El pasado domingo 19, la organización civil latinoamericana dedicada al derecho a la vivienda, TECHO, hizo entrega de 10 viviendas a 10 familias de la colonia Mesa Colorada Poniente, al norte del Área Metropolitana de Guadalajara. Durante el reportaje de la construcción, Mauricio Magaña, director del capítulo jalisciense de TECHO, y Yunuén Pérez, Subdirectora Social del mismo, explicaron el trabajo que hacen en el Área Metropolitana de Guadalajara.
Por Andrés de la Peña y Yutxil Sánchez (fotografía)
Altagracia Flores, de 64 años y lleva viviendo en Mesa Colorada Poniente 10 años. Recientemente se encontró en condición de calle, pues su casera le avisó a ella y a su hija que tendrían que abandonar la propiedad para abril de este año.
“Dijo que porque a su esposo lo iban a cambiar de trabajo y tenía que estar más cerca de la zona de trabajo. Tiene una niña malita también ella, y sí se ve medio fregada también la señora… y no crea que la casa está bien. Se gotea todo donde vivo yo arriba”.
Desde entonces, Altagracia ha tenido problemas para conseguir dónde vivir: “pues sí, yo he batallado mucho en andar en andar rentando, a veces no tiene uno para la renta, pues, pero con trabajos lo hemos sacado”, explica. Recientemente, las rentas son mucho más caras que antes:
“Desde este año pa’ acá. Hay algunas casitas que nomás tienen un cuartito y cuestan mil y feria. Antes las agarraba unos mil pesos, o de setecientos cincuenta. Luego fíjate: el esposo de mi hija tiene cáncer y le están haciendo quimioterapia”.
Altagracia fue seleccionada por el equipo de TECHO para ser una de las personas que recibirían una de las 10 viviendas. Su padre falleció recientemente y, en su herencia, repartió el predio donde vivía de manera equitativa entre ella y sus tres hermanos y hermanas. En la porción que le tocó a Altagracia no hay construcción, solo tierra, por lo que ahí se inició la construcción de la nueva casa.
Organizar un esfuerzo comunitario no es sencillo…
Aunque el día de la construcción estuvo marcado por el júbilo, tanto el de las familias como el de los 100 voluntarios del colegio “American School”, el proceso de gestión comunitaria que se necesita para llegar a poner las primeras piedras es el trabajo más complejo que TECHO realiza.
Para llegar a la construcción primero fue necesario encontrar un vínculo certero en la comunidad. Yunuén Pérez, Subdirectora Social de TECHO Jalisco, explica cómo se dio el acercamiento:
“Una voluntaria estaba dando una materia y tenía la intención de traer a sus alumnos a conocer TECHO. Uno de sus alumnos es de esta comunidad. Él nos vinculó con el padre, que es un actor increíble y clave, porque tiene no solo el templo sino el centro comunitario ”.
Con el respaldo del padre, se organizaron asambleas comunitarias con la participación de varias decenas de vecinos. Ahí se celebraron discusiones y se levantaron estudios para conocer las necesidades de vivienda más urgentes. Este trabajo gestivo fue necesario para asignar las 10 viviendas sin que existiera un resentimiento entre vecinos, pero también para hacer posible la logística de la construcción.
Dos semanas antes de la construcción comenzaron los trabajos entre voluntarios permanentes de TECHO y la comunidad para preparar los sitios ─quitando maleza y cimentando los suelos─ y descargar los materiales prefabricados con los que se erigen las nuevas casas.
“Para nosotros es muy importante siempre acompañar el trabajo directo a la par de la incidencia que buscamos tener en diferentes niveles. Muchas veces se gobierna, se dirige, se propone desde un desconocimiento de las realidades”, es lo que plantea Yunuén, quien detalla los impactos positivos que busca TECHO: “estamos convencidos de que lo que hacemos fortalece las capacidades comunitarias y nuestra tirada es abonar a la autogestión”.
“Hay que hacer ciudad bien, una ciudad para todos”
Los asentamientos “irregulares” ─a los cuales TECHO denomina “asentamientos populares”, debido a la connotación derogatoria y estigmatizante con la cual se utiliza el concepto de irregularidad─ son el último eslabón en una larga cadena de fracasos en la protección del derecho humano a la vivienda. En el Área Metropolitana de Guadalajara, esta forma de vivienda autoconstruida se ha vuelto extremadamente prevalente, y apunta a una crisis en el acceso a vivienda bien ubicada pero también a un precio razonable y afín a las posibilidades de los ciudadanos.
“Hay 125 asentamientos y ahora solamente estamos trabajando con 5, con la intención de crecer a 10”, explica Mauricio Magaña, director de TECHO en Jalisco. “Hasta ahora hemos cubierto muchas necesidades en la colonia Miramar, pero la intención es que podamos ahora estar en la zona de Mesas Coloradas, en Lomas del Centinela, la Piedrera, Mesa del Ocote”, añade. TECHO Jalisco también busca consolidar actividades en el Cerro del 4 y diversas zonas en Tlajomulco.
El trabajo que realiza esta organización se sostiene en una red sólida de alianzas: empresas como Bansi, que aportan fondos para sus actividades; escuelas como el American School, que suman voluntarios; actores comunitarios como la Casa Alcalde en el Templo del Niño. Todos estos son actores necesarios para lograr los objetivos de la organización. Mauricio está convencido de que esta red puede lograr más aún, y que lo hará pronto:
“Desde TECHO tenemos una visión muy optimista de las cosas, de un México más justo, igualitario y sin pobreza. El hecho de nosotros tener esta participación ciudadana a través de voluntariado, de todos estos proyectos, le damos un giro, le damos esta parte positiva”.
Concluye:
“Cualquier lugar se hizo con gente que llegó. Hay que entender eso y no criminalizarlo, sino entender que es parte del proceso de transformación de una ciudad y más bien adaptarnos a ese proceso; hay que hacer ciudad bien y hay que hacer una ciudad para todos y todas”.