#SinNosotrasNoHayLucha
En la capital de Aguascalientes, un bosque de mezquites, el último resquicio de vegetación nativa que provee de agua limpia y de servicios naturales escasos en la ciudad, lucha por sobrevivir ante la amenaza de desaparecer para convertirse en un condominio residencial.
Durante más de veinte años, la lucha para protegerlo ha sido comandada por mujeres.
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Por Mónica Cerbón
Ilustración: Ivanna Orozco
En esta época del año, de los mezquites brota un pequeño racimo de florecillas amarillas que contrastan con las espinas del árbol más importante en Aguascalientes. El tamaño de su copa es igual al de sus raíces: brazos subterráneos que almacenan agua, engullen contaminantes y devuelven oxígeno. Con su sombra ofrecen frescura en un estado con clima preponderadamente desértico. Los mezquites nacieron para Aguascalientes y Aguascalientes para los mezquites. Pero los están matando.
Su presencia, casi borrada, aún resiste. En el municipio capital –una ciudad-estado en donde habita el 80% del total de habitantes de la entidad– un bosque de mezquites se levanta entre casas y automóviles. Es un batallón de 33.9 hectáreas, hogar de árboles longevos que hace las veces de pulmón natural y sitio de infiltración de agua. Y aunque herido por los incendios provocados, y la nula atención del gobierno, aún respira. Y respira fuerte.
Tan fuerte que cada año con sus mil 186 mezquites blancos –cuya copa mide en promedio 9.4 metros–, y sus más de cuatro decenas de pirules, eucaliptos rojos y huizaches chinos captura aproximadamente dos mil 228 toneladas de CO2 de la atmósfera, mitigando de inmediato la cantidad de gases de efecto invernadero que contribuyen al aumento de la temperatura local…
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Esta investigación forma parte del especial #SinNosotrasNoHayLucha realizado por ZonaDocs y auspiciado por MEEDAN para América Latina y el Caribe en el marco del Fondo de Respuesta de Medios Independientes de Check Global.