El centro histórico de Querétaro no sería el mismo sin la presencia de las y los artesanos indígenas que ofrecen su arte en los callejones de la ciudad; sin embargo, las presiones institucionales los están orillando a resistir de manera cotidiana a los malos tratos y decomisos de sus productos.
Por Ricardo Riquelme
Leti Martínez, madre y artesana de 19 años, ha tenido que emigrar de Amealco hacia Querétaro para comercializar sus productos de forma ambulante. Actualmente, se encuentra en el Jardín de la Corregidora, vendiendo muñecas y diademas en compañía de su hija.
“Aquí el problema es que hay mucha competencia porque han tratado de copiar a nuestra muñeca y artesanías. Y no sólo copiarlas, sino revenderlas a un menor precio. Es una competencia que nosotros hemos tenido todos estos años con los locales establecidos, ya que no tenemos un lugar fijo aquí, sino que tenemos que estar rotativos”.
Leti pertenece a uno de los 98 mil artesanos en condición de informalidad laboral en Querétaro, con una tasa del 78.5%, según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
La artesana afirma que los locatarios del Centro Histórico no los quieren ver ahí, incluso si están rotativos, pues argumentan que ellos pagan impuestos y demás servicios. Incluso juntaron firmas en 2021 para que el gobierno los sacara de los andadores principales en junio del mismo año.
“Yo no voy a pagar un servicio que no uso. Si yo no uso ni agua, ni luz, ni nada porque estoy aquí en la calle, ¿cómo voy a pagar? A menos que se me diera un local establecido, con mucho gusto lo pago”, protesta Leti.
Además de los locatarios, agrega al gobierno como otra amenaza:
“Aquí luego tenemos a inspección, que nos quitan nuestras cosas, nos arrebatan la mercancía y nos quedamos sin nada. Tenemos que volver a empezar. Es algo que ha afectado nuestra economía, de ahí dependemos. Vivimos del día, vivimos de lo que ganamos. De nosotros mismos dependemos”.
Actualmente, Leti se encuentra vendiendo sus productos en compañía de otro grupo de artesanos:
“Ahorita estoy establecida nada más porque somos varios. Siendo uno solo, se te amontonan todos los inspectores y te rodean. Uno se siente acosado, como que te intimidan. Aún no haciendo nada malo, pues vender nuestras artesanías es honradamente”.
Asimismo, asegura que el municipio nunca les ha dado una solución para vender, aún siendo originarios de Querétaro. “No nos dan ni un permiso, ni una tolerancia. Nosotros nos atenemos y tenemos esa valentía porque somos originarios de aquí. Nadie nos puede sacar de nuestro Estado”.
En búsqueda de la formalidad
El apoyo al comercio artesanal es importante, ya que las artesanías contribuyen al 18.3% del PIB en el sector de la cultura, según datos de la Cuenta Satélite de la Cultura de México (CSCM).
La Ley de Fomento a la Actividad Artesanal en el Estado de Querétaro busca vincular a las dependencias estatales relacionadas a dicho sector con el desarrollo económico y social del Estado. Entre ellas, la Casa Queretana de las Artesanías.
Alejandro Botello, supervisor de comercialización de la Casa, explica que los artesanos proveen a la institución con su mercancía y esta les paga el precio que determinen. Posteriormente, la exhiben con un porcentaje agregado que varía de un 5 a un 30%. Este ingreso se ocupa para visitar a otros artesanos, premios para concursos y capacitaciones.
Cuando tienen la demanda de algún producto que la gente está buscando, ellos se acercan al artesano que lo produce y lo invitan a formar parte de la Casa.
“También sé que eso puede ser limitante para algunos de ellos, por una cuestión de trámites, ya que algunos de repente llegan a tener un poquito de recelos en la cuestión tributaria. Pero para nosotros es necesario, ya que eso deja transparente todo el tema de recursos”, añade el supervisor.
Al hacerles la invitación se les solicita una identificación oficial y un comprobante de domicilio en el que demuestren vivir en el Estado. “Tienen que ser artesanos que residen en Querétaro, aunque no hayan nacido aquí. No podemos, por una cuestión administrativa, trabajar con un foráneo”, aclara. Además, se les solicita tramitar una cuenta bancaria para que haya transparencia con el dinero y estar dados de alta en el SAT.
“No es nada ajeno a cualquier otro tipo de negocio. Simplemente es que algunos artesanos cuando escuchan la palabra ‘Hacienda’ o ‘SAT’ piensan en otro tipo de obligaciones”, comenta Alejandro.
La Casa Queretana de las Artesanías cuenta únicamente con 70 artesanos registrados, quienes les proveen regularmente. No obstante, el supervisor afirma que la mayoría trabajan en grupos, es decir, con personas que no están dadas de alta. De forma que hay un representante que trae las piezas de varios.
“Estimamos que en cada grupo hay un promedio de cuatro personas. Entonces, a grandes rasgos, serían como 280 los que nos están proveyendo. Pero el padrón es mucho más amplio. En el último censo, que se hizo hace dos años con el tema de pandemia, estábamos cerca de los 3 mil artesanos y no todos trabajan aquí con la Casa. A nivel municipal, hay institutos similares a nosotros y ellos les van dando cabida”.
Las soluciones que no miran a todos
A pesar de radicar en el municipio de Querétaro por más de 8 años, Leti asegura no estar familiarizada con la Casa Queretana de las Artesanías ni con instituciones similares:
“Yo siempre he trabajado así, independiente. No cuento con el apoyo de ninguna organización de pueblos indígenas. Eso sería nada más como para los que vienen de fuera, los que son de otros estados. Yo lo que he visto es que no son indígenas. Sí son artesanos, pero no indígenas”.
Al comentarle sobre los requisitos para trabajar en la Casa, ella responde con desconfianza:
“Nosotros, como indígenas, no tenemos todas esas oportunidades, o nos dicen: ‘No, es que tus papeles tienen que ser de aquí. No, es que tu credencial tiene que ser de aquí’. Entonces es algo en lo que en vez de estar perdiendo el tiempo, mejor vendemos así solos”.
Por otro lado, Alejandro menciona a los eventos que organizan los municipios o que tienen que ver con el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) como otra solución, pues ahí no se necesita que cumplan ninguno de los requisitos ya mencionados. Simplemente que el artesano sea el productor de las piezas. “En ese caso, lo único que nosotros hacemos es la vinculación entre el organizador y el participante”.
Comenta que su frecuencia se ha ido recuperando tras la pandemia. En promedio, hay dos eventos por mes y, por lo general, el doble en el último trimestre del año. Sin embargo, también estima que en cada evento hay espacio para tres o cuatro artesanos. Una cantidad limitada, teniendo en cuenta que la ENOE contempla a 128 mil artesanos trabajando en el Estado, incluyendo a los de condición formal.
Además, Leti declara que son inaccesibles:
“Me invitan a ferias, pero el precio del puesto está muy caro. Cosa que yo no junto ni en un día. A veces unos están en 5 mil, otros en 3 mil 800. Y si no junte en esos tres o dos días que me dieron ahí, yo salgo perdiendo”.
En Querétaro, los artesanos informales ganan en promedio 5 mil pesos mensuales, según datos de la ENOE. Por lo que estos puestos pueden llegar a costar un mes de su trabajo. Pero el caso de la artesana es particular, pues la encuesta señala que existe una diferencia salarial entre hombres y mujeres, sobre todo cuando la ocupación es informal.
Tomando en cuenta que Leti es mujer, tiene 19 años y es ambulante, la ENOE estima que su salario promedio mensual es de 2,800 pesos. En cambio, un hombre con su misma edad y condición laboral conserva el salario promedio de 5 mil pesos.
Una resistencia en conjunto
Engracia Maciel, locataria del andador 5 de Mayo y revendedora de artesanías, asegura que existe un conflicto alrededor de los artesanos ambulantes en el Centro Histórico. No obstante, ella considera que tienen derecho de vender ahí y que debe haber una buena convivencia entre todos, pues ellos tienen otro modo de hacer su comercio.
“El gobierno debe regularnos a todos, tanto a los establecidos como a los ambulantes, para que podamos convivir de forma armónica y que todos hagamos lo que las reglas del municipio dicen. Nosotros como locatarios no debemos de tener la mercancía en la calle. Y los ambulantes no deben quedarse fijos en un lugar, sino caminar con sus cosas”, explica Engracia.
Comenta que el comercio local también está abusando de que no se han regulado los ambulantes para sacar sus cosas a la calle, lo que da mal aspecto a la ciudad, pues ya no se ven las fachadas y se bloquea el paso peatonal.
La locataria establece que para llegar a una solución, el gobierno debe comunicarle, tanto a los comercios establecidos como a los ambulantes, que es lo que sí está permitido y que no. Y sobre todo, que existan sanciones.
“Parece como si le tuviera miedo el gobierno a los comerciantes. Como que no les quieren decir nada para que no se enojen y creo que ese ha sido un grave error. Todos tenemos que acatar las reglas”.
Por otra parte, Leti le pide tolerancia a las autoridades. Solicita que les abran los andadores, pues ahí es donde más pasa el turismo y ellos son quienes compran sus productos. “Nos están mandado a vender por la Alameda o hasta Santa Rosa, pero ahí no hay nada de turismo”.
Finalmente, la artesana expone que el gobierno no les ha hecho caso y por eso se han tenido que establecer a la fuerza. “Si quieren que caminemos, también que nos abran todos los andadores. Así como violan nuestros derechos, también puedo exigir los míos”.
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Este reportaje fue realizado en el marco del Bloque de Producción periodística convergente del Tec de Monterrey Campus Querétaro, del cual ZonaDocs fungió como socio formador.