#AlianzaDeMedios
San Luis Potosí, Baja California, Estado de México, Chihuahua y Ciudad de México son los estados en México donde más niñas, niños y adolescentes han sido heridos de bala.
Por Marcos Vizcarra / #AlianzaDeMedios
En México, 19 mil 77 niñas, niños y adolescentes han sido heridos de bala en los últimos 16 años, el mismo tiempo en el que ha transcurrido esta “guerra contra las drogas”.
Esa es la cifra de atenciones por heridas de bala en hospitales estatales y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) entre 2006 y 2022, de acuerdo con datos dados por gobiernos estatales y la Federación en solicitudes de información.
Se trata de una base de datos que se creó con información pública hospitalaria sobre egresos, en los que se detallaron situaciones atroces.
Entre los hallazgos se pudo conocer que 6 de cada 10 casos corresponden a adolescentes entre los 14 y los 18 años de edad, quienes ingresaron a hospitales por heridas provocadas con rifles, escopetas, armas de asalto y armas cortas durante enfrentamientos o ataques directos, según se detallan los informes otorgados.
También que el 10 por ciento de los casos son niñas y adolescentes mujeres, quienes fueron heridas durante enfrentamientos y dentro de sus viviendas.
La organización feminista Intersecta sostiene que la violencia que se vive en México es una violencia armada, que provocó la aceleración de feminicidios por el alto índice de armas que circulan en el País.
Otro de los hallazgos es que el 15 por ciento de los casos son de niñas y niños menores de 3 años y que prácticamente todos ocurrieron dentro de sus casas.
“En promedio cada mes llegan a los hospitales del País mil 200 niñas y niños por lesiones. Esto está con mucha frecuencia asociado con violencia familiar”, señaló Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, en entrevista.
Esta violencia armada ha tenido distintos picos entre 2006 y 2022, siendo desde 2008 a 2012 los años más críticos en México.
Los estados con mayor número de casos son San Luis Potosí, Baja California, Estado de México, Chihuahua y Ciudad de México, cada uno con más de mil casos registrados entre 2006 y 2022.
- San Luis Potosí – 1583
- Guerrero – 1,485
- Baja California – 1,322
- Estado de México – 1,273
- Chihuahua – 1,112
- Ciudad de México – 1,105
- Guanajuato – 999
- Michoacán – 917
- Coahuila – 834
- Puebla – 816
- Sinaloa 791
- Jalisco – 728
Fuente: Base de datos propia con información de hospitales estatales y el IMSS
Los datos fueron otorgados por secretarías de salud, así como por los órganos públicos descentralizados de las 32 entidades federativas y por el IMSS.
En México, 19 mil 77 niñas, niños y adolescentes han sido heridos de bala en los últimos 16 años, el mismo tiempo en el que ha transcurrido esta “guerra contra las drogas”.
Esa es la cifra de atenciones por heridas de bala en hospitales estatales y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) entre 2006 y 2022, de acuerdo con datos dados por gobiernos estatales y la Federación en solicitudes de información.
Se trata de una base de datos que se creó con información pública hospitalaria sobre egresos, en los que se detallaron situaciones atroces.
Entre los hallazgos se pudo conocer que 6 de cada 10 casos corresponden a adolescentes entre los 14 y los 18 años de edad, quienes ingresaron a hospitales por heridas provocadas con rifles, escopetas, armas de asalto y armas cortas durante enfrentamientos o ataques directos, según se detallan los informes otorgados.
También que el 10 por ciento de los casos son niñas y adolescentes mujeres, quienes fueron heridas durante enfrentamientos y dentro de sus viviendas.
La organización feminista Intersecta sostiene que la violencia que se vive en México es una violencia armada, que provocó la aceleración de feminicidios por el alto índice de armas que circulan en el País.
Otro de los hallazgos es que el 15 por ciento de los casos son de niñas y niños menores de 3 años y que prácticamente todos ocurrieron dentro de sus casas.
“En promedio cada mes llegan a los hospitales del País mil 200 niñas y niños por lesiones. Esto está con mucha frecuencia asociado con violencia familiar”, señaló Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, en entrevista.
Esta violencia armada ha tenido distintos picos entre 2006 y 2022, siendo desde 2008 a 2012 los años más críticos en México.
Los estados con mayor número de casos son San Luis Potosí, Baja California, Estado de México, Chihuahua y Ciudad de México, cada uno con más de mil casos registrados entre 2006 y 2022.
San Luis Potosí – 1583
Guerrero – 1,485
Baja California – 1,322
Estado de México – 1,273
Chihuahua – 1,112
Ciudad de México – 1,105
Guanajuato – 999
Michoacán – 917
Coahuila – 834
Puebla – 816
Sinaloa 791
Jalisco – 728
Fuente: Base de datos propia con información de hospitales estatales y el IMSS
Los datos fueron otorgados por secretarías de salud, así como por los órganos públicos descentralizados de las 32 entidades federativas y por el IMSS.
DAÑOS FÍSICOS Y PSICOLÓGICOS
Cuando se relatan las cifras también se revelan las problemáticas sociales, como lo explica la psicoterapeuta Ángeles Vizcarra Rojas, adscrita al Hospital Pediátrico de Sinaloa.
Es a partir de este tipo de casos cuando se puede desentrañar y comprender que la violencia armada en México ya dejó una secuela mental en la sociedad.
Los datos recogidos para esta investigación son desde el 1 de enero de 2006 al 31 de diciembre de 2022, tiempo en el que se desató una “guerra contra las drogas” en la administración de Felipe Calderón Hinojosa, a la administración de Andrés Manuel López Obrador, que mantuvo al Ejército en las calles en labores civiles, entre ellas la de vigilancia con policías locales y la construcción.
“Para las niñas y los niños que han vivido tiroteos, los traumas pueden ser muy fuertes, tanto como para desarrollar problemas posteriores hacia la etapa de la adultez”, explicó Vizcarra Rojas.
Entre esos problemas están el autismo selectivo, fobias específicas, perturbaciones del sueño, crisis temporales, pérdida de la noción, pérdida de contacto con la realidad, déficit de atención, regresiones y pérdida de conocimientos sobre situaciones básicas.
Eso se debe a los altos niveles de cortisol durante momentos de alto estrés, como los tiroteos, enfrentamientos y heridas recibidas en estos mismos.
Esos traumas devienen por la fragilidad de las mentes y los cuerpos de las niñas, niños y adolescentes, quienes no tienen la capacidad para poder portar armas y menos para recibir disparos.
El Doctor Martín Borboa, profesor de Medicina Legal de la Universidad del Policía, explicó que dicha fragilidad puede ser un factor positivo, pues la atención médica sobre el físico de una persona adulta es aún más difícil en comparación con una niña o un niño.
“No es lo mismo el cuerpo de una persona que ya se terminó de formar que el de un niño. Pero esa fragilidad también es un peligro, porque eso puede provocar que sus heridas sean más sencillas de hacerse con muy poco esfuerzo”, aseguró el ex director de Medicina Forense en Servicios Periciales de la Fiscalía General de Sinaloa.
La cantidad de personas es tan alta que puede calcularse en 19 mil casos, solo por los registrados en hospitales por atenciones sobre heridas de bala.
A esos se deberán sumar todos aquellos de las personas que estuvieron alrededor de las víctimas al momento de ser heridas.
VIOLENCIA ARMADA
El gran número de heridas no cuenta el número de muertes, desapariciones o torturas, sino que se suma de manera separada.
Esos actos violentos han podido ocurrir por diferentes factores, como explica Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, entre ellos la falta de combate a la criminalidad, el bajo número de sentencias contra agresores y el gran número de armas que circulan en el País.
“Se calcula -porque estas son estimaciones- que hay cerca de 17 millones de armas circulando de forma ilegal en el País. Esta disposición de armas implicaría que al menos 1 de cada 5 o 1 de cada 6 habitantes en el País tenga contacto con un arma”, expresó Pérez García.
“Esto lo estamos mirando en los indicadores de esta guerra, porque se ha ido incrementando los homicidios con arma de fuego y así con todos los crímenes”.
El colectivo feminista Intersecta ha documentado con estadísticas oficiales de fiscalías y secretarías de Seguridad Pública que hace 15 años la media nacional establecía que 8 de cada 10 homicidios se cometían con armas blancas, como cuchillos, navajas y otros instrumentos, mientras que los otros dos casos eran con arma de fuego. Actualmente,esas cifras se han invertido.
Esas armas han llegado a niñas, niños y adolescentes por sus familiares y en la interacción con grupos criminales, que los reclutan de manera forzada para trabajos ilegales, como la producción o tráfico de drogas, la vigilancia de fuerzas estatales en localidades o ser efectivos en enfrentamientos.
LAS VIOLENCIAS COLATERALES
La “guerra contra las drogas” y el gran número de niñas, niños y adolescentes heridos son dos momentos históricos en México que suceden uno a consecuencia del otro, con un efecto aún incalculable.
Las armas llegaron a los hogares, casi todas de manera ilegal, y han sido usadas para matar en medio de peleas de pareja, en pleitos vecinales o como método de solución de conflictos en otros espacios.
Los testigos son las niñas, niños y adolescentes como los más de 19 mil que han sido heridos entre 2006 y 2022.
La Psicoterapeuta Ángeles Vizcarra Rojas describió este problema como una situación que ya tiene repercusiones visibles, con los altos niveles de conflictos en escuelas con niñas, niños y adolescentes que sufren de crisis emocionales por no contar con ayuda psicológica.
“Esos niños y niñas tienen un estrés postraumático que debe atenderse urgentemente, porque ser víctima de un tiroteo es de las situaciones más difíciles de tratar”, aseguró.
Son síntomas de guerra, llamado por organizaciones especializadas en trauma como “estrés postraumático”.
Ese mismo estrés es el que sufren los militares en momentos de conflicto; como el de los paramédicos y bomberos al ver los cuerpos de personas accidentadas o como víctimas de una agresión; como el de los habitantes en países en guerra en los que han muerto personas por conflictos bélicos; como el del personal médico y de enfermería al atender a las víctimas.
Son cargas emocionales en mentes frágiles.
“Cuando uno llega con una persona herida nos tenemos que presentar, mostrar la insignia para que tengan confianza de que no somos agresores”, dijo Omar López, coordinador de Socorros en Cruz Roja Culiacán.
¿Y cuando se trata de niños o niñas?
“Tratamos de calmarlos, de decirles que estamos para ayudarles”.
“Muchas veces pasa que gritan, están asustados, lloran y tienen miedo”.
Esas niñas y niños crecerán -lo han estado haciendo en todo el País- y mostrarán una cicatriz que día con día se vuelve más grande.
***
Este texto se publicó en Revista Espejo, se réplica en virtud de la #AlianzaDeMedios de la que forma parte ZonaDocs:
https://revistaespejo.com/2023/04/30/mexico-ninas-ninos-adolescentes-heridos-armas/