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Por: Edgar Pezaña / @edgar_pezana / Taller de Periodismo de Investigación, UACM del Valle.
I.
“La marcha de los patos” inició a las nueve de la mañana, cuando el sol apenas coloreaba al cielo y el olor a roció brotaba de la zona llena de áreas ejidales, un pequeño colectivo de pobladores de la zona se reunió en el pueblo de Tepojaco, dentro del municipio de Tizayuca, Hidalgo.
El colectivo tardó aproximadamente media hora más en empezar su recorrido, no eran más de veinte personas las que iniciaron la manifestación, avanzando por el antiguo camino de las Diligencias, el cual se mantiene activo desde la época colonial. Dentro de los manifestantes había niños de no más de seis años que sostenían pequeñas cartulinas y caminaban de la mano de sus madres; unos cuantos adultos jóvenes de entre 19 y 25 años, algunos adolescentes y adultos de mediana edad, entonaban desde el inicio consignas que condenaban particularmente la corrupción y un supuesto conflicto de intereses de autoridades municipales que habría afectado a una zona federal protegida, la presa del manantial.
“Dónde están, dónde están, los patos dónde están” y “Susana, atiende, la presa se defiende” fueron los cánticos de lucha que entonaban los manifestantes, entre el sonido del tráfico que se había acuñado, los pitidos desesperados de los transportistas de la zona industrial, y los reclamos hacia algunos de los transportistas por querer circular a alta velocidad sin importarles la seguridad de la comunidad que se manifestaba.
Poco a poco se fueron uniendo a la marcha más personas, algunos vecinos que quedaban de paso, reporteros de medios locales e, incluso, un par de jinetes que apoyaban el movimiento hacían sinfonía con el relinchar de sus caballos, y las heces que alguno de los animales dejó en el camino acompañaban el particular olor a campo de la región.
Los cuerpos de seguridad ciudadana también hicieron acto de presencia, tres camionetas de la policía municipal, una camioneta de la “Policía Violeta” que iba al frente, dos elementos en motocicleta que grababan el evento y un vehículo de protección civil acompañaron a los marchantes hasta el predio de Gustavo González Navarrete, al llegar al lugar, la mayoría de los elementos de seguridad ciudadana decidieron retirarse.
Cuando una de las dirigentes del movimiento terminaba de leer un breve, pero conciso discurso sobre los motivos de su manifestación, González Navarrete, vestido de gorra y chaleco negro, pantalón de vestir café y una camisa a cuadros, empezó a encarar a los manifestantes acusándolos de mentirosos, entre gritos les pedía dialogar, manoteaba con una carpeta transparente que tenía en la mano, mientras los asistentes a la manifestación parecían ignorarlo. “Ustedes contaminan más con el desagüe de sus casas”, “los invito a ver cómo contaminan ustedes” y “¿Por qué no dijeron nada cuando se instalaron las fábricas?, esos si hacen daño” fueron las frases que más repitió González a los manifestantes.
Al lugar también llegó Verónica Guarneros González, integrante de la Secretaría de Obras Públicas del municipio, para tratar de disuadir a la manifestación, al igual que Gonzalo, hizo uso de los gritos y de llamar “mentirosos” a los manifestantes, encaró a quienes habían encabezado la marcha y también a quienes la acusaron de tratar de encubrir un ecocidio, burlándose de los manifestantes y haciendo rabietas en cuanto le empezaron a dar la espalda, ¿Por qué una servidora pública se expondría de tal manera para defender a un particular?, tal vez es porque, según ella, esto es un ataque político de los grupos priistas, debido a que se acercan las épocas electorales.
II.
El 21 de septiembre del 2023, en la presa del “Manantial”, una zona federal protegida por ser un importante cuerpo de agua que ayuda a la prevención de las inundaciones y un santuario de carpas y patos canadienses en Tizayuca, Hidalgo, se llevó a cabo una pequeña manifestación por parte de habitantes de la zona, la razón es muy sencilla: luchan por la conservación de su identidad comunal, luchan por la vida de las especies que desaparecieron de la zona.
En medio de la incertidumbre de la población por el paro de labores de transportistas debido a un grupo de narco-extorsionadores que hicieron parar labores a los transportistas por el asalto y asesinato de un chofer de una ruta local, así como la incertidumbre en las rutas federales por el mismo asunto, habitantes de las comunidades “El chopo”, “Olmos”, “Rancho don Antonio”, “El manantial” y “Huitzila” empezaron a percatarse de la presencia de camiones que transportaban tierra y piedras en el camino hacia la presa del Manantial, estos camiones descargaban en un polígono que es parte del vaso regulador de la presa, un predio expropiado por el gobierno federal desde 1960, el cual está destinado para uso agrícola y de reserva ecológica.
Aunado a esto, los pobladores se percataron de la presencia de distintas lonas que promocionaban la venta de lotes en la zona, el supuesto dueño de las locaciones ofertadas y del predio ejidal es Gustavo González Navarrete, famoso en la comunidad por la venta de lotes para uso residencial y pariente de la presidenta municipal de Tizayuca, Susana Ángeles.
En los trabajos de “emparejamiento de suelo” del particular, se cubrieron alrededor de 6000 m2 del polígono parte del vaso regulador, proyecto que fue realizado a partir del cambio de uso de suelo aprobado por el gobierno municipal desde abril de este año, esto sin tener la aprobación de algún organismo de nivel estatal ni federal.
Por este motivo, por parte de la comunidad se interpusieron 22 denuncias a nivel estatal, federal y municipal, de las cuales la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (PROESPA), Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y Secretaría de Obras Públicas y Ordenamiento Territorial (SOPOT) han dado respuestas positivas a las denuncias.
III.
En una breve entrevista que tuve con la licenciada Begoña Avilés, vecina de la comunidad del “Chopo” y ex directora de la Comisión de Agua y Alcantarillado del Municipio Tizayuca, Hidalgo, entre 2020 hasta mediados del 2022 (durante el gobierno de Susana Ángeles), comentó que la importancia de la conservación de la presa va más allá de la prevención de un desastre natural en el municipio.
Esto lo precisó aún y cuando el recinto fue contaminado con la descontrolada urbanización y el asentamiento de la zona industrial; no obstante, esta región sigue formando parte de la identidad de los tizayuquenses.
Esto porque la presa es la cuna de una importante parte de la vida en Tizayuca, “aunque es un nicho contaminado, sigue generando vidas”, así me lo explicó la es funcionaria al recordar las carpas que antes eran pescadas en el lugar, los patos canadienses que venían a reproducirse o las diversas especies de aves que solían asentarse en el lugar.
La presa forma parte de la tradición y de la identidad cultural de los pobladores, pues hay campesinos que se sienten agradecidos con el lugar porque fue el medio en donde encontraron agua durante la sequía, pero también porque era un lugar en donde las familias se reunían, tanto así que era tradición el ir durante el sábado de gloria.
“La identidad no se pinta, se protege, se asegura”, me dijo como una crítica a las políticas públicas de la actual presidenta municipal, las cuales priorizan el pintado de bardas como un símbolo vacío de “identidad cultural”, olvidando e ignorando los símbolos a los que la comunidad realmente está arraigada.
Hoy la lucha por la presa no es sólo por una rencilla política, ni siquiera por intereses de particulares, es el esfuerzo por proteger la vida e historia del municipio.