La calle del Turco
Por Édgar Velasco / @Turcoviejo
Marcelo Quiroga Santa Cruz fue un político y líder socialista boliviano. Fundó el Partido Socialista en Bolivia y luchó contra el golpe de Estado del general Hugo Banzer; perdió esa lucha y entonces tuvo que exiliarse, primero en Chile, luego en Argentina y después en México. Regresó a Bolivia en 1977, se hizo diputado e impulsó un juicio contra Banzer por los crímenes cometidos durante su dictadura. En julio de 1980, tras otro golpe de Estado encabezado ahora por Luis García Meza, fue hecho prisionero y asesinado por los militares.
A mediados de noviembre de ese año se realizó en México un homenaje para recordar la vida y las luchas de Marcelo Quiroga. La actividad contó con la participación, entre otras personas, del escritor Juan Rulfo, quien en su intervención recordó una charla que tuvo con Quiroga durante el exilio de éste en México. En esa ocasión, contó el autor de El llano en llamas, el boliviano le preguntó cómo habían hecho en México para, después de la Revolución, evitar que las fuerzas armadas cometieran golpes de Estado, como había ocurrido tantas veces en Sudamérica.
Dijo Rulfo que le respondió a Quiroga:
«La única medida, le dije, es matar a todos los generales, y a quienes sobrevivan, enriquecerlos o corromperlos. Desde la época del general Obregón, cuando se inició el descabezadero, él formuló una frase famosa: “No hay general que resista un cañonazo de 50 mil pesos”. Claro que ahora se los dan por millones; pero los tienen quietos mediante la corrupción. De otro modo, en este país proliferarían los generales, ya que después de la Revolución llegó a haber más generales que soldados. Así, se les dio a escoger: el poder o la riqueza. Quien quería ambas cosas, lo asesinaban. Hay que convencerlos de que es mejor vivir tranquilos y ricos a enfrentar los difíciles problemas de un gobernante».
Los dichos de Rulfo no cayeron muy bien entre la tropa, tampoco a su comandante en jefe, José López Portillo. El entonces presidente de México salió a defender a las fuerzas armadas, acuñando la frase “Ningún soldado de la República es corrupto”. El 22 de noviembre de 1980, el diario español El País dio cuenta de la reacción presidencial al discurso del autor de Pedro Páramo: “Polémica en México sobre la corrupción en los altos mandos del Ejército”, dice el titular, y en el cuerpo de la nota, además de referirse al homenaje y el discurso de Rulfo, el periodista Jesús Cebeiro consigna que “el presidente desmintió con toda solemnidad cualquier indicio de corrupción en las filas del Ejército”; de López Portillo, dice: “Es un presidente que ha dedicado una cuidadosa atención al Ejército, cuyos altos valores cívicos ha resaltado siempre que ha tenido oportunidad”.
Desde que llegó a la presidencia, mucho se ha hablado de las similitudes que guarda Andrés Manuel López Obrador con José López Portillo. Entre ellas, sin duda una de las que más destaca es la devoción que profesa el tabasqueño a las fuerzas armadas, a quienes ha defendido en todo momento y, sobre todo, en quienes ha depositado una confianza casi ciega que se traduce en más tareas que de origen deberían ser realizadas por civiles y, sobre todo, en la asignación de más y más presupuesto.
Al igual que el López de finales de los setenta y principios de los ochenta, el López de nuestros tiempos no deja escapar oportunidad para resaltar los “altos valores cívicos” de los milicos. El caso más reciente, la defensa que hizo como respuesta a las acusaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, en el sentido de que las fuerzas armadas habían ocultado, manipulado y/o entregado de manera parcial sesgada información necesaria para esclarecer la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Es sólo un botón de muestra, pero ejemplos sobran.
En su discurso, Juan Rulfo afirma que a los militares se les había dado a escoger entre el poder y la riqueza. Al parecer, López Obrador decidió acabar con el dilema y les ha dado cada vez más poder, traducido en cada vez más riqueza.
Como mi cabeza no funciona del todo bien, me acordé de Rulfo, los militares y los López mientras se hacía oficial lo que ya todos sabíamos: que Claudia Sheinbaum será la candidata de Morena en las elecciones presidenciales de 2024. Me acordé porque con ello se garantiza que, al menos en el tema de la seguridad, continuaremos en la ruta marcada por López Obrador, que es la ruta marcada por Enrique Peña Nieto, que es la ruta marcada por Felipe Calderón: militarismo y militarización.
Dijo Rulfo: “Hay que convencerlos de que es mejor vivir tranquilos y ricos a enfrentar los difíciles problemas de un gobernante”. Nada dijo de las bondades de administrar el presupuesto. Los cañonazos siguen llegando por millones.
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Adenda: por estos días se cumplieron tres años de que La calle del Turco se publica en ZonaDocs. Son más o menos como 150 viernes: gracias a quien no deja de venir a pasearse por esta calle. Y gracias, también, a quienes dirigen este congal: por la apertura, sí, pero sobre todo por la paciencia.