¿Por qué importa la lucha por una vivienda digna? ¿Qué hay detrás de los planes de repoblación? ¿Cómo nos afecta la gentrificación? ¿Por qué la vivienda se ve más como una mercancía que como un derecho humano? Fueron algunas de las preguntas que abordó la abogada y especialista en derechos humanos, Carla Escoffié, en el espacio autogestivo y de resistencia feminista “Cuerpos Parlantes”.
Por Andrés de la Peña
En el proceso de reflexión y problematización del estado actual de la vivienda en México, Carla Escoffié -académica de derechos humanos, abogada y Directora del Centro de Derechos Humanos de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey- mencionó una lista larga de casos icónicos: los lotes de inversión en Yucatán en torno a Mérida, los desalojos en Campeche para los megaproyectos inmobiliarios y el Tren Maya, la reforma al Código Urbano de Aguascalientes, el pacto entre el Gobierno de la Ciudad de México y Airbnb, así como la oleada de desalojos forzosos, y la densificación de las ciudades de Monterrey y Guadalajara.
En cada uno de estos casos, Escoffié precisó que existen dos trampas discursivas que han ido viciando las discusiones sobre el derecho a la vivienda en el país al iniciar falsas discusiones, plantear falsas dicotomías, o formular respuestas a argumentos imaginarios.
“Siempre las inmobiliarias acusan a varios movimientos vecinales al decirles que: `ustedes lo que quieren es crecer horizontalmente´ (…) el problema es que aquí hay una trampa y tanto el derecho como el urbanismo saben usarla: verticalidad no es igual a densificación. Si tú construyes un edificio tipo Dubai de 50 pisos y todo lo pones en Airbnb no estás densificando nada. Tan es así que se construye más y más en el centro de Guadalajara o en el barrio antiguo del centro de Monterrey pero la población en la zona no está aumentando”.
Un momento icónico donde ésta argumentación se hizo presente en la ciudad de Guadalajara fue cuando el alcalde tapatío, Pablo Lemus Navarro, defendió el plan de repoblamiento del centro histórico durante el Foro de Vivienda 2022, que a sus puertas tuvo una manifestación por el derecho a la vivienda.
En aquella ocasión, el alcalde declaró:
“¿Dónde pueden encontrar vivienda en seiscientos u ochocientos mil pesos? Pues probablemente en Tlajomulco, en Tonalá, o en Tala. Nomás se genera en aquellas partes (…) evidentemente hay muchos desarrolladores afectados ante esta situación pues, que tienen sus protestas. Hay movimientos políticos. Hay cuatro asesores de MORENA en la manifestación. Hay resistencia al cambio porque no les conviene”.
En su plática, Carla Escoffié abordó específicamente por qué tantas estrategias de “redensificación”, “renovación urbana” o “repoblamiento” no funcionan o son inoperantes:
“Porque son en gran medida, no digo que todos, pero sí en gran medida, con una lógica especulativa o de turisificación; con temas de Airbnb u otros tipos de giros que se quieren dar. Hay un edificio allá en Monterrey (…) pero que se está usando para todo Airbnb y estacionamiento, pero nos para lo que se dijo que era, que es el realizar una vivienda, que es un poquito lo que me parece que pasa en Guadalajara con este uso del discurso de la vivienda”.
Este ha sido el caso con el Centro de Guadalajara. El primero de los grandes desarrollos habitacionales del Fideicomiso de Ciudad Creativa Digital, Villadhara, de la empresa inmobiliaria Grupo VEQ, abrió su campaña publicitaria el año pasado promocionando su rentabilidad como sitio de “estancias cortas”, como las que se ofrecen en Airbnb.
“Es una cosa muy utilizada en México: utilizar el discurso de la vivienda y del derecho a la ciudad para justificar acciones inmobiliarias. Eso explica por qué en México tenemos una política inmobiliaria pero no una política de vivienda. Cuando ya vemos en números y letras concretas qué es lo que se va a hacer vemos que es un desarrollo para especular, o para inversión privada, o sí: para vivienda, pero vivienda para ciertas clases”.
La segunda trampa discursiva que explicó la abogada tiene que ver con la narrativa del déficit de vivienda. Siendo México un país donde las mayores ciudades tienen decenas de miles de viviendas deshabitadas. Por ejemplo, en 2020 en el Centro Histórico de Guadalajara, un kilómetro alrededor de la famosa cruz de plazas, el INEGI contó 5 mil 180 viviendas habitadas, pero también sumó otras 1 mil 794 deshabitadas.
“Justo vemos también ese discurso, bastante macabro, que se la pasan muchos desarrolladores diciendo: “es que hay un déficit de vivienda en México y ustedes no quieren que construya vivienda” (…) Acá también hay una trampa, porque sí se construye vivienda, lo que pasa es que el déficit está en quienes no pueden pagar esos edificios, quienes no pueden pagar esos departamentos”.
Carla Escoffié, además, compartió un dato de suma relevancia en esa discusión sobre el déficit de vivienda: en 2022, por cada 100 viviendas que se construyeron en el mercado (excluyendo las autoconstruidas) en el país, sólo dos eran consideradas dentro de la categoría de vivienda económica.
Finalmente, abordó otra de las críticas más comunes a los activismos por el derecho a la vivienda: que son grupos dedicados a pedir que les otorguen viviendas gratuitas. En respuesta a esto, y recordando cómo los “cargadores” de Ciudad de México ofrecen hacer desalojos forzados y sin orden judicial por 90 mil pesos, mencionó:
“Lo que podemos ver es que hay distintas manifestaciones. No es lo mismo hablar de vivienda en Campeche que en Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México o en Aguascalientes. Pero vemos que hay unos rasgos comunes, una estructura, una lógica de mercado de financiarización de la vivienda y de entenderla como un activo y no como una necesidad. De entender este darwinismo urbanístico de `sálvese quien pueda´”.
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