#AlianzaDeMedios
Tras el despido arbitrario de dos académicas referentes en materia de Derechos Humanos en el Claustro de Sor Juana, las profesoras acusan que la escuela evade su responsabilidad con ellas y les orilla hacia un juicio laboral
Texto y foto: Isabel Briseño / Pie de Página
Con ocho y diez años de trayectoria respectivamente, las doctoras Melissa Fernández Chagoya y Alicia Hopkins Moreno fueron retiradas de las aulas del Claustro de Sor Juana sin explicación alguna.
La atención que las autoridades dieron a un caso de violencia de género inconformó a un grupo de estudiantes de la licenciatura de Derechos Humanos y Gestión de Paz. Las profesoras Fernández y Hopkins socializaron y dieron contención a sus estudiantes y días posteriores fueron relevadas de sus actividades.
Las docentes entablaron un proceso en la junta de conciliación y arbitraje que no ha llegado a buen término debido a cero disposición para negociar y resolver el conflicto por parte de la institución, acusan. Vislumbran que el panorama más cercano es el juicio.
«Éramos referentes en la formación»
Alicia Hopkins ha sido docente durante 10 años en el Colegio de Derechos Humanos y Gestión de Paz. Activista feminista. Doctora en Estudios Latinoamericanos en el área de Filosofía.
Para ella, la escuela es un laboratorio para hacer política porque a diferencia de las calles y del riesgo de la represión que se vive constantemente, en la universidad había la posibilidad de aprender a hacer política de otra manera sin enfrentarse o estar en peligro, por lo que la profesora platicó con el estudiantado sobre sus demandas y exigencias.
Hopkins realizó con su clase un ejercicio de contención que generara condiciones para la mediación, brindó acompañamiento a sus estudiantes. Encaminó al grupo de inconformes hacia la reflexión, hacia la aclaración en términos conceptuales, teóricos y críticos sobre sus exigencias.
También les brindó contención emocional.
“Estaban muy tocados emocionalmente por la respuesta dada por parte de la universidad. Estaban inestables, tenían ataques de pánico, ataques de ansiedad, lloraban. Era muy difícil dar clases en esa condiciones”, señala la docente.
En una junta que hubo con el colegio, la profesora planteó el problema y solicitó la mediación en donde otros profesores estuvieron de acuerdo. Un profesor, experto en el tema, ofreció realizar el proceso de mediación, se planteó hacerlo en dos sentidos, tanto entre las escuelas como con la coordinación de la institución.
“Estuvimos de acuerdo, salimos contentas, contentos de esa reunión de docentes con el Colegio porque íbamos a buen término”.
Dos días después Alicia Hopkins fue despedida.
Nonle dieron más razones, solo que la universidad ya no requería de sus servicios. “Fue sorpresivo y totalmente arbitrario”.
El colegio tiene mecanismos de resolución de conflictos, hay profesoras y profesores expertos en gestión de conflicto en procesos de mediación, ella misma tiene experiencia en el tema y se apostó por llegar a una solución de un conflicto suscitado entre dos estudiantes, pero la institución eligió truncar el proceso de mediación.
“La universidad mintió, dijo que yo me había ido de vacaciones. Le di la vida entera al Claustro, era mi fuente de alegría, de pasión, de esperanza, de amor, porque tenía una conexión con el estudiantado que voy a respetar, honrar, amar y recordar siempre”.
Melissa Fernández Chagoya es docente desde hace ocho años en la universidad. Doctora en Ciencias Sociales. Coordinadora desde el 2016 del seminario en estudios de género Teorías contemporáneas y acción política.
Melissa recuerda que el día en que ocurrió el despido de Alicia, coincidió también con la renuncia “por dignidad” del fundador y exdirector del Colegio, Paolo Pagliai, con esas palabras textuales, se despidió de su equipo de trabajo del cual era parte Fernández Chagoya.
Posteriormente, tres alumnas llorando y en crisis se presentan frente a Melissa y le dijeron:
“Nos encontramos a Alicia y nos dice que ya no va a trabajar en el Claustro. Fuimos a preguntar pero la explicación que nos dan es que se fue de vacaciones, pero sabemos que eso es mentira, dinos qué está pasando”, pidieron los estudiantes a su profesora.
Una crisis absoluta, señala la profesora. Los estudiantes pidieron a Melissa que aclarara lo que estaba pasando. Pasaron dos semanas desde que su colega fue despedida. En el transcurso, la profesora manifestó de todas las formas posibles, por escrito, en reuniones y verbalmente, su inconformidad ante los eventos acontecidos.
“No había condiciones para retomar el temario académico, necesitábamos enfocarnos en la cuestión emocional porque los grupos estaban rotos”.
La historia se repitió y Melissa fue solicitada en Recursos Humanos. La profesora acudió acompañada de un abogado pero no le permitieron el ingreso a la reunión que el abogado de la institución tendría con Fernández. Bajo el dicho “El Claustro tiene una filosofía institucional y una ética, derivada de ésta, por tal motivo ya no requiere sus servicios”, fue informada de su salida de la universidad, sin señalar en qué no coincidió.
La profesora pidió que le aclararan los motivos de su despido pero le argumentaron que eran confidenciales. Luego le ofrecieron una cantidad económica que equivalía a una quinta parte de lo que le corresponde por ley, tras la negación a la petición de consultarlo con su representante legal, el abogado de la institución le pidió que abandonara las instalaciones.
Al salir de la reunión, Melissa se encontró con la sorpresa de que la esperaban dos colegas y cerca de 25 estudiantes que le preguntaron si todo estaba bien, la profesora les contó sobre su despido y los estudiantes la acompañaron a la puerta. Entre abrazos y llanto, fueron sus estudiantes y no guardias de seguridad quienes la escoltaron a la salida.
“No éramos maestras promedio, éramos ejes formadoras de generaciones del Claustro, somos referentes en temas de feminismo, en temas de dignidad, de lucha”.
Hasta la fecha, los estudiantes de las docentes no han tenido la respuesta que exigen a la institución respecto a la salida de sus profesoras.
Desde la salida de las académicas, quedó abierta una ventana por donde comienzan a salir a la luz situaciones no solo de precarización laboral, sino también de otros asuntos que tienen que ver con el alumnado. La comunidad estudiantil está exigiendo derechos y las profesoras su indemnización laboral.
Las afectaciones económicas y emocionales no son menores para las catedráticas, ambas se enfrentan a una incertidumbre económica, además tienen clara la complejidad ante la que se enfrentarán en la búsqueda de un nuevo empleo.
Tras una respuesta autoritaria y arbitraria Melissa cree que es necesario que se le haga una auditoría formal en términos de la Ley Federal del Trabajo al Claustro de Sor Juana, en donde se revise desde la forma de contratación, seguido por la forma de despido, los tabuladores, entre otras cosas.
Ambas educadoras piden respeto para sus derechos laborales.
“Queremos lo que nos toca por ley ante un despido injustificado. Quizá esta sea nuestra última lección ofrecida al Claustro: la congruencia, la dignidad, como vamos a defender derechos humanos si no defendemos nuestros derechos”, finaliza Melissa.
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Este texto se publicó originalmente en Pie de Página, se replica en virtud de la #AlianzaDeMedios de la que forma parte ZonaDocs:
Académicas del Claustro de Sor Juana luchan por indemnización tras despido injustificado