Leonora

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Afuera de la catedral hay una quiromántica. Viste una túnica larga que llega hasta el piso y de los bajos de la prenda asoman unos pies descalzos y de largos dedos. Su rostro tiene el pico de un ave y corona su cabeza una cresta que bien podría ser una aureola. No lee el futuro en las palmas de las manos de quienes pasan delante de ella, sino todo lo contrario: ofrece a los curiosos las palmas de sus manos para que puedan apreciar los pequeños rostros congelados para siempre en un rictus que puede representar cualquier cosa que el paseante quiera.

La quiromántica instalada en el centro de la ciudad, a unos pasos del corazón del catolicismo jalisciense, no es un oráculo ni una bruja ni nada por el estilo. Se trata de una de las reproducciones de “The Palmist”, escultura de Leonora Carrington, y es apenas un botón de muestra de la inabarcable imaginación de la artista nacida en Reino Unido y de quien en unos días se estará recordando su décimo segundo aniversario luctuoso.

No recuerdo cómo fue mi primer acercamiento a la obra de Leonora Carrington. Lo que sí sé es que ocurrió a través de sus cuadros y que me enganché de manera inmediata. Los universos contenidos en sus piezas, a veces coloridos, a veces lúgubres, siempre misteriosos, tienen el poder de atraer por completo al espectador y sumergirlo en mundos plagados de seres fantásticos, hechiceros, brujas, nigromantes y animales antropomórficos.

Y lo mismo pasa con las esculturas: basta detenerse unos minutos delante de cualquiera de ellas para sentirse conectado de una manera peculiar, hipnótica, como si se estableciera un diálogo entre la pieza y quien la observa. Como cuando uno se para delante de cualquier reproducción de “The Unknown”, ese ser cuerpo de hombre y cabeza de venado que, con las palmas de las manos levantadas hacia el cielo, parece estar en un trance eterno ofreciendo a una deidad, quizá a sí mismo, el alma del seducido espectador. Sin importar su tamaño —porque las hay diminutas y también enormes—, pararse delante de cualquiera de sus esculturas convierte al espectador en un elemento más de la obra de la artista.

La curiosidad creativa de Leonora Carrington se volcó en la pintura y en la escultura, pero no se limita a estas disciplinas: también llevó sus exploraciones a la literatura. En 2020 el Fondo de Cultura Económica publicó el libro Cuentos completos, en el que recopila los relatos contenidos en La casa del miedo y El séptimo caballo, además de tres textos hasta entonces inéditos.

Los 25 cuentos que integran el volumen son como cuadros vivientes: las estáticas figuras que pueblan los lienzos y las inmortalizadas en bronce cobran vida en las páginas para protagonizar una cadena de relatos incómodos, difíciles de digerir y que exigen del lector mucha, pero mucha imaginación. Un cadáver que habla, una muchacha convertida en caballo, la mujer cuyo marido tiene 40 años sin saber si está viva o muerta pero que mantiene húmedo el lecho de hierba donde reposa su cuerpo, Virginia Pelaje y su melena de varios metros de largo y sus manos con uñas sucias: 25 dosis de surrealismo a la carta que, cuando se logra abrir la mente, se disfrutan enormemente gracias a esa mezcla de misticismo y espiritualidad que distingue a la artista fallecida en Ciudad de México en 2011.

La pieza instalada afuera de la catedral espera a los curiosos para introducirlos en la obra y en los múltiples universos creados por Leonora Carrington. Su función como quiromántica no consiste en leer el futuro, sino en abrir la mente de las y los transeúntes para ellos hagan el resto. Porque, finalmente, la misma Leonora lo expresó de manera clara y contundente: «Yo las hice y ahí están para que ustedes las interpreten a su manera». 

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La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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