La calle del Turco
Por Édgar Velasco / @Turcoviejo
Con algunas variantes que dependen de quién lo cite, hay un verso más o menos popular que afirma: “Nunca regreses al lugar donde un día fuiste feliz”. La afirmación se sustenta en el argumento de que lo más probable es que, al volver tirado por la melancolía, quien regrese a ese lugar descubrirá que nada es igual y que, por lo tanto, no encontrará esa felicidad aguardando su regreso y, por el contrario, sólo hallará la tristeza que desata la nostalgia.
Me acordé del verso escuchando los spots que, en el marco del quinto informe de gobierno, han comenzado a saturar la radio y la televisión. En ellos se puede escuchar y ver a Andrés Manuel López Obrador recitando algunos de los que considera logros de su administración y rematar con una de sus frases bandera, una de las que le dieron mayores dividendos cuando era candidato: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
En política no hay casualidades, dicen. Por eso, no puedo evitar cierto recelo al escuchar de nuevo el eslogan publicitario —porque política pública no es, definitivamente— justo unos días antes de que se haga oficial la candidatura de Claudia Sheinbaum por Morena. Poco falta para que la exjefa de gobierno incorpore la frase a su campaña, toda vez que ya ha venido practicando el ¿ritmo? y el acento y el vocabulario de López Obrador. Tampoco debe ser casual que la encuesta de Morena se realice justo en los días previos y posteriores al informe, habida cuenta de que se ha querido vender a Sheinbaum como la candidata de la continuidad: “Miren todo lo que hemos hecho y que va a continuar con #EsClaudia. Primero los pobres”.
La segunda vuelta de la frase y la realización misma del informe vinieron a reforzar una idea que traigo en la cabeza y que tiene que ver con el universo paralelo en el que viven las y los políticos en México, para quienes no hay nada más importante que sus intereses personales y partidistas disfrazados de gesta heroica para salvar al país de los daños que ellos mismos han causado. Y no hay nada que sea lo suficientemente importante para trastocarles el calendario.
Para muestra de esto último, el 30 de agosto. Mientras en el mundo y en México se alzaban las voces para recordar el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones, los partidos políticos estaban enfrascados en sus temas electorales. En una esquina, al PRI le pareció que no había mejor fecha para anunciar que Beatriz Paredes abandonaba la contienda para obtener la candidatura de la ¿oposición?, dejando así a Xóchitl Gálvez como la ganadora. Para los partidos de la Alianza fue más importante el anuncio que brindar una palabra de apoyo para las familias, ya no digamos plantear un plan de acción para conseguir la presidencia y frenar la crisis y dar con el paradero de las más de 100 mil personas desaparecidas que hay en el país.
La fecha tampoco fue importante para Movimiento Ciudadano, que el martes y el miércoles nos regalaron un episodio más de su novela Ay, Jalisco con te rajes, que compite en rating politiquero con la serie El infierno de Dante.
Desde la dirigencia nacional salió una carta que otra vez prendió la mecha de Enrique Alfaro y sus “amigas y amigos de proyecto”, que andan como gallinas descabezadas tratando de demostrarle a todo el mundo de que “Jalisco nunca pierde y cuando pierde, arrebata”, aunque no sepan ni qué van a perder ni a quién se lo van a arrebatar.
Los emecistas jaliscienses de ¿renombre? están muy apurados por salir en la foto apoyando a Alfaro y repetir como loros que están del lado del “proyecto” del gobernador, aunque éste “proyecto” haya llevado a Tlajomulco a ser un crimen inmobiliario monumental y una fosa clandestina gigante; haya convertido a Guadalajara en un paraíso para la burbuja inmobiliaria a costa de su salud ambiental y de la dotación de servicios; haya colocado a Jalisco como el estado número uno en desaparición de personas. Ni siquiera la reciente tragedia de Lagos de Moreno, de la que ya no ni avances ni noticias y cuya atención se ha venido diluyendo, sirvió para que hicieran autocrítica: en su universo paralelo es más importante el calendario electoral.
Y así se nos van los días, con las tragedias acumulándose como el agua que inunda las calles por las típicas tormentas atípicas de Guadalajara, mientras las y los políticos se esfuerzan por volver al único lugar donde pueden ser felices: las campañas electorales. Y que se jodan todos.