#HastaEncontrarles
En los primeros ocho meses de 2023 se ha denunciado la desaparición de mil 512 niñas, niños y adolescentes en México.
Las fallas en los protocolos, la inseguridad, la violencia y la propia indiferencia de la población son algunos de los factores que contribuyen a la crisis de desapariciones de infancias y adolescencias en el país.
Daniel de 16 años y Eliott de 14 años, fueron desaparecidos en Jalisco y Guanajuato, respectivamente. A los menores de edad, el Estado les falló y pese a los años, sus familias siguen buscándolos, hasta encontrarlos.
Por Aletse Torres / @aletse1799
Ilustraciones: Ivanna Orozco
¿Dónde están las niñas, niños y adolescentes que no regresaron a casa? es una pregunta que siguen sin resolver miles de familias que continúan en la búsqueda de sus “amores” desaparecidos durante su infancia y adolescencia.
En México, existe un registro de más de 15 mil personas menores de edad que no han regresado a sus hogares. Y pese a la implementación de los protocolos de búsqueda especializados en infancias como Alerta Amber y el Protocolo Alba (en el caso de niñas y adolescentes desaparecidas), la incidencia del delito continúa creciendo en el país.
Araceli busca a su hijo Daniel Rodríguez Sandoval de 16 años, desde el 18 de julio de 2020 en el municipio de Teocaltiche, Jalisco. Y Elvira Ramírez, a su nieto Elliot Janick Barrios Molina, de 14 años, desaparecido el 22 de marzo de 2019 en Celaya, Guanajuato.
¿Cuántas niñas, niños y adolescentes siguen desaparecidos?
En México, 16 mil 754 personas menores de edad se encuentran reportadas como desaparecidas y no localizadas en el país, cifra que ha aumentado desde la guerra contra el narcotráfico. Tan sólo en los 8 meses que van del 2023 se han registrado mil 512 casos, lo que representa un 9% del total.
A nivel nacional, el 36% de los casos registrados se concentra en 3 de los 32 estados del país: el Estado de México con 3 mil 152, Tamaulipas 1 mil 736 y Jalisco 1 mil 205, acorde al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).
En Guanajuato el municipio que contabiliza el mayor número de casos, es el de Celaya, con 30 en total, representando el 16.6% de los casos.
Elliot Barrios, fue desaparecido en Celaya, cuando iba de camino a casa de su abuela paterna.
“Mi nieto iba de camino, iba en su bici y por darle la vuelta a la colonia, por el asesinato que habia en la calle que tomaba siempre, lo desaparecieron. Y no es el único, aquí en Celaya hay muchas mamás como yo, buscando”.
Por otra parte, en Jalisco, los seis municipios donde más menores de edad fueron desaparecidas y desaparecidos son: Guadalajara (281), Zapopan (201), Tlajomulco de Zúñiga (116), Tlaquepaque (91), El Salto (69) y Tonalá (58).
Esto significa que los municipios del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) concentran el 67.7% del total de desapariciones de menores de edad en la entidad.
Daniel Rodríguez Sandoval, es de Guadalajara, pero fue desaparecido junto con su amigo Bryan en los Altos de Jalisco, específicamente en Teocaltiche, municipio que cuenta con 11 casos de desaparición de personas.
Mayra Hérnandez, fundadora de Back Home, explicó que las desapariciones pueden ocurrir en cualquier lado, tanto en zonas “rojas” como en zonas más “seguras”, sin embargo, las infancias y adolescencias son mayormente vulnerables a la desaparición, en medio de un contexto de desprotección e inseguridad.
El perfil de la niñez y adolescencia desaparecida
Pero ¿quién desaparece en México? Mayra Hernández, señaló que quienes corren mayor riesgo son las niñas y adolescentes mujeres, especialmente para el crimen organizado y las redes de trata de personas. En cuanto a los adolescentes hombres y niños el esquema de la trata de personas se concentra en el reclutamiento y el trabajo forzado.
A nivel nacional, 8 mil 999 (53%) de los casos de desaparición corresponde a niñas y adolescentes mujeres, le siguen los niños y adolescentes hombres con 7 mil 680 casos, esto de acuerdo con el RNPDNO.
Y es que, en cuanto a la edad, se nota un aumento de reportes en las y los menores de 14 años en adelante.
Pero quienes tienen mayor vulnerabilidad son las personas jóvenes de 17 años, quienes contabilizan 2 mil 897 casos (17%); esta es la edad que cumpliría Daniel meses después de su desaparición. Dato con el que concuerda Mayra, ya que observa que en adultos jóvenes las desapariciones aumentan de 18 a 28 años de edad y entonces, al estar tan cerca de los 18 años, son más vulnerables al delito, asegura.
¿Por qué sigue pasando la desaparición?
En el incremento de la desaparición de la niñez y adolescencia en México se encuentran una mezcla de factores que lo permiten, involucrando a varios actores y tipos de modus operandi, como el secuestro, la trata y explotación sexual.
Tania Ramirez, directora de la Red por los derechos de la Infancia en México (REDIM), explicó que la delincuencia organizada recluta a las infancias en mayor estado de vulnerabilidad, aprovechándose de sus condiciones de vida marcadas por desigualdades, la deserción escolar o la falta de acceso a la escuela, el consumo de drogas y la falta de oportunidades.
Igualmente, identificó que las desapariciones pueden ser consecuencia de las violencias que viven dentro del hogar las niñas, niños y adolescentes. Esto, como una estrategia de sobrevivencia, la cual puede arrojarles a ser víctimas de la delincuencia organizada.
Otro factor, son las redes sociales, las cuales se han convertido en la principal fuente de captación de menores de edad, en dicha modalidad se destaca el reclutamiento de todos los niveles, no sólo para actividades delictivas, sino también actividades lícitas que exponen a las infancias a otras formas de explotación.
Por otra parte, Ramirez puntualizó que la impunidad es una constante en la crisis de las desapariciones de niñas, niños y adolescentes. Y que esta dinámica estructural permite que el delito se siga cometiendo sin consecuencias.
Al respecto, solamente hay 36 sentencias en el país por las desapariciones de más de 100 mil personas, acorde a datos oficiales recogidos por el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU. Es decir, existe casi un 100% de impunidad en materia de desaparición.
“Nosotros hemos observado que son 0 casos los que han sido adecuadamente investigados y no se ha dictado ninguna sentencia por la desaparición de algún niño, niña o adolescente” comentó la directora.
La constante falla de los protocolos
Para activar una Alerta Amber por la desaparición de una persona menor de edad es que está cumpla con este requisito, es decir que tenga hasta 17 años. Luego, que la persona se encuentre en riesgo inminente de sufrir daño grave a su integridad personal, por motivo de ausencia, desaparición, extravío o privación ilegal de la libertad en el territorio nacional. Y, finalmente, que exista información suficiente sobre el o la menor de edad (nombre, edad, sexo, entre otros).
Estas tres características estaban presentes en el caso de Daniel, pese a eso, jamás se activó la Alerta Amber en Jalisco, acorde a su mamá Aracely:
“Amparo Ramos dijo que también iba a subir la ficha de mi hijo, pero jamás lo subió. Después de cuatro meses nos dijo que los iba a subir como prealerta, pero no podemos saber porque no se ve en la plataforma”.
Dos años después, cuando cumplió los 18 años, le dijeron que ya no “era un menor de edad”,sin importarles que al momento de la desaparición lo era y debían buscarle como tal.
Por su parte, Elvira narró que Elliot si obtuvo la Alerta Ámber, pero esta fue emitida tres días después, proceso que lamenta, ya que ahora sabe que las primeras horas son cruciales en una desaparición.
Además, manifestó que las autoridades cometieron un error con la fotografía, puesto que, pusieron la de otro niño que había desaparecido durante la misma temporalidad. Sí ellas no hubiesen notado el error, la ficha no se hubiera modificado:
“…hubo otro error, fue la fotografía, le pusieron la de otro muchachito que desapareció en la de Elliot. Mucha gente empezó a compartir eso, nosotros vimos y mi hija se fue a que cambiaran la fotografía”.
Actualmente, la alerta de Elliot está desactivada, puesto que cumplió los 18 años y ya no es un menor de edad. Su abuela, compartió que su ficha ya es de otro color y la bajaron de la página oficial de Alerta Amber Guanajuato.
Tania Ramirez, compartió que más que una falla de los protocolos, se trata de una deficiencia de conocimiento sobre su funcionamiento entre las autoridades, ya que pese a que existe el Protocolo Adicional para la Búsqueda de Niñas, Niños y Adolescentes (PANNA), la Alerta Amber y el Protocolo Alba, la situación de las familias buscadoras no ha cambiado mucho.
Tanto Aracely como Elvira conocen las obligaciones que las leyes y protocolos demandan a las autoridades, por ello, identifican todo aquello en lo que les han fallado; negándoles sus derechos (como la activación de la Alerta Amber) o a la búsqueda (obstaculizando su caminar) sin fundamentos.
Frente a este contexto, las familias no sólo lidian con la desaparición de sus “tesoros”, sino que son violentadas sistemáticamente, estructuralmente e institucionalmente por las autoridades.
La directora de REDIM, comentó que a la niñez y adolescencia desaparecida también se les violenta con estas fallas, violando sus derechos a una vida libre de violencia, a la identidad – por quienes son sustraídos-, a la búsqueda, al de acceso a la justicia, entre otros.
“Yo no pienso parar, hasta encontrarlo”
Cuando fue desaparecido, Elliot tenía 14 años. Hoy tiene 18. Su abuela comparte que aquel día tenía puesto un pantalón de mezclilla azul oscuro, una camisa blanca, unos tenis negros con suela color café y su bicicleta color rojo.
Han pasado 4 años de la desaparición de Elliot y el caso “sigue igual”, dice su abuela, pese a la activación de la Alerta. Según declara su abuela, las autoridades no la han apoyado en su búsqueda, lo que la ha llevado a buscarle de manera independiente, siguiendo pistas sobre posibles lugares o personas que podrían conocer el paradero de su nieto.
Elvira tiene 64 años, de los cuales cuido 10 a Elliot, para ella es como un hijo y, no encontrarlo, duele “inmensamente”. No piensa parar hasta encontrarlo, sin importar “que le lleve lo que resta de vida hacerlo”.
Aracely ve el cuarto de su hijo vacío desde hace 3 años, la casa “no es la misma” y ella tampoco lo es. Después de casi un año esperando a que la Fiscalía del estado de Jalisco actuara, se cansó y fue cuando se unió a un colectivo, para poder difundir la dicha de su hijo y respaldarse con sus compañeras de lucha.
Ambas buscadoras, le exigen a las autoridades una respuesta en sus casos, apoyo en la búsqueda y sobre todo, que les regresen a sus tesoros desaparecidos: