Transeúntas es una colectiva que busca visibilizar el derecho a transitar las ciudades de mujeres y disidencias, quienes diariamente se enfrentan al acoso, la hostilidad de la infraestructura, inseguridad; particularmente en el panorama local, incluso el miedo a ser desaparecidxs, esto en el contexto de Guadalajara.
Según esta organización, en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) solamente el 30% de la población se moviliza en automóvil, el resto utiliza otras formas de transporte lo que incluye a peatones. A pesar de ello, no hay infraestructura adecuada para ellas y ellos, ya que la ciudad ha sido construida para priorizar la movilización de los automovilistas.
Por Leslie Zepeda / @lesszep2
La ONU-Habitat reconoce que “el Derecho a la Ciudad es el derecho de todos los habitantes a habitar, utilizar, ocupar, producir, transformar, gobernar y disfrutar ciudades, pueblos y asentamientos urbanos justos, inclusivos, seguros, sostenibles y democráticos, definidos como bienes comunes para una vida digna”.
En éste la organización también resalta la importancia de adaptar las ciudades a las necesidades de las mujeres para que ellas también gocen de este derecho:
“Una ciudad/asentamiento humano de igualdad de género, que adopte todas las medidas necesarias para combatir la discriminación contra las mujeres y las niñas en todas sus formas.”
Precisamente esta visión fue la que motivó a Triana Zepeda a formar la colectiva Transeúntas. Ella es originaria de Querétaro, arquitecta de profesión y quien en los últimos años se ha especializado en temas de urbanismo. Su inquietud surgió desde que ella como transeúnta notó una notable desigualdad hacia las mujeres y disidencias al caminar su ciudad. Por ello, desde una visión académica comenzó a investigar, realizó caminatas para identificar problemáticas constantes.
El miedo es la respuesta constante a las limitantes que las mujeres enfrentan diariamente al ejercer su derecho a la ciudad. Triana encontró que las mujeres y disidencias se topan con violencia sexual, hostilidad en la infraestructura de la ciudad, violencia vial entre otros:
“Me di cuenta que el tránsito en las ciudades no es igual para todas las personas, sobre todo para las mujeres, para las disidencias, para las mujeres que se hacen cargo del cuidado. Como mujeres siempre vamos cuidándonos o cuidando a alguien más, siempre vamos con la expectativa de nuestro cuidado, de nuestra seguridad y pocas veces nos detenemos a disfrutar la ciudad. Creo que el detenerse el disfrutar el gozar las ciudades, pues es también revolucionario, no, porque el miedo a ser acosadas o el miedo a ser atropelladas, no solo es el miedo a una persona sino también a un auto”.
Triana argumenta que la vulneración a este derecho deviene desde una problema de raíz, de un sistema patriarcal, además de otros, que relega a las mujeres en diferentes sentidos, en este caso a la esfera privada que limita incluso el caminar de las mujeres en las ciudades.
“No sólo es el espacio público, no también es el horario, como que a nosotras nos han arrebatado lo público históricamente, como dice dicen las investigadoras, a los hombres se les les otorgó el espacio público y a nosotras un espacio privado, un espacio en donde nos hacíamos cargo del cuidado y las tareas del hogar”, afirma la activista.
Aunado a lo anterior, se suma el pensamiento de la investigadora Shelley Buckingham en su artículo Análisis del derecho a la ciudad desde una perspectiva de género, donde apoya esta idea:
“En la esfera urbana, el uso irrestricto del espacio público puede ser a la vez un lujo y una fuente de temor y miedo a la violencia. Dentro del derecho a la ciudad, satisfacer un derecho neutral al uso de espacios públicos no toma en cuenta las relaciones patriarcales de poder y control que se producen en esos mismos espacios. Para las mujeres, existe un riesgo mucho mayor de violencia sexual que para los hombres y, como resultado de ello, tienden a evitar ciertas zonas que consideran peligrosas. Al limitar su movilidad a causa del temor, las mujeres reproducen involuntariamente la dominación masculina sobre el espacio”.
Este es un tema complejo que engloba diversos problemas que se representan en la limitación de las mujeres y disidencias en gozar su derecho a la ciudad. En este sentido, Triana Zepeda reconoce que el hecho que las mujeres se les haya impuesto el rol de cuidadoras también recae en el poco tiempo que tienen para difrutar de caminar la ciudad, ante jornadas excesivas de trabajo no remunerado en sus hogares es, probablemente, solamente la noche cuando tendrían tiempo de hacerlo, sin embargo es cuando a mayores peligros se enfrentan.
“De ahí que las ciudades nos excluyan, prácticamente nos escupen, porque están hechas para el hombre, para el disfrute del hombre y entonces, transeuntas eso trata de hacer, ser una plataforma para visibilizar nuestras distintas experiencias, nuestras distintas necesidades en la ciudad, enunciar nuestra realidad para que poquito a poco se construyan ciudades más seguras e incluyentes para nuestro tránsito”, relata Triana.
Comenta como para las mujeres el miedo comienza incluso antes de salir de casa, desde cómo saldrán vestidas, qué ruta tomarán, el horario en que lo harán, todo con la finalidad de evitar una agresión; de nueva cuenta una limitante para caminar libremente por la ciudad. Por ello la necesidad, por ejemplo, de alumbrado público en la ciudad que no sea amurallada, que no obstaculice la visibilidad de posibles violencias.
Las dificultades diarias se deducen al acoso, la violencia sexual en sí, la hostilidad en la infraestructura de las ciudades, violencia vial: “Un problema sistémico y social que veo, que no hay en Querétaro, y que puedo decir que acá sí -Guadalajara- es el miedo a ser desaparecida, no solamente que me acosen, que me roben, sino a ser desaparecida. Este es otro tema que influye y que nos arrebate el derecho a la ciudad”.
“Si nos violentan al caminar, al andar en bici, al usar el transporte público, al andar también en carro, entonces ¿cómo nos movemos? otra vez este sistema nos obliga a estar encerradas en casa. porque tenemos miedo a ser violentadas, sea cual sea nuestro tránsito”, cuestiona la investigadora.
Mucho de esto se traduce también en la prioridad que se le ha dado a los automóviles en el tránsito de las ciudades, esto a pesar de que las personas peatonas son las primeras en la pirámide de movilidad.
Respecto a esto, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) durante los últimos 20 años el parque vehicular en Jalisco se ha duplicado y la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) concentra más del 63 por ciento. En 2021 esta dependencia afirmó que este porcentaje representó 2 millones 661 mil 363 automóviles en circulación.
“Solamente el 30% de la población en Guadalajara usa el auto ¿qué pasa con el 70% de la otra población? ¿Cómo se nos beneficia? las ciudades de esa forma no son incluyentes. El espacio no se distribuye, sigue siendo excluyente si le seguimos dando importancia al auto. La respuesta es poner atención al diseño, no? Y al mantenimiento de los espacios públicos en torno a las personas y no a un carro de cuatro llantas”, sentencia Triana Zepeda.
Parte de la infraestructura hostil son los conocidos como puentes peatonales pero que realmente son puentes anti peatonales según Transeúntas, ya que afirma que estos se hicieron para que los autos no se detengan, es decir, para el beneficio y comodidad de los automovilistas.
“Estos puentes anti peatonales representan muchísimas dificultades, justamente para las mujeres porque son prácticamente cuevas de lobos, hablando de inseguridad, pero hablando de accesibilidad universal, muchos no tienen rampas, muchos son de escaleras o si son de rampas no tienen el porcentaje de inclinación requerido Mucha gente que se dedica a los medios, culpa a la víctima, se murió, no lo atropellaron, se murió porque no cruzó”.
En el caso de los anti puentes que no limitan su uso, de cualquier forma significan un gasto de tiempo mayor al que debería. “Mucha gente no tiene tiempo de verdad, de subir y bajar un puente, decide hacerlo por debajo, como debería ser, y se nos culpa por eso, porque morimos atropellados atropelladas”, indica Triana.
Por ejemplo, como parte de las acciones de Transeúntas, hace algunas semanas realizaron una auditoría a tres puentes anti peatonales en la Av. López Mateos, esto en coordinación con La Liga Peatonal, una red a nivel nacional que reúne a colectivas y colectivos que trabajan por el derecho a la ciudad.
Encontraron que todos se encuentran en tan sólo tres kilómetros, lo que significa muy poca distancia entre cada uno. Asimismo, durante el trabajo de campo descubrieron que en uno de estos puentes tardas más de cuatro minutos en pasarlo, cuando, aseguraron, un paso a nivel sería menos de un minuto el recorrido. Ahora, esperan entregar oficios con esta información a la Secretaría de Movilidad para que sean atendidas sus demandas.
Triana Zepeda insiste en que la soluciones para esta infraestructura es, en primer lugar, quitar los puentes anti peatonales, en su lugar colocar pasos a nivel que resultan mucho más económicos, seguros y estructurados específicamente para peatones en su diversidad como mujeres, disidencias y personas con alguna discapacidad motriz.
“Siempre estamos atentas y cuidadosas a no ser atropelladas, a no ser violentadas y eso también nos arrebata el querer gozar la ciudad”, declara.
Desde su perspectiva, hay mejoras más urgentes, como por ahora lo principal es mejorar el estado de las banquetas, contar con alumbrado público, ya que los espacios oscuros dan la percepción de inseguridad. Incluso comenta que para las personas peatonas la sombra es muy importante, “entonces no hacer junglas de concreto, sino plantar árboles para que también nos brindan una percepción de mayor confort, mobiliario urbano como bancas”.
Para ella la organización colectiva es fundamental para tratar de mejorar esta situación, sin dejar de lado que las autoridades son las únicas responsables y con capacidad económica y gestora de brindar el derecho a la ciudad para todas, todos y todes. Es decir, son ellas las que pueden comenzar a cambiar la infraestructura, en este caso de la Zona Metropolitana de Guadalajara, de brindar alumbrado público, de brindar seguridad, entre otros aspectos.
“Desde el activismo desde su sociedad civil organizada nuestra tarea es hacer evidente estas problemáticas, seguir saliendo a la calle, seguir alzando la voz para que así podamos llamar la atención de gobiernos e instituciones y hagan algo en corto, mediano y largo plazo”.
¿Qué busca Transeúntas?
Triana es la persona detrás de Transeúntas, ella es quien gestiona la realización de las actividades que ahora se centran en caminatas con diversos objetivos. Inicialmente surgió como su investigación para la obtención de grado y se ha convertido en un aliciente para continuar en la búsqueda de espacios que permitan la libertad, seguridad y recreación de mujeres y disidencias en las calles de las ciudades.
“Concluí mi maestría o la investigación y seguimos con estas caminatas, que para mí caminar siempre es la respuesta a todo, cuando me siento mal, cuando me siento triste, enojada, caminar para mí es muy sanador y bueno también caminar, creo que es como una conoce la ciudad del todo, como acuérparla, reconocer tu huella, moverte porque implica eso, movernos”.
Desde la experiencia individual comenzó a organizar caminatas también en Guadalajara y ha decidido nombrar a Transeúntas como una colectiva gracias a todas las mujeres y disidencias que se han acercado, compartido de experiencia y convertido en compañeras de esta resistencia.
Una de las metas que tiene desde Transeúntas es que estas actividades e investigaciones de campo tengan un alcance nacional, es decir, tener diagnósticos de las ciudades de México en su derecho como peatonas. Hasta el momento, además de Querétaro y Guadalajara, también ha realizado actividades como caminatas en Pachuca, Saltillo y próximamente Ensenada.
“Es mi sueño, que se pueda extender Transeúntas, que no sea una ciudad, sino una plataforma en donde se camina, donde se investiga, donde se analiza, donde nos ponemos los lentes de perspectiva de género para analizar el entorno urbano repartir la palabra peatonal y la palabra con perspectiva de género es es mi sueño, poder lograr caminar en muchas ciudades”, añade la investigadora.
Una de las principales metas es que logren salir a caminar sin miedo, sin limitantes y con ello gozar del derecho a la ciudad, lo que ésta tiene por mostrarles y las experiencias que el miedo a la inseguridad les quita continuamente, en la ciudad y en diferentes aspectos de su vida: “En Transeúntas también buscamos sí, analizar, tratar de hacer el cambio, pero también gozar las caminatas aprovechar la colectividad, hacer un poquito el miedo a un lado gozar la ciudad y reclamar nuestro derecho”.
La importancia también está en hacerlo desde una perspectiva de género para identificar, desde sus vivencias, la forma en que los sistemas opresores, como el patriarcal, han restringido su paso por la ciudad.
“Ha sido ha sido un trampolín para crecer mucho individualmente, pero he aprendido un montón, no solamente de mí como posible autogestora de este proyecto, sino también de las de las chicas y las disidencias que han participado, cómo expresan sus necesidades, como expresan sus sentires eso en el espacio público. También he encontrado cuidado, amistad y colectiva. De las caminatas salimos este siendo amigas amigas, amigues”.
Cada caminata tiene una finalidad y temática diferentes, como conocer tu ciudad, o analizar puentes anti peatonales. Por ejemplo, tuvieron una donde después de la marcha del 8M analizaron las pintas realizadas durante la misma. Por ahora esta es la actividad principal, pero para el futuro, Triana Zepeda tiene pensado realizar talleres al respecto o incluso de cartografía.
En sus redes sociales se encuentra la información completa para integrarse a alguna de estas caminatas. Las puedes encontrar como @Transeúntas en las distintas plataformas.