“No queremos que el posgrado se convierta en un lavadero de violentadores”

#AlianzaDeMedios

Un grupo de estudiantes de la primera generación del posgrado en Estudios de Género de la UNAM, pide que se retenga el título de uno de sus compañeros que ha violentado a otras estudiantes de la universidad y a quien no se implementó ningún tipo de medida de reparación

Texto y foto: Isabel Briseño / Pie de Página

Estudiantes organizadas de la Especialidad en Estudios de Género de la UNAM solicitaron a la coordinación del posgrado en cuestión que retenga el título a Edgar Chías, reconocido dramaturgo y parte de la primera generación de esta especialidad, por no haber realizado ninguna medida de reparación de daño a una estudiante a la que violentó en diferentes niveles.

Chías fue denunciado ante autoridades universitarias en 2019 por una de sus alumnas con quien sostuvo una relación. Ella fue la única de varias que inició un proceso ante la universidad a pesar de que existen diversas quejas durante el MeToo en 2018.

La universidad reconoció la agresión como una cuestión de género y suspendió al entonces profesor de asignatura de la Facultad de Filosofía y Letras por ocho días. Tampoco se le volvió a contratar en semestres posteriores.

“¿Por qué en un posgrado en estudios de Género, no hay perspectiva de género cuando hay problemas al interior del posgrado? Es una incongruencia”, comenta una de las estudiantes organizadas de la especialidad, quien prefiere reservar su nombre.

Las incongruencias

Al inicio el interés de las estudiantes organizadas era resguardar la congruencia del posgrado, demandaban que se detuviera la titulación de su compañero hasta que reconozca sus violencias y repare el daño en contra de la alumna que lo denunció. Sin embargo, ahora piden que se revise el papel de la universidad ante agresiones de este tipo y el regreso de quienes las cometen a las aulas.

“Ahora nuestra demanda principal es que la Universidad se posicione y discuta estos temas y diga qué va a hacer más allá de una simulación. Qué va a hacer con este programa, qué va hacer ante el regreso de violentadores y los procesos de verdad y justicia. Queremos protocolos reales de prevención y atención a casos de violencias de género que aseguren que nunca más un violentador pueda ser parte de la comunidad universitaria sin procesos de justicia satisfactorios para las víctimas y que nos garanticen una vida libre de violencias”.

¿Qué implica tener a un violentador dentro de un programa de género?

Los estudios de género existen por la violencia histórica por la que las mujeres y cuerpos feminizados han sido sometides de manera jerarquica durante años. No es una casualidad que todas las personas que han llegado a espacios feministas o de género tengan una historia de violencia, sólo por el hecho de ser mujeres; tampoco es gratuito que los temas de investigación traten de la propia experiencia.

“Imagina ahora que en la búsqueda por entender el porqué de las heridas que te atraviesan, te encuentras sentado a lado de ti a un sujeto que es la máxima expresión de lo que significa impunidad, un hombre que ejerció violencia abusando de su poder, sometiendo a otras mujeres que se encontraban en situaciones vulnerables; Te dan nauseas, es una cachetada en la cara”, señala una alumna del posgrado de género. 

Para las compañeras de posgrado que compartieron aula con Chías durante todo un semestre, resulta frustrante que un violentador forme parte de su grupo de estudio y que continúe siendo evaluado. A algunas les recuerda las violencias que han vivido por parte de los docentes pero lo alarmante es que abona a la repetición.

De acuerdo con el reporte de violencia de género elaborado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), México continúa al alza en delitos de violencia de género. Pasó de 1645 en enero de 2015 a 5524 delitos en 2022.

“Enoja que no suceda absolutamente nada con ellos, no son sancionados judicialmente ni socialmente. Me recuerda como la justicia los protege y como siempre encuentran herramientas para ocupar otros espacios sin asumir responsabilidad”, señala una estudiante que pide reservar su identidad. 

«Una de las muchas víctimas que en su momento logró denunciar fue acosada por compañeros, profesores y administrativos. Nunca se graduó de teatro y dedica su vida a otras cosas. Chias se graduará sin ir a clases, desde la comodidad de su sillón como especialista en estudios de género sin que la UNAM haya cuestionado su perfil ético”. 

Una agresión sin resolver

Resistencias del sistema para cambiar. El marco legal, las personas funcionarias, los procesos de denuncia, parece que todo opera para que quien ha tenido el poder no lo pierda.

La denuncia que pesa sobre Chías fue presentada en 2019, cuando era maestro de asignatura de la Facultad de Filosofía y Letras. Fue una violencia sistémica, de abuso emocional, según comentan las estudiantes organizadas del posgrado, quienes tuvieron contacto con la estudiante violentada.

“Los eventos concretos que cuenta es que se embaraza de esta relación. Ella lo quería tener, pero él la obligó a abortar. Ella nos describió el evento en el que la lleva a la clínica y toda su narración va en la línea del abuso y de la violencia psicológica”, comentan. “No hubo ninguna clase de reparación por parte de él, ella tuvo afectaciones psicológicas, las sigue teniendo y cree que es un trauma que le durará toda la vida. Por su parte, él jamás reconoció su violencia, tampoco ha pagado ni una sola terapia ¿En dónde queda el reconocimiento, en dónde queda la reparación?”. 

Las estudiantes organizadas llevaron el caso a la coordinación del posgrado, sin embargo solo lograron que se pidiera que el estudiante señalado no volviera a asistir presencialmente a las clases del posgrado. Por su parte, Chías argumentó que se estaban violando sus derechos universitarios, por lo que seguirá siendo evaluado aparte y continuará con su proceso de titulación.

“Hay una violencia simbólica que va a ser difícil que reconozca la universidad, pero lo que vemos es que una persona, con todo el respaldo de la autoridad, puede no reparar y no reconocer. ¡No hay academia sagrada! ¡No me cuida la UNAM, me cuidan mis amigas! ¡Fuera violentadores/as de espacios académicos! Ya no queremos huir ni abandonar nuestra educación. Si lees esto, tu manada es la que salva vidas, la colectividad y no quien encarna el poder”, lamentan las estudiantes organizadas.

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Este texto se publicó en Pie de Página, se reproduce en virtud de la #AlianzaDeMedios de la que forma parte ZonaDocs:

 “No queremos que el posgrado se convierta en un lavadero de violentadores”

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