#HastaEncontrarles
A ocho años de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, el Colectivo Estudiantil Independiente y Unión Estudiantil Alternativa llevaron a cabo en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara un conservatorio donde estudiantes normalistas de Atequiza y madres buscadoras de Jalisco compartieron sus historias y experiencias de búsqueda a partir de las desapariciones forzadas de sus familiares y la lucha por la verdad histórica en el caso de los 43 normalistas desaparecidos.
Por Josué Ibarra/@josueibarrasala
Se cumplieron ya ocho años de la tragedia que sucedió aquel viernes 26 de septiembre en Iguala, Guerrero, sitio donde policías municipales agredieron y desaparecieron a 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa.
A ocho años del crimen de Estado, estudiantes de la Universidad de Guadalajara decidieron no olvidar y, al igual que en muchas partes del país, exigieron verdad y justicia para los 43 normalistas, pues para ellas y ellos era necesario recordar que la memoria sigue viva, pues debido a las terribles filtraciones del caso y a la impunidad en la procuración de justicia, Ayotzinapa se mantiene vigente en la agenda pública política del país.
El conversatorio se llevó a cabo en el CUCSH, en su campus Belenes, donde el Colectivo Estudiantil Independiente y Unión Estudiantil Alternativa en compañía de dos estudiantes de la Normal Rural “Miguel Hidalgo” de Atequiza y diversas madres buscadoras de Jalisco compartieron opiniones y sentires alrededor de la tragedia de los 43 estudiantes de Ayotzinapa; así como sus experiencias alrededor de la violencia que provoca la desaparición forzada en el estado.
Los dos normalistas de Atequiza se presentaron con los pseudónimos de “Güero” y “Pelón”; al iniciar el conversatorio, “Pelón” hizo hincapié en la importancia de las Normales Rurales, remarcando que no son tan queridas por el gobierno, pues les causan incomodidad porque su resistencia se traduce en llevar educación socialista a las zonas más recónditas del país.
Al tomar la voz “Güero” compartió su postura ante la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, pues considera que el Estado es cómplice del crimen.
“El 26 de septiembre del 2014 en la ciudad de Iguala, se habla únicamente de 43 personas desaparecidas, pero yo les pregunto: ¿realmente desaparecieron así nomás?, ¿por qué no se dice la versión oficial?, ¿por qué no se dice que esas personas estuvieron bajo un ataque constante por más de tres horas? Un ataque de disparos, agresiones, de balas, ¿por qué no se cuenta que uno de los camiones donde bajaron a los normalistas estaba justo enfrente del Palacio de Justicia en Iguala?”.
“Güero” remarcó todas las irregularidades que sucedieron el día de la tragedia, pues el ejército nunca apareció al momento, porque para él, la mente intelectual de toda la tragedia fue el propio ejército.
“Realmente el caso no era en contra de los normalistas, en eso tienen razón, eso era un problema de corrupción, un problema de drogas, un problema de malos funcionarios, esto era un problema de un mal acomodo institucional desde todas las bases del gobierno”, mencionó.
“Güero” agregó que la acusación de que se robaron camiones eran y son falsas, los camiones donde se trasladaban los normalistas de Ayotzinapa eran tomados y, posteriormente, regresados; sin embargo, en uno de esos camiones debido a la corrupción, al parecer, había un cargamento de drogas valuado en más de dos millones de dólares, así que esto fue una desafortunada confusión que llevó a la desaparición de los 43 normalistas por parte de las autoridades del Estado, quienes se los llevaron de manera forzada.
“Se dice que hoy varios se encuentran con vida, pero no los quieren soltar por la información que saben de una noche como hoy, pero de hace 8 años. Un 26 de septiembre de 2014, fecha en que suceden todos estos hechos… ¿En dado caso que algunos compañeros aún se encuentren con vida cómo estarán?, ¿Saben qué día es hoy? ¿Saben que llevan 8 años privados de su libertad? ¿sabrán que ya murieron algunos de sus compañeros? Por eso sus padres aún los están buscando, y no se cansan, ellos siguen y siguen”, exclamó “Pelón”.
Al acercarse al mes de septiembre, el mes en el cual se festeja a México y su patria, “Güero” menciona que las madres y familiares de víctimas en vez de sentir orgullo y alegría, tiene momentos incómodos y tristes.
“Madres, padres, hermanos e hijos que saben que se acerca septiembre en vez de sentir alegría, en vez de sentir felicidad, en vez de sentir patriotismo, sienten dolor de saber que muchas otras personas festejan una patria, cuando esa misma patria fue la que les quitó a sus hermanos”.
Este suceso, sin duda, marcó un México oscuro, así lo describen los compañeros normalistas de Atequiza, quienes al compartir su sentir piden a la comunidad estudiantil de la UdeG que siempre mantengan viva la memoria histórica, que tengan presente que no son hechos aislados y les piden también que nunca sean indiferentes ante este hecho, porque nunca se sabe cuándo pueda ser otro compañero, cuándo este suceso puede repetirse.
Compartimos su sentir: “desaparecer en México es un infierno”.
Al terminar la conversación con los dos compañeros normalistas de Atequiza, tomó el micrófono Monserrat Zamora, quien fue víctima indirecta del delito de desaparición forzada. Montserrat compartió la historia de corrupción, impunidad, negligencia a la que ha sido expuesta por la desaparición de su hijo Yesui Rogelio Hernández Zamora, el cual lamentablemente fue encontrado sin vida tras estado desaparecido por más de cuatro meses.
Yesui fue desaparecido a los 24 años de edad, el 3 de noviembre de 2021 en el fraccionamiento Paseo de los Agaves en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco.
Su madre narró todo el trauma que le causó el proceso desde que inició la búsqueda de su hijo hasta el día que se dio cuenta que su hijo había fallecido, contó toda la revictimización a la que fue expuesta en todo el proceso de denuncia e investigación, teniendo que ir periódicamente al Servicio Médico Forense, cada semana, para revisar las fotos de personas fallecidas sin identificar, esto para ver si entre ellas encontraba una coincidencia con su hijo. Esto lo hizo 17 veces.
Monserrat mencionó que al inicio confió en la búsqueda de su hijo que se hacía en la Fiscalía del Estado, algo que ahora menciona fue un error porque nunca hicieron bien su trabajo, ya que ahora sabe que simularon la búsqueda. Pero todo cambió cuando ella encontró en internet un colectivo donde se refugió y fueron sus compañeros de Luz de Esperanza quienes le dieron asesoría jurídica para presionar a las autoridades.
La madre buscadora también contó lo importante que fue para ella asistir a marchas y acudir a todos los medios posibles, esto para poder darle más difusión al caso de su hijo. Ese estar presente también la hizo unirse con las Madres Buscadoras de Sonora para realizar búsquedas en campo.
“Ahí aprendes, te enseñan a buscar, a observar, a encontrar, a usar la varilla vidente, de la cual mi esposo y una servidora ya somos expertos. Conoces a hermanas, hijas y esposas que viven lo mismo que tú, las únicas que de verdad entienden lo que uno está pasando. Hay solidaridad, ya que adoptas el dolor de los desaparecidos como tu dolor, y lo único importante es encontrar y cuando eso pasa es un sentimiento fuerte, pues, por un lado, sientes gusto de que alguien volverá a su familia y, por otro lado, sientes dolor al pensar que puede ser el tuyo el que apareció; así, mi esposo y yo siempre dijimos que si no era el de nosotros, sería el de alguien más y, tal vez, el karma, Dios o la vida nos regresaría al nuestro”.
Algo que para ellos, ocurrió luego de cuatro meses de espera, pues el 23 de marzo del 2022, llamaron a Monserrat para pedirle reconocer el cuerpo de quien se sospechaba podría ser su hijo.
“Me presenté ese mismo día, efectivamente, era mi hijo, lo reconocí por los tatuajes de los que tanto renegué; ahí te das cuenta que la realidad es más dura que tus pensamientos, pues me imaginé a mi hijo regresar de muchas formas, incluso, muerto, pero verlo es algo que supera la imaginación, que no le deseo a nadie, ni siquiera a las familias de los que le hicieron eso a mi hijo”.
En la fosa clandestina en la que fue encontrado el hijo de Montserrat había otras siete personas. A la fecha, cuatro han sido pre identificados, tres siguen sin ser identificadas. El único identificado y entregado a sus familiares fue Yesui.
Todo esto Monserrat lo compartió para exponer la ineficacia de las autoridades y para dar una idea a la comunidad estudiantil del infierno que se vive siendo víctima de desaparición forzada, tal y como lo han vivido las y los familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y los familiares de los más de 15 mil desaparecidos de Jalisco y las familias de las más de 105 mil personas que hacen falta en todo el país.