Un domingo como cualquier otro, se reunieron integrantes del colectivo Barrio Fértil, de Juanacatlán ,para recolectar basura a lo largo de uno de los arroyos que escurren por las faldas de los cerros al oriente del macrolibramiento, entre el poblado de El Saucillo y Juanacatlán.
Por Andrés de la Peña
Parte de las labores que lleva a cabo este el colectivo Barrio Fértil ─que busca promover una cultura de cuidado, disfrute y convivencia armónica con el medio ambiente─ es una excursión bianual para limpiar de basura el cauce de este pequeño arroyo que desemboca en el río Santiago.
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El grupo está compuesto por cinco adultos y tres niñas en su recorrido avanzó por la ladera del cerro y siguiendo el cauce del arroyo, recogiendo basura en seis bolsas plásticas para luego separarlas por su tipo: textiles, plásticos y metales: “El bosque es muy sucio”, comentó la mayor de las tres niñas. “No, el bosque no es sucio. Las sucias son las personas”, fue lo que respondió una de las activistas.
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Este paraje es visitado por varias personas, principalmente de El Salto y de Juanacatlán, que vienen a divertirse y disfrutar junto a la naturaleza. Sin embargo, es común que se desplacen cuesta arriba y bastante lejos a bordo de cuatrimotos y motocicletas, abriendo un sendero, pero dañando la vegetación en el camino.
Una vez ahí, no es raro que dejen cantidades de basura que impresionan dado lo complicado que es adentrarse en la vegetación aguas arriba: “Si pueden subir una coca de tres litros llena, cómo no van a poder bajar una botella vacía”, es lo que dice, entre bromeando y entre quejándose, uno de los activistas.
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El cauce de agua también está limitado por una presa artificial hecha por los habitantes de la zona. Aunque la presa provee agua que puede ser utilizada para producción agrícola, también genera una alberca artificial donde las personas pueden relajarse durante la temporada de lluvias.
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A lo largo de todo el camino, el grupo fue encontrando pedazos de cinta de seguridad, usada para delimitar zonas peligrosas. Aunque no existía ningún indicio de que esta basura tuviera relación con algún suceso violento, una de las activistas recordó que en la zona se habían encontrado cadáveres recientemente. En ese sentido, resulta impresionante que la huella de la violencia pueda adentrarse tanto, surcando arroyos, librando vegetación y trepando cerros.
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Quien convocó al día de campo fue Ann Barba, reconocida ecologista de Juanacatlán, que ha dedicado su vida y su trabajo al cuidado del medio ambiente. Desde la denuncia social contra la contaminación del río Santiago y el periodismo ambiental hasta la manifestación artística y cultural que recupera el vínculo de las personas con la naturaleza: Ann hace de de todo y más por proteger el entorno natural.
Actualmente, también encabeza la iniciativa Medusa Río Santiago, un proyecto artístico que busca, a través de la donación de cabello, ayudar a limpiar algunos de los contaminantes del río Santiago en El Salto de Juanacatlán. Con este cabello se elaboran “medusas” que absorben grasas, aceites y algunos detergentes que se vierten en el río. Aunque ha recibido críticas sobre la línea de que esta acción no es “suficiente”, al igual que la recolección de basura, la ecologista no ha flaqueado en su convicción y trabajo.
En conversación, ella lo explica: aún si no es suficiente, es más que nada; el uso del cabello humano no solamente tiene un objetivo práctico de limpieza, sino uno artístico y simbólico (pues se pone parte del cuerpo de las personas a limpiar el río que ha sido destruído). Al final de la jornada, seis bolsas llenas de basura bajaron del cerro, extraídas del arroyo, para ser transportadas en una camioneta.
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