Sorpréndeme

La calle del Turco

Por Édgar Velasco /@Turcoviejo 

Es más o menos un ritual generalizado: los últimos días del año que termina sirven para que la gente voltee la vista atrás y repase, en mayor o menor medida, lo sucedido a lo largo de los doce meses del año que agoniza. Pérdidas, ganancias, despedidas y llegadas desfilan en diarios personales, en post de Facebook, en charlas con amigues o en la intimidad de una habitación donde, en no pocos casos, el interlocutor es el espejo. Y una vez finalizado el repaso, no es raro que más de uno llene los pulmones, emita un suspiro y exclame: “Ahora sí, año por comenzar: sorpréndeme”.

Y bueno, resulta que 2023 se ha tomado la encomienda muy en serio.

Apenas estamos rozando la primera quincena de enero y ya pudimos ver cómo se han ido complicando las cosas en Perú, el intento de golpe de estado en Brasil; en México ya vimos cómo ardió Culiacán con sus respectivas secuelas en la población por la vendetta del crimen organizado y ayer fuimos testigos de cómo el gobierno “progresista” de la que alguna fuera la ciudad más avanzada en materia de derechos no tuvo empacho en llenar de militares disfrazados de guardia nacional el transporte público en su versión Metro; y acá en el rancho no queremos desentonar: la defensa de un parque se ha convertido en otro frente de batalla para los dimes y diretes que mantiene el gobierno del estado con la universidad y ha servido, también, para sacar a relucir, otra vez, el verdadero talante del gobernador: necio y berrinchudo, Alfaro ha quedado expuesto otra vez, y mientras más se empeña en repetir que no tiene nada qué ver en lo que está pasando en el parque Huentitán, más se exhibe. Y como no todas las pendejadas del estado salen desde Casa Jalisco, resulta que la ciudad también va a ser sede de un concierto neonazi. 

Vamos, que ya hasta hubo chisme de la farándula internacional para solaz del respetable.

A todas estas cosas, que ocupan los encabezados de los periódicos, los titulares de los noticieros y las tendencias en las redes sociales, habría que sumar los pequeños inicios de año, los que vive cada persona. No sé ustedes, pero en estos casi quince días he escuchado o leído cómo a varias personas ya les han ocurrido cosas como para darse de topes con la pared.

Y, sin embargo, aquí estamos. En parte, claro, porque no nos podemos ir; también porque, como decía el programa aquel de Cristina Pacheco, aquí nos tocó vivir. Pero no todo es pesimismo y resignación. Seguro también están pasando cosas buenas que, cuando menos nos demos cuenta, harán su aparición sin que se conviertan en trending topic o en titular de noticiero, pero ahí estarán.

Sucede, como cantaba Fito Páez, que hablamos del peligro de estar vivos.

En fin, que aquí estamos otra vez. Listos para darle otra vuelta al sol. Si habremos de completarla o no es imposible saberlo. Mientras tanto, sirva esta pequeña entrega para desentumir los dedos, decir presente y enviarles parabienes a quienes gustan de pasearse por aquí y llegar hasta el final. 

Ojalá que su año les sorprenda. Y si es para bien, pues tanto mejor.

Como dicen que decía el pintor: andamios.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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