Pesimismo Esperanzador
Por Jorge Rocha, académico del ITESO / @JorgeRochaQ
Contrario a lo que planteó en su campaña presidencial, el presidente Andrés Manuel López Obrador empoderó a las fuerzas armadas de una forma sin igual y como no lo habían hecho otros mandatarios. Esto ha llevado a los militares a ser responsables de la seguridad pública, de la construcción de los bancos del bienestar, de las aduanas, del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y de cientos de actividades que no les corresponde hacer, de acuerdo a lo que el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) dio a conocer hace tiempo.
Esta lógica militarista del presidente, ha llevado a las fuerzas armadas a un desgaste social y político que no habían experimentado en otros sexenios y que pone a relucir las debilidades, falencias y errores de esta institución.
En días recientes fuimos testigos de al menos tres asuntos, donde estuvo implicado el Ejército Mexicano, y que en definitiva lo han dejado muy mal parado y con fuertes cuestionamientos de una parte de la sociedad.
El primero de ellos fue la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que en una votación de 8 a 3 magistrados, declararon que era anticonstitucional que la Guardia Nacional fuera parte de la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA), esto significa que este cuerpo de seguridad, que fue creado desde una perspectiva civil, deberá volver a ser gestionada desde la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, que encabeza Rosa Icela Rodríguez. Esto representó un serio revés, no sólo para el presidente y su mayoría legislativa, sino para el propio Ejército, porque es claro que se incurrió en un procedimiento indebido, donde los militares fueron participes de ello. Cabe señalar que el traslado que se hizo, además de atentar contra la ley, tampoco tuvo los resultados deseados en materia de combate a la delincuencia.
El segundo asunto es el espionaje que hicieron los militares a dos defensores de derechos humanos pertenecientes al Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez, SJ” de los Jesuitas. Santiago Aguirre, director del PRODH y la coordinadora del Área Internacional de esta institución, fueron objeto de espionaje político a través del programa Pegasus, con el cual intervinieron sus teléfonos celulares. Esto sin duda representa una acción violatoria a los derechos humanos y a las libertades que cualquier ciudadano debería de disfrutar. Lo hecho por el Ejército Mexicano fue dado a conocer por el Citizen Lab de la Universidad de Toronto, en Canadá. Por supuesto que esta intervención es absolutamente reprobable, ya que la actuación del Centro PRODH siempre ha sido pública y apegada a derecho por lo menos desde hace tres décadas y no hay ninguna razón para tal espionaje.
Finalmente la organización Mexicanos contra la Corrupción en alianza con Fábrica de Periodismo, dio a conocer que el General Secretario, Luis Cresencio Sandoval, titular de la SEDENA, ha realizado viajes, donde al parecer se utilizan recursos públicos, que tienen altos costos y que se efectúan con la familia de este servidor público y donde no se realizan actividades de carácter oficial. Hasta este momento no hay una aclaración al respecto de estos viajes de “terciopelo” como se maneja en este informe. Si efectivamente se ha incurrido en estas prácticas, Sandoval va totalmente en contra del discurso de austeridad republicana que día con día presume el presidente de México. Por supuesto que también en este caso, resulta muy delicado este señalamiento, ya que hace mucho no había información de esta naturaleza sobre secretario de la Defensa Nacional.
Sin duda que los tres asuntos dejan muy mal parado al Ejército, ya que hace funciones que no le corresponden, tiene algunas prácticas que violan derechos humanos y además hay sospechas de corrupción al más alto nivel. Si a esto le aunamos que la estrategia de seguridad sigue sin dar resultados contundentes, podemos hablar de un Ejército totalmente empoderado por el presidente, pero metido en un laberinto político que le genera menos legitimidad y una credibilidad cada vez más desgastada. Desafortunadamente el presidente ha mostrado nula capacidad de rectificación, y parece que el resto del sexenio esta dinámica se seguirá profundizando. La gran pregunta en el tintero es ¿qué llevó a López Obrador a cambiar de opinión? Ya que llegó a gobernar diciendo que sacaría al Ejército de las calles y hoy lo tiene metido hasta la cocina en muchos asuntos públicos que no le competen.
Correo electrónico: jerqmex@hotmail.com
Como decían en mis tiempos, el ejército a sus cuarteles!