- es cariñoso y juguetón, y pertenece a la raza labrador.
Jesús aún no puede creer que ya ande caminando por las calles de Texas, ciudad que próximamente dejará para irse a Georgia, en donde se encuentra su tío y poder trabajar, pues será hasta el 2025, cuando se presente ante la corte para definir su situación migratoria.
Llegar a Estados Unidos cuesta mucho reconoce el joven venezolano, quién desde su paso por Juchitán, Oaxaca hasta Texas ha vivido una serie de experiencias, que de no vivirla, no lo creería,
“De Juchitán a la capital de Oaxaca me fui en aventón, allá en Oaxaca conocí a dos personas que me ayudaron para llegar a la Ciudad de México, fueron dos señoras muy amables. Ya en Ciudad de México tuve que estar dos semanas, después conocí a dos amigos y con ello seguí para Huehuetoca y nos subimos al tren, lo cual ha sido lo más duro, porque es pasar muchas cosas”, señaló.
Jesús narró que la travesía por tren le costó, pero después de Huehuetoca se fueron a Irapuato, Torreón, Chihuahua y Ciudad Juárez, para después cruzar un charco de agua, cruzar los alambres de púas y lo más triste fue la separación con Bethoven de dos días, mientras los entrevistaban, finalmente se logró y ahora a buscar empleo.
Y aunque al llegar a Estados Unidos, la impresión de ver una gran ciudad no era lo que esperaba, a Jesús le motiva que logró su sueño americano, y lamentó que algunos de sus amigos y paisanos no lo puedan hacer por diversas circunstancias, como han sido los accidentes mortales en las ultimas semanas.
Y es que desde las redes sociales, a través de su cuenta de Instagram y Tik Tok, Jesús comparte su travesía con Bethoven, con la única intención de recibir ayuda para seguir su camino y comprarle alimento.
Para el joven de estatura media y pelo lacio y negro, Bethoven es su familia y lo quiere como un hijo.
“No lo dejaría por nada del mundo, un animal no tiene precio, lo amo mucho”, enfatizó.
En Venezuela alimentar una mascota es caro
Sonriente y con espíritu conquistador, el joven asegura que salió de su país por la falta de trabajo. Allá era comerciante, pero lo más lamentable es que la comida para los perros es cara y no le alcanzaba.
“Un kilogramo de croquetas cuesta 10 dólares, cerca de 160 pesos, lo cual es muy caro, y no podía tampoco dejarlo con mis padres, porque ellos no tienen dinero, además se pondría triste y yo también, ya nos acostumbramos mucho, lo tengo desde que nació”, expresó.
La falta de oportunidades laborales y la responsabilidad de apoyar a sus hermanos menores, obligó al joven a migrar, lo cual se ha convertido en un acto muy común del pueblo venezolano.
En los últimos dos meses han cruzado cerca de 30 mil personas en territorio oaxaqueño. Hace diez días, instalaron tres campamentos en Oaxaca, de los cuales al día llegan entre 800 y mil personas migrantes, y se van entre 500 y 800 personas de al menos diez nacionalidades, todos en busca del sueño americano como el que ya lograron Jesús y Bethoven.
Las huellas de Bethoven conquistan y alivianan, la gente y los propios migrantes y ahora los latinos que viven en Estados Unidos lo abrazan, Jesús a través de fotografías muestra todos los días como la están pasando.
“El sueño americano ya está, ahora toda trabajar, toca demostrar todo este sufrir que pasamos para lograr nuestra meta, no nos queda más que agradecer a todas las personas que lo hicieron posible en cada uno de los países que recorrimos”, concluyó.
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Este trabajo fue publicado originalmente en IstmoPress que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.