Desde Mujeres
Por María Guadalupe Alcántara Manjarrez / @DesdeMujeres
En la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa, resulta fundamental comprender y abordar la interseccionalidad en México. Este enfoque reconoce que las personas pueden experimentar múltiples formas de discriminación debido a su género, raza, clase social, orientación sexual, discapacidad u otros aspectos de su identidad. De tal forma que no se trata sólo de enfrentar una forma de discriminación, sino de reconocer y reflexionar sobre las diversas formas de opresión que pueden entrelazarse.
En México, un país caracterizado por su diversidad, la interseccionalidad adquiere una relevancia especial. Partamos del ejemplo de una mujer indígena, ella puede enfrentar una discriminación a partir de la intersección de su género y su identidad étnica, lo que puede resultar en la intersección de dificultades económicas que limitan su acceso a servicios de calidad, tal como la educación y oportunidades laborales adecuadas. De manera similar, las personas LGBTIQ+ de bajos recursos pueden enfrentar discriminación y violencia sistemática, agravadas por su situación económica. Como resultado, se encuentran en una mayor vulnerabilidad ante la violencia y la exclusión social.
Por lo anterior, es de suma importancia considerar todas estas dimensiones, ya que de lo contrario corremos el riesgo de perpetuar estereotipos y tratar de manera desigual a aquellos que ya se encuentran en desventaja. En este sentido, la interseccionalidad nos invita a tomar en cuenta las experiencias y necesidades de todas las personas, reconociendo que la discriminación no se limita a una sola dimensión de la identidad, sino que se entrelaza de formas complejas. Solo a través de un enfoque interseccional podemos avanzar hacia una sociedad más inclusiva y justa para todos.
En 2017, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 20.2% de la población de 18 años y más declaró haber sido discriminada en el último año. Mientras que, en 2021, según datos de la Encuesta sobre Discriminación en la Ciudad de México (EDIS) en la Ciudad de México, la principal causa de discriminación fue la pobreza (16.4%) y el color de piel de las personas, siendo aquellos con piel morena las personas que consideraron ser mayormente discriminados (16.2%). Asimismo, esta misma encuesta indica que en 2021 una de cada cuatro personas encuestadas se sintió discriminada al menos una vez.
En este sentido, la realidad de nuestro país está marcada por desigualdades profundas y persistentes que afectan de manera diferenciada a diversos grupos de la población, por lo que no es suficiente abordar los problemas sociales desde una perspectiva única; es necesario considerar las múltiples dimensiones de la desigualdad y cómo se entrelazan entre sí.
La interseccionalidad nos invita a desafiar las estructuras y prácticas sociales que perpetúan la discriminación y la pobreza. Nos recuerda que no podemos enfrentar de manera efectiva los problemas sociales sin tomar en cuenta las experiencias y necesidades de aquellos que se encuentran en la intersección de diferentes identidades. Asimismo, nos obliga a reconocer nuestros propios privilegios y a trabajar en solidaridad con aquellos que enfrentan múltiples formas de discriminación. No podemos hablar de igualdad sin tener en cuenta las voces y perspectivas de todos los grupos históricamente discriminados.
Es responsabilidad de la sociedad y del Estado promover políticas y acciones que aborden las desigualdades de manera integral, considerando la interseccionalidad como un principio fundamental. Esto implica garantizar el acceso equitativo a oportunidades, derechos y recursos para todas las personas, independientemente de su identidad o situación socioeconómica.
La interseccionalidad nos invita a ser conscientes de las complejidades y contradicciones de nuestra sociedad, a reconocer las diversas formas de discriminación, y a trabajar juntos para construir un país más inclusivo y equitativo. Sólo a través de un enfoque interseccional podremos lograr una verdadera igualdad de oportunidades y justicia social para todos los individuos y grupos que conforman nuestra sociedad, donde se garanticen sus derechos y se promueva la igualdad de oportunidades.