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Con fama de vivir en una de las colonias más peligrosas de Monterrey, los habitantes de la Independencia enfrentan la estigmatización, resisten y luchan contra los megaproyectos de gentrificación, que disfrazados como “progresistas”, intentan expulsar a la gente que habita la Loma Larga.…
Texto y fotos: Isabel Briseño / Pie de Página
MONTERREY, NUEVO LEÓN.- Desde el margen sur del Río Santa Catarina hasta lo alto de la Loma Larga, se conglomeran en una encrucijada de veredas y en escalinatas miles de coloridas viviendas por donde se observan niños jugando en las empinadas calles.
El Cerro de la Loma Larga es un lomerío en los municipios de Monterrey y San Pedro Garza García; es decir, entre la zona centro y el municipio de mayor poder adquisitivo del estado de Nuevo León. Conformado por las colonias Independencia, América y Tanques de Guadalupe, este barrio ha sido abandonado tanto en infraestructura como en políticas públicas.
Un barrio “jalador”
“Solo se habla de que somos gente que no estudia, que no tenemos buenos trabajos, gente que se droga y que roba”, se queja Panin, activista y habitante de Tanques de Guadalupe, quien pide que así se le identifique en este texto. Malas etiquetas caen sobre la gente que vive en las colonias Independencia, Tanques de Guadalupe, América 2 y los más de 20 Barrios de la Loma Larga que tradicionalmente se asocian como «la Indepe».
“En el barrio hay un montón de gente jaladora que aprendió un oficio y de eso viven y viven bien”, agrega Panin. La Independencia es una de las colonias más antiguas de Monterrey. Semillera de deportistas, boxeadores, músicos como Celso Piña, “El Rebelde del Acordeón”, cantante, compositor y arreglista o el escultor Cuauhtémoc Zamudio, pero sobre todo habitada por “gente jaladora”, como dicen los regios a las personas trabajadoras. Comerciantes de comida, costureras, pintores de brocha gorda, obreros, tapiceros.
“La Indepe” data desde 1843. Primero nombrada como Barrio de San Luis y posteriormente Barrio San Luisito, debido a que sus fundadores llegaron de ese estado. En 1910 se convierte en la colonia Independencia a raíz del centenario de la Independencia de México.
Una hipótesis señala que su fundación se originó con la llegada de migrantes de Zacatecas y San Luis Potosí; mano de obra que venía a sumarse a la construcción del Palacio de Gobierno, construído con cantera rosa.
Yadhira Ayala nació en Monterrey, al igual que sus padres, pero sus abuelos sí eran migrantes. Ama de casa y madre de dos hijos, señala con su mano y muestra la delimitación geográfica de Tanques de Guadalupe, colonia en la que vive actualmente; inicia desde Laguna de San Marcos y hasta arriba. “Para mí Tanques es mi vida”, cuenta la mujer de piel morena que llegó a esa colonia a los 7 años de edad.
Siempre ha vivido en Loma Larga pero en diferentes colonias, por ello asegura: “Aquí no es tan así como dice la gente de afuera. Nos han hecho muy mala fama porque nos quieren sacar de aquí. Sí hay gente que hace sus negocios pero no se meten con la demás gente”. Para Yadhira es un mito ese rumor de que si entras a “La Indepe”, ya no sales.
Desde los años 90 Yadhira y todas las familias que viven en “La Indepe” están en medio de los intereses de empresarios poderosos que apoyados por el gobierno estatal han intentado por varios frentes presentar y en algunos casos construir obras invasivas de hiperurbanismo acompañadas de destrucción ecológica, así como el inminente esfuerzo de la privatización del cerro.
“Es una estrategia hablar mal de la gente que habita ahí, porque ha habido la intención de venderla desde hace muchos años. Se la pasaron hablando de las pandillas y ahora de que ‘matan gratis’”, asegura Panin.
La intención, de acuerdo con lo que cuentan los vecinos, es expulsar barrios y comunidades humildes del Cerro Loma Larga, para dar pie a desarrollos urbanos exclusivos y de primer nivel. Proyectos inmobiliarios que buscan “apropiarse” sin permiso de los terrenos de la colonia Independencia.
Primero el “progreso”, luego la religión
Con el objetivo de “regenerar” el tejido social de la colonia Independencia y otros sectores, que sufrieron graves afectaciones por el clima de inseguridad, se han presentado diversos proyectos disfrazados de interés público y social, que los gobiernos municipal y estatal han anunciado como “Esfuerzos para regenerar la colonia”.
Desde los noventa, llega la construcción del túnel de la Loma Larga, 2 túneles paralelos que construidos a través del Cerro conectan Monterrey y San Pedro Garza García. Entre 2005 y 2008 siguen habiendo rumores entre los habitantes acerca de construir más cosas.
“No nos dábamos cuenta en ese entonces de las verdaderas intenciones, porque lo vendían como ‘progreso’, como ‘mejora’», señala Panin. Pero con el paso de los años la gente descubrió el verdadero plan y por el año 2015 la gente comenzó a organizarse para oponerse a la construcción de otro túnel más que también atravesaría el cerro.
En 2011 se inauguró el Centro Comunitario. Diseñado por profesores y alumnos de la Cátedra Blanca del Tec de Monterrey y construido por el gobierno del estado de Nuevo León. El complejo, que cuenta con canchas deportivas, áreas verdes y dos edificios con más de 7 mil metros cuadrados de construcción, se inspiró en acciones llevadas a cabo en Medellín Colombia. Dirigido a promover acciones de desarrollo social, pero actualmente se encuentra inoperante.
En 2017 los gobiernos municipal y estatal nuevamente impulsaron la interconexión vial Macroplaza-Valle Oriente. Fue frenado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en 2019, debido a una denuncia interpuesta por los habitantes de la colonia con el fin de defender la flora y fauna y defenderse a ellos mismos.
Los intentos en nombre de Dios
Gran parte de la colonia Independencia rinde devoción a la Virgen de Guadalupe, pero en 1982 esta devoción incrementó tras la apertura de la Basílica, lugar donde cada 12 de diciembre se reúnen miles de fieles.
La palabra “progreso” ya no causaba efecto en los habitantes de “La Indepe”, por eso se apeló a la religión y terminaron poniendo una “virgenzota” arriba del cerro, dice Panin. Panin asegura no tener nada en contra de la religión ni de la virgen, pero sí dice estar en contra de la iglesia como institución, esa parte humana que, para él, se presta y respalda los intereses de los empresarios y del gobierno.
El empeño continúa y la Arquidiócesis de Monterrey se alínea, llega entonces La Misión “Caminando con María”, proyecto integral de transformación comunitaria con espíritu de misericordia, de acuerdo con la página que contiene información sobre el “piadoso” plan.
Es el 2018 cuando se presenta otra obra de hiperurbanismo asociada a la religión: Memorial de la Misericordia. Corredor urbano, turístico y comercial. Viaducto de seis carriles que enlazaría la capital regiomontana con el municipio conurbado de San Pedro Garza García. El plan incluye otro centro comunitario, una cruz gigante que sería la más grande del mundo.
La Arquidiócesis de Monterrey ha olvidado que si hasta el momento no hay Interconexión es por la respuesta de Secretaría del Medio Ambiente a la Manifestación de Impacto Ambiental a dicho proyecto. Dictaminó que en ese espacio, por insignificante que parezca, habitan especies de fauna y flora que es necesario resguardar.
El proyecto denominado “Movilidad Sustentable Centro de Monterrey-Valle Oriente San Pedro Garza García” nuevamente fue promovido en 2021.
La cultura como semilla para resistir y para salvar
“Cuando yo estaba morrito estaban muy de moda las pandillas”, recuerda Panin. De acuerdo con el antropólogo social y periodista Lorenzo Encinas (Nicho Colombia), dichas bandas fueron vulneradas por grupos del crimen organizado, pues su objetivo era aprovecharse de su instinto belicoso y protector para establecer puntos de venta de droga en el barrio.
En el podcast llamado Los perros románticos, el antropólogo dice: “Aquí en Nuevo León, la política pública en materia de juventud es puro pedo, no existe. Estamos en el cero. En México los jóvenes son visibles cuando son un problema y no como lo que verdaderamente son, un grupo que requiere apoyo y si no hay política pública, pues son los jóvenes quienes crean sus propios espacios de significación”, continúa.
Panin concuerda:
“Hacen falta políticas públicas para las juventudes, el arte y la cultura no deberían ser exclusivos para quienes tienen dinero. Hacen falta parques, como siempre el deporte, el arte y la cultura es quien puede rescatar vidas”.
El hoy activista recuerda que cuando era adolescente, muy de vez en cuando llegaban talleres de arte a su barrio. Su gusto por el dibujo lo hizo inscribirse e interesarse. Al salón de actos (hoy convertido en un comedor comunitario del que se apropió el gobierno y que está en desuso), llegaron dos jóvenes; Panin, que en ese entonces tenía 17 años, recuerda a uno de ellos, a Joel. El taller era para niños pero Panin, que “no hacía nada”, dice, acudía a ver y platicaba con los talleristas. “Por encimita”, como dice Panin, los talleristas les mostraron que a través de las artes, podían expresarse.
“Esa semillita se quedó en mí, vi que ese par de empleados del gobierno le metían corazón, no iban a dar el taller por darlo”. Al observar el compromiso que los jóvenes talleristas mostraban con los niños para enseñarles algo que les sirviera, Panin pensó que en algún momento seguiría el ejemplo y le devolvería algo al barrio.
Aunque los proyectos de gentrificación iniciaron en los años 90, fue en 2015 cuando Panin empieza a poner atención al ruido que causó entre los habitantes de “La Indepe» los planes con miras a la expulsión de los colonos.
Cuando Panin escucha con más fuerza los proyectos de gentrificación, él comienza a investigar y se da cuenta de que no sólo su barrio está amenazado, sino muchos otros en distintas partes del mundo y se da cuenta de que las características de esos otros barrios son similares a las de su barrio, gente migrante, gente pobre, gente estigmatizada, etcétera.
Panin crea una página en facebook y lo contacta Erika Charles Niño, quien estaba al frente de la defensa del barrio. Panin fue invitado a una reunión en el que se organizaba “el otro festival”, un evento con motivo de los 43 normalistas de Ayotzinapa y de los muertos y desaparecidos de Monterrey; en ese momento “él no estaba politizado”, dice, pero si le gustaba rayar lo que creía: que no era cholo, sino punk, “y el punk está en contra del gobierno”, dice.
“Sabíamos bien poco pero nos encantaba andar en el pedo, comenzamos a investigar más y adentrarnos en el tema de la gentrificación” y entonces se propuso llevar el “otro festival” a la Indepe, adaptándolo al tema de la lucha y la resistencia del barrio. “Ah, con madre, va a ir la crema y nata de los muralistas urbanos al barrio, incluso acudieron dos de la Ciudad de México”, pensó Panin. Entre todos plasmaron por las calles de la Indepe varios murales con el mensaje contundente de su oposición a la expulsión de su amado barrio.
Durante el “otro festival” la académica Verónica Gallegos Cantú impartió un taller a las infancias sobre la exploración del barrio, en donde les mostraron las virtudes ecológicas del cerro para que al conocerlo mejor, lo hicieran suyo. Posteriormente Panin trabajó junto a los demás participantes y pidió su apoyo para continuar con esos talleres que consideró de suma importancia para la educación de los niños y las niñas de “La Indepe».
Hartos de los proyectos que traen como irremediable consecuencia el desplazamiento de los habitantes originales de un sector, Panin y otros aliados tanto internos como externos al barrio, se propusieron crear un proyecto formal de donde nace el colectivo “Desde el río hasta la Loma” con metas y objetivos como lo son la recuperación del espacio público, la reivindicación de los habitantes de estas colonias como “personas jaladoras”, pero sobre todo la defensa de su territorio inculcado en quienes serán los futuros guardianes de la Loma.
Desde el 2019 se han impartido talleres a “las niñas y los niños de la resistencia”, con esa fiel idea de devolverle algo al barrio. Panin está convencido que hay que acercar el arte y la cultura a las infancias para que miren otro horizonte, no para que se vayan, y si algún día se quieren ir, que sea porque así lo quieren pero estando conscientes de que su barrio es igual de respetable e importante que cualquier otro lugar.
“Queremos que estén mejor preparados, más informados y más politizados”, explica el joven. No solo les enseñan a dibujar, les hablan sobre los problemas del agua, de la flora y fauna, les enseña también sobre derechos humanos y el derecho a la vida tanto de los animales como de la vegetación que habita junto a ellos en el cerro de la Loma Larga que es el último pulmón de vegetación que existe en el centro de Monterrey.
Les enseñan el activismo porque es necesario, que aprendan a defenderse con conocimiento y no a golpes como se acostumbra en los barrios, “que aprendan que mientras vivamos aquí, nos tenemos que defender del gobierno, los empresarios y hasta de la iglesia”. Finaliza el joven.