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Con relatos impregnados de nostalgia, el filme dirigido por Roy Andersson, y construido como Las mil y una noches, nos recuerda que todas las personas tenemos una historia que contar
Texto: Andrea Sarmiento Pastrana / Pie de Página
Foto: Tomada del tráiler oficial
Sobre lo infinito (Roy Anderson, 2019) es un largometraje que muestra la dualidad entre la belleza y la decadencia de la sociedad. No tiene una trama concreta, más bien es una recopilación de situaciones cotidianas con distintas personas, todo narrado por una misma chica, la cual no sabemos quién es pero nos lo cuenta como si ella hubiera estado presente en cada momento.
El filme tiene una estructura similar al libro Las mil y una noches. La narradora, como si fuera la princesa Sheherezada, nos cuenta lo que vio en una simple frase, y la película se encarga de profundizar en cada historia, sin mostrarnos el final de ninguna.
Así nos hace reflexionar sobre algo que sabemos pero que realmente no atendemos: cada individuo tiene algo que contar. Toda persona que vemos en la calle, con quien hablamos y con quien solo nos cruzamos, tiene una historia que le llevó al lugar en donde está. No somos seres sin más; lo que pensamos, lo que sentimos y en general lo que somos es algo construído a lo largo del tiempo, somos seres únicos formados por un contexto particular.
Pero dentro de estas historias, a pesar de ser distintas, existe un factor común que nos muestra un fenómeno social. Los relatos vienen con un aura de tristeza y nostalgia; no solo por las narraciones, también por la música y la fotografía, vemos a los actores sin expresión en su cara y si llegan a mostrar alguna es un rostro deprimente; en general la película tiene una estética muy triste.
Es una cinta atemporal, si bien hay escenas que incluyen a Hitler o al ejército, el mensaje puede ser entendido en cualquier lugar y en cualquier cultura de la sociedad actual. Roy Andersson (el director) plasma un mundo sin esperanza, ahogado de dudas y preocupaciones meramente humanas. Plantea preguntas existencialistas sobre nuestro papel en la Tierra, la incertidumbre en el amor o la frustración de una rutina laboral.
A su vez, contrasta estas ideas con el simbolismo de dos amantes volando sobre la ciudad, el amor en tiempos de guerra. Ante toda tragedia, es el sentimiento que nos da esperanza y nos ayuda a ver que no todo está perdido; pienso que un mundo sin amor es un mundo que ya no tiene nada. Cosa que se ve muy bien retratada, quienes viven más desanimados son quienes viven sin algo o alguien a quien amar, y entiéndase esto fuera del amor romántico.
La película nos enseña lo abismales que son las emociones, desde lo alegre hasta lo deprimente, y nos recuerda lo profundo que pueden ser nuestros pensamientos.
Sobre lo infinito se exhibe en la Cineteca Nacional, en Ciudad de México: