Frente al depredador inmobiliario, Geochicos resisten

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Cobos o el “Bosque de Agua” es un área natural ubicada al sur de  la ciudad de Aguascalientes. Cada árbol de mezquite y cada cuerpo de agua cuenta la historia de la vida que han albergado desde la prehistoria, actualmente el bosque está en riesgo debido a la expansión de los desarrollos inmobiliarios. Las infancias y adolescencias de la comunidad Los Parga son protagonistas en la conservación del espacio.

Por Georgina Macías / @Gin_a_mar 

¿Qué es lo que más me gusta?, la tierra, porque caminó sobre ella…” contó Cruz una niña de 8 años, en un dibujo sobre su comunidad. Una frase simple y rotunda en la que coinciden activistas y defensores del Bosque Cobos que por décadas se ha visto amenazado por la industria y, recientemente, los desarrollos inmobiliarios. 

Los Parga es una de las tres comunidades cercanas al Bosque Cobos, las otras dos que le rodean son Malacate y San Miguelito. La zona está ubicada apenas a 28 minutos del centro de la ciudad, con dirección al sur oriente. Los mezquites, nopales y huizaches, además de más de 100 especies nativas de la entidad, componen 20 mil hectáreas de territorio vivo. Aquí también yace la Subcuenca hidrológica Cobos-Parga-San Francisco -un cuerpo de agua rodeado por montañas altas que permiten el flujo y filtración del agua directo al acuífero- y con ello la alimentación a los principales flujos de agua aledaños y, además, es afluente del río San pedro.

“Sobre la tierra camino” Cruz de 8 años, perteneciente a la comunidad Los Parga. Fotografía de Jacqueline Victoria.

En la comunidad de Los Parga  en 2020 se contabilizaron más de 70 familias, parecen pocos habitantes, pero es de las comunidades más pobladas del municipio, sin mencionar que muchas de las personas que habitaban ahí han tenido que salir en búsqueda de mejores oportunidades laborales. 

Mi tío es soldado y vive en Acapulco, mi papá trabaja en Estados Unidos, mi primo también” mencionaron entre platicas las adolescentes de la comunidad. Pero, también dentro de la comunidad gran parte de las familias siguen dedicándose a trabajar la tierra, además de tener animales como vacas, gallinas, cerdos y borregos.

La presencia de fauna para la comunidad es parte principal de su estilo de vida,  las y los niños son quienes se encargan de contar lo que observan.

“Me gusta el monte, los árboles y los pájaros cuando cantan”, cuenta Cristian de 14 años.

Ave carroñera, al interior del bosque. Fotografía de Jacqueline Victoria

“Tortugas Casquito, ¿Tortugas casquito?, bueno ya solo quedan los caparazones”, platicó Raúl un adolescente de 14 años, que él y tres generaciones de su familia  han habitado en la comunidad los Parga. 

Carlos Flores, voluntario, defensor del área natural y autor del artículo Cobos, el Bosque de los patrimonios naturales y culturales de Aguascalientes, habla de la relevancia de la tortuga casquito y la nombra como “un fósil viviente”, derivado de su valor prehistórico, ya que esta especie convivió con mamuts de pradera, dientes de sable y otras especies.

Actualmente se encuentra en peligro de extinción y en el Bosque Cobos, su aparición, ahora, es casi invisible, aunque, según cuentan las y los niños de la comunidad, hace pocos años era más común su visibilidad. 

“Esta especie sobrevivió a la extinción masiva que acabó con toda esa fauna grande de mamíferos y siguió viviendo, pero en  2023,  prácticamente está a punto de colapsar la población de tortuga casquito, los pocos ejemplares que logran reproducirse, las crías por instinto se dirigen al agua y ahí es donde encuentran su tumba; en el agua contaminada con todo tipo de químicos y de desechos tóxicos que arrojamos a los arroyos como si fueran drenajes industriales”, explicó con desánimo el defensor.

Hace un par de años aún era posible que la comunidad disfrutará de los cuerpos de agua que rodean este paisaje semiárido, en especial las y los niños que en verano nadaban en el Estanque de las mulas. Ya no pueden. El agua tiene un olor fétido, que hace parecer que ya no tiene vida. Y es que se ha mezclado con los desechos que corren desde la zona urbana, oriente y norte de la ciudad.

Los caminos de agua negra que llega al estanque de las mulas, donde antes solían jugar las y los niños. Fotografía Georgina Macías.

Según el Programa de Desarrollo Urbano 2040 es necesaria “una normatividad y reglamentación que restrinjan o prohíban el establecimiento de infraestructura y/o desarrollos sobre zonas susceptibles de recarga del acuífero, en materia de ocupación inmobiliaria formal y/o asentamientos informales, el vertido de aguas negras, el cual debe de cumplir con el mínimo de la NOM-014-CONAGUA-2003.

Esto implica un tratamiento adecuado del agua que no sea dañino para ninguna persona y especie, además que permita una correcta y sana filtración a los acuíferos. 

Sin embargo estas condiciones escritas en el propio documento oficial,  han sido ignoradas por las autoridades responsables; lo que ha llevado a organizaciones y colectivos -que trabajan en defensa de la zona desde hace más de una década- a intervenir con su activismo para lograr el restablecimiento del área natural. 

No ha sido sencillo

Los daños son drásticos y rápidos, lo que por miles de años funcionó como un asentamiento de diversos grupos prehispánicos sedentarios y el refugio de animales silvestres y gigantes, hoy es el vertedero de aguas negras y el tiradero de restos de construcción.

Y cada vez más se aproximan las planchas de concreto y casas blancas en serie.

 

Dibujo de la Izquierda por Maria de 10 años, dibujo de la derecha por Cruz 8 años. 

“Alla se ve Lunaria”

Raúl y su hermano Ernesto acompañados de Isabel Cornejo, activista y líder del colectivo de los Geochicos.  Fotografía Georgina Macías.

Lunaria es un desarrollo inmobiliario del Grupo San Cristóbal. Es una de las muchas intervenciones que ha tenido la zona. Cuentan los ambientalistas que los daños comenzaron desde la expansión de la ciudad con la llegada de la Ciudad Industrial en la década de los 80s y la construcción de otros fraccionamientos cercanos, por ejemplo: Lomas del Ajedrez, Paseos de San Antonio, Hacienda San Marcos, entre otros. Dañando el área paulatinamente. A esto se han sumado otras actividades humanas e industriales,  como las ladrilleras, la quema ilegal de desechos, incendios o la tala de árboles. 

Según el Programa de Manejo de Área Natural Protegida Categoría Gestión de Hábitat de Especies Bosque de Cobos-Parga, el área tiene una superficie de 176.6605 hectáreas protegidas a nivel estatal y la no intervención de ninguna industria, infraestructura o desarrollo inmobiliario para la  preservación de la zona y de las especies que habitan. 

Los ambientalistas recuerdan en especial en el 2012 cuando el Instituto Municipal de Renovación Urbana, -órgano que ya opera en la actualidad- tuvo que llevar a cabo la cancelación del proyecto del fraccionamiento Centenario de la Revolución. Este fraccionamiento comprendía 130 hectáreas y rondaba las 10 mil viviendas. Sin embargo, no siempre se ha conseguido detener las construcciones, hay casos dentro de la misma subcuenca de Cobos,  donde estas inmobiliarias han destruido importantes humedales, tal es el caso del humedal de San Francisco con la llegada del fraccionamiento “Ronda Residencial” del Grupo Soldi.

Zona sur-oriente de Aguascalientes en el año 2015 en comparativa con el presente año. Elaboración propia.

“Si desde que llegaron los fraccionamientos de allá arriba vimos que el agua llegaba negra, sus tratadoras de agua no sirven, hace dos años aún podíamos meternos al estanque, hoy ya no podemos”, platica Raúl.

Aproximadamente en la zona periférica de la ciudad oriente y sur  del estado vive el 30% de los habitantes. Dentro de esta área, los índices de delitos son más altos y las áreas de recreación y esparcimiento  para las infancias y adolescencias son lejanas, incluso, inexistentes. 

“Me gustaría que hubiera un parque” dice Paola de 12 años.

George Monbiot escritor y periodista britanico en su artículo “Que el niño vuelva a la naturaleza” del año 2015 explica que las infancias mejoran su calidad de vida y su desarrollo cognitivo gracias al tener contacto directo con los espacios naturales “mejoran su memoria a largo plazo, su concentración y aprendizaje” advierte en el texto.

Además otro de sus artículos del mismo año “El niño interior” describe cómo las infancias han sido dejadas de lado al realizar nuevas construcciones urbanas.

“La infancia está perdiendo sus territorios… ¿dónde juegan los niños? Los espacios compartidos en la urbanización tienen el encantador ambiente del patio de una cárcel: pavimentados y rodeados de verjas de casi tres metros de altura. Los niños no compran casas, entonces ¿a quién le importan? Los nuevos espacios no incitan a la exploración y observación, la aniquilan, aíslan e  inmovilizan. Una comunidad que no está construida en torno a las niñeces no es una comunidad” denunció en su texto.

Raúl en el Estanque de las Mulas en el año 2021, antes de que estuviera más contaminado. Fotografía tomada por Elizabeth López, de la agrupación de los Geochicos.

“Uy cuando llovía, la presa desbordaba bien bonito con agua limpia, llegamos hasta pescar en la presa, trepamos los árboles, a ver quién llegaba más alto, a mis hijos ya no les tocó disfrutar igual, ya el agua está muy sucia, yo ya no quiero que construyan más para acá es más padre así y aparte es el lugar donde tengo mis recuerdos” manifestó la señora Marta, residente de la comunidad.  

Los derechos al medio ambiente sano y a la recreación son derechos universales reconocidos por la Constitución Mexicana, por lo cual, la preservación y cuidado de los espacios naturales son imprescindibles para su cumplimiento.

“Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley”.  

A su vez la  Ley General de las niñas, niños y adolescentes, propone el derecho al descanso, esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad, así como a participar libremente en actividades culturales, deportivas y artísticas, como factores primordiales de su desarrollo y crecimiento.

“Yo me quiero quedar aquí”

“Yo me quiero quedar aquí”. Dibujos y textos realizados por las y los niños pertenecientes a la agrupación de los Geochicos, narración por Raúl de 14 años, contando sus experiencias, percepciones y sentires ante la pérdida del ecosistema de su comunidad en los Parga, Aguascalientes. Producción y edición propia. 

¿Paisajes por desaparecer?

“Todo esto que ves ahora, pronto será un camino de concreto y por allá, más casas” contó el defensor Carlos Flores.

En julio del 2022, la Gaceta oficial de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales dio a conocer la solicitud de cambio de uso de suelo por parte de Grupo San Cristóbal (Desarrollos y Construcciones del Centro S.A de C.V.), trámite que se solicitó para la construcción del fraccionamiento Villa Portia, es decir la segunda etapa de Lunaria, pero con otro nombre.

Documento de la solicitud de cambio de uso de suelo para la construcción del  Fracc. Villa Portia perteneciente a Grupo San Cristobal. Captura tomada de la  Gaceta oficial de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Este pretende urbanizar 59.17 hectáreas, de las cuales 50.12 tienen uso de suelo de tipo forestal y forman parte del Bosque de los Cobos.

Al día de hoy la instalación de este proyecto sigue en discusión y en proceso de probable aceptación, pese que de inmediato hubo un posicionamiento público de rechazo por parte de  organizaciones ambientalistas del estado.

Este proyecto no es el único que acecha en la entidad:  Zitara, Ciudad Residencial & Golf de Grupo PlusValterra en Jesús María invadirá el ecosistema natural del representativo Cerro del muerto; Viñedos Ribier de Grupo San Cristóbal se apropió de espacios naturales, pertenecientes a comunidades cercanas; y ahora, en Los Parga, los residuos y los contaminantes de los fraccionamientos colindantes van a dar a los cuerpos de agua cercanos. 

La resistencia de quienes habitan en esos espacios continua. 

Transformación de los alrededores de Los Parga, del año 2010 al año 2022. Elaboración propia.

El pasado mes de abril la gobernadora Teresa Jimenez presentó  el Plan de Desarrollo de Aguascalientes 2022-2027, donde se abarca la estrategia que seguirá la actual administración.

El documento sobre desarrollo urbano reconoce que en “Aguascalientes no existe un órgano que propicie la participación ciudadana en procesos de vigilancia, vinculación social y empresarial, a través de quejas y denuncias ciudadanas, para dar acompañamiento en la defensa de sus derechos, a fin de controlar y regular el cumplimiento de las disposiciones legales de manera eficiente, oportuna, con honestidad, profesionalización, competencia y capacidad de hacer frente a las necesidades sociales; y protegiendo además la integridad de los bienes del patrimonio cultural y natural de la entidad y sus municipios”.

Por lo cual, propone la creación de una “Procuraduría de Desarrollo Urbano”  con el objetivo de “orientar y defender a los ciudadanos en la aplicación de la legislación urbanística, vigilando la correcta ejecución”. Además, sugiere la creación de un Centro de Atención Inmobiliaria, “que permita atender de forma integral a los desarrolladores inmobiliarios, constructores, peritos y demás personas interesadas en invertir en la entidad; acercando y facilitando los trámites conducentes para su instalación”.

Para las y los defensores de Los Parga y de toda esta zona, el problema de estas iniciativas radica en que -dentro de estas nuevas estrategias-  hay un nuevo código urbano que entró en vigor el pasado mes de diciembre del 2022 y que no responde a la defensa de los derechos humanos que anteriormente fue expuesto.

Sin embargo si responde al segundo punto sobre “acercar y facilitar” la entrada de proyectos inmobiliarios a la entidad.

La promoción de desarrollos inmobiliarios invade cada esquina del tercer anillo, a las orillas de la ciudad de Aguascalientes. Fotografía Georgina Macías.

En un evento virtual de la organización Conversasur, Alejandro Larios acompañado de Carla Escoffíe, activista digital y abogada especializada en vivienda a nivel nacional, plantearon sus reflexiones y  posicionamientos sobre este código urbano:

“Desde hace muchos años en Aguascalientes se buscaba un nuevo código, desde conversa sur se presentó una demanda de amparo que aún continúa en litigio , el código se estaba vendiendo como una flexibilización de los trámites inmobiliarios, quedó en un plano secundario el derecho a la vivienda, a los actores que incluyeron a la discusión fueron empresas privadas y vemos con preocupación,  este código tiene dos carencias: se redujeron las áreas de donación – áreas naturales destinadas a espacios para la recreación- esto algo trascendental para la ciudad, el gobierno y las instituciones muestran miedo de incluir a la sociedad civil”, platicó Alejandro Larios en la charla.

Mientras para las autoridades, las áreas naturales parecen ser recursos negociables y no necesarios, las infancias y adolescencias de la comunidad de Los Parga y las demás que rodean el Bosque de Cobos, quedan fuera de sus llamadas “estrategias urbanas”.  

Si alguna de estas autoridades se acercara a preguntarles, sabía que lo que más les importa es que “estuviera limpia el agua de la presa y que no hubiera contaminación”.

Actualmente distintas agrupaciones trabajan en la comunidad con infancias y adolescencias. Isabel Cornejo acompañada de Carlos Flores asisten cada jueves con los Geochicos, donde, además de aprender acerca de la importancia del lugar, preservan y difunden el cuidado de la zona natural, porque las infancias y adolescencias de la comunidad son protagonistas en la conservación del espacio.

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Es un proyecto auspiciado por la Fundación Internacional de Seattle (SIF, por sus siglas en inglés), a través del Fondo para Jóvenes de Centroamérica y México (Fondo CAMY) y Philanthropy Lab de la Universidad de Washington (UW). 

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

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