Colectivas de madres contra la violencia vicaria en Jalisco señalaron en rueda de prensa a personal de Ciudad Niñez y Fiscalía del Estado de Jalisco por haber encubierto a Eduardo N, agresor vicario quien fue denunciado por Fátima, su esposa, por ejercer en su contra violencia física y psicológica y también por haber sustraído a su hijo de 1 año 9 meses.
“Que nos queda a las mujeres, venir a CJM y que Fiscalía nos entregue a nuestros agresores” han advertido las colectivas de madres contra la violencia vicaria en esta ocasión. Y es que explicaron que estas autoridades acudieron a las instalaciones del Centro de Justicia para las Mujeres para llevarse al menor de edad y entregarlo a su padre, sin importar que Fátima buscaba resguardarse en las instalaciones de la dependencia, pues cuenta con una orden de protección en contra de su esposo quien también es su violentador.
Fátima se encuentra resguardada, pues teme que Eduardo N junto a su hermano Sergio N, quien participó en la sustracción del menor de edad y cuenta con un permiso para portar armas, puedan ejercer cualquier acto de violencia en su contra y la de su familia: “Ahora no sólo temo que me lo quiten temo por mi vida” afirmó.
Por Dalia Souza / @DaliaSouzal
Fotografías Aletse Torres
Fátima pasó 32 días lejos de su hijo hasta que el 31 de agosto lo encontró en la calle junto a su padre, quien durante el mismo periodo tiempo le impidió verlo. Fue en las inmediaciones de la Línea 3 del Tren Ligero donde la ciudadanía y un guardia de seguridad privada le ayudaron a recuperar a su bebé de 1 año 9 meses. La escena fue difundida a través de medios de comunicación y redes sociales.
“En ese momento quise acercarme y abrazar a mi hijo, pero mientras él subía las escaleras me gritaba que no, que no tenía por qué hacerlo, que me largara, que me quitara y que no lo iba a volver a ver” narra Fátima en la rueda de prensa a la que convocó junto a las colectivas de madres contra la violencia vicaria que le acompañan.
Hasta ese momento, Fátima lo había intentado todo, desde entrar en comunicación directa con Eduardo hasta contactarse con sus familiares paternos para que, siquiera, le permitieran ver a su hijo en fotografías. La respuesta, hasta ese día, era la misma: “Eduardo no quiere que lo veas. No podemos hacer nada”.
“Quiso huir y yo me acerqué, y empecé a pedir ayuda a la ciudadanía para que me ayudaran a detenerlo y poder abrazar a mi hijo. En ese transcurso llegó un guardia de seguridad que estaba ahí cerca y luego todos nos caímos al piso. Me levanté, agarré al bebé y me fui corriendo rumbo al Centro de Justicia para las Mujeres para buscar refugio. Tenía mucho miedo de lo que él podía hacer” recordó.
Eduardo ya la había amenazado en muchas otras ocasiones, le decía que se lo quitaría y que estaba dispuesto a pagar mucho dinero con tal de que su bebé no se quedara con ella.
“Él me quitó a mi hijo por haberlo denunciado” afirma Fátima. Y es que esta madre joven originaria de La Manzanilla de la paz, Jalisco ya había denunciado a su pareja por haber ejercido en su contra violencia física y psicológica más de un mes antes de verse obligada a rescatar a su hijo. El 27 de julio, explica, luego de haber experimentado un evento violento a su lado, acudió al Centro de Justicia para las Mujeres en Guadalajara, ahí informó al ministerio público lo que había sucedido, levantó una denuncia y le ofrecieron una orden de protección.
Sin embargo, Eduardo hizo caso omiso y dos días después, el 29 de julio, con el pretexto de ir a recoger sus pertenencias, se presentó en la casa que compartían. Fátima se encontraba adentro con su hijo y cuenta que llegó junto a dos abogados, dos mujeres policías municipales de Tlaquepaque y con su hermano Sergio.
“Nunca se me notificó que él retiraría sus pertenencias de la casa en la que vivíamos, a pesar de las medidas de protección que yo ya tenía” precisa.
Todo se trataba de una simulación y un acto premeditado para robarle a su bebé.
“Mientras él entró a retirar sus cosas, su hermano Sergio aprovechó para sustraer a mi hijo”.
Fátima pudo ver cómo Sergio sacaba a su hijo de la casa, después pudo escuchar a uno de los abogados gritar “vámonos, vámonos”. Todos salieron corriendo. Esta madre se quedó en el umbral de la puerta, detenida a la fuerza por las mujeres policías y la abogada que acompañaban a su esposo “no puedes hacer nada, él está en su derecho”.
Ella sólo les imploraba “hagan algo, yo tengo mi orden de protección, se lo está llevando”. Cómplices del acto nadie quiso escucharla y así llevaron a su bebé.
Salió a la calle, pidió ayuda a sus conocidos en Guadalajara, le dijeron que tenía que ir al Centro de Justicia para las Mujeres a denunciar lo que había sucedido, pero cuando estuvo ahí, no quisieron tomarle la declaración, pues según argumentaron, por la edad de su hijo y porque él estaba siendo la única víctima del delito, tendría que acudir a Ciudad Niñez, pero ahí también la rechazaron.
Si bien, Ciudad Niñez, instancia destinada para proteger y salvaguardar la integridad de las infancias frente a delitos que se cometan en su contra tuvo que haber tomado la denuncia de esta madre, la respuesta del funcionariado que le atendió fue “se trata de su papá, no podemos hacer nada, está en su derecho”. Incluso, Fátima insistió y explicó que quien se había llevado a su hijo era el hermano de su esposo, que él lo había sacado de su casa y que tenía un temor fundado en que pudiera pasarle algo, ya que el hombre cuenta con un permiso para portar armas.
Nuevamente, nadie la escuchó.
El hecho las autoridades del Centro de Justicia para las Mujeres y Ciudad Niñez permanecieran omisas ante los llamados de ayuda que les hizo Fátima, permitió que Eduardo, a través de sus abogados, intentarán en más de una ocasión engañarla para que firmara documentos o cediera ante la insistencia de retirar la denuncia por violencia que había interpuesto en el centro de justicia.
“Ella me ofrecía que yo retirara la denuncia y que en ese momento ella lo convencía a él de que me dejara verlo “tú retiras la denuncia, ya no le mueves nada allí y así para que él se pueda acercar”. Me decía “Eduardo tiene muchas ganas de que veas a tu hijo, pero no se puede acercar por lo que tú hiciste” “retírala y nosotros lo convencemos”.
Por esto, cuando Fátima tuvo la oportunidad de rescatar a su hijo, lo hizo.
Autoridades cómplices de los agresores vicarios
Cuando Fátima logró rescatar a su bebé ese 31 de agosto, no le quedó más que correr por ayuda al Centro de Justicia para las Mujeres, narra que desde que llegó se sintió amedrentada y en peligro. “Estaba sentada en el área lúdica con el bebé cuando se acerca un hombre que me dijo “te voy a tomar una foto con el niño”, pregunté por qué o quién era y me dijo que era un policía investigador”.
El argumento que ofreció el Policía Investigador era que estaba dando seguimiento a una denuncia “robo”, Fátima le reclamó que ella no se había robado a su hijo, que contaba con los documentos que lo acreditaban.
Momentos después llegó Belén Domínguez Zúñiga, directora de la Unidad de Investigación de Delitos Cometidos en Agravio de Niñas Niños y Adolescentes en Ciudad Niñez “vengo por el niño”, le ordenó a Fátima, quien a pesar del miedo que sentía le cuestionó por qué “hay una denuncia de robo y me lo voy a llevar” replicó la funcionaria. Una vez más esta madre intentó buscar escucha, comprensión y sensibilidad en el funcionariado:
“Es mi hijo, soy su mamá”.
Domínguez Zúñiga le respondió “independientemente de quien seas o no seas nos lo vamos a llevar, yo vengo por el niño”.
Fátima tomó aire una vez más y le explicó que el padre de su hijo junto a su hermano, fueron quienes sustrajeron al niño forzadamente y con engaños, que ella contaba con una orden de protección y que tenía también una denuncia por violencia en contra de su esposo.
La repuesta de la funcionaria fue intentar arrebatarle al niño. Fátima recuerda que cuando esto sucedió su hijo comenzó a llorar, por lo que, ella frente al enojo, la incertidumbre y el miedo, comenzó a llorar también. Contrario a la respuesta que podría esperar, Domínguez Zúñiga le exigió que tenía que parar “te encargo por favor que si vas a llorar no sea delante del niño” y después pidió a una trabajadora social que se acercara para llevárselo.
Como testigos del evento estaban presentes José Elías Moreno Tafolla, director del Centro de Justicia para las Mujeres y la coordinadora de ministerios públicos de la misma dependencia, Guillermina Garibay Brizuela.
“Cuando voltee a ver a Guillermina le pregunté qué hago, ¿se los doy? Ella me dice que sí, que se los diera. Entonces, yo no quería soltarlo, se acerca una trabajadora social y lo empieza a agarrar de la espalda, en ese momento el bebé se pegaba conmigo, decía que no, y decía ¡mamá, mamá! Le pedí que esperara, le pregunté a dónde se lo iba a llevar y me dijo: vamos a llevarlo al área lúdica mientras todo se resuelve. Así que les pedí que yo lo llevaba”.
Antes de dejar a su hijo Fátima hizo su último intento. Pidió ayuda a una de las integrantes de las colectivas que se encuentran ofreciendo orientación y acompañamiento a mujeres que sufren violencia dentro del centro de justicia. Fátima la conocía pues durante las semanas previas habían sido ellas quienes le ofrecieron acompañamiento terapéutico para sobrellevar la ausencia de su bebé.
“La volteé a ver, le dije: ¡ayúdame, llámale a alguien, se quieren llevar a mi hijo!”.
La directora de la Unidad de Investigación de Delitos en Agravio de Niñas, Niños y Adolescentes le exclamó “llámale a quien le tengas que llamar, yo soy independiente de esta institución, yo vengo de ciudad niñez y me voy a llevar al niño”. Fátima, dice que la funcionaria junto a un hombre armado la siguieron hasta el área de ludoteca, donde se supone tenía que esperar.
Las colectivas de madres contra la violencia vicaria que acompañan a Fátima han sido contundentes en declarar que, la Fiscalía del Estado de Jalisco junto a personal de Ciudad Niñez han sido cómplices de estos agresores vicarios, al coadyubar -por acción u omisión- en la sustracción de sus hijos e hijas. También, han manifestado que aquellas dependencias que se supone, deben ser sitios seguros para las mujeres, han quedado rebasados por la violencia machista que sigue rodeando a la administración pública y de justicia.
Por ello, Fátima se vio orillada a desistir de la posibilidad de resguardarse en refugio del Estado, pues le quedó claro que las autoridades que deberían protegerla estaban haciendo todo lo posible porque su agresor la encontrara y, con ello, que lograra arrebatarle nuevamente a su hijo.
“En ese momento me di cuenta que no era un lugar seguro, cómo yo me iba a resguardar ahí si ellos ya sabían con dónde estaba. Firme en ese momento el desistimiento del albergue y me fui por mis propios medios a refugiarme en un lugar”.
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“Yo recuperé a mi hijo por mis propios medios. Después de que por más de un mes me dedique todos los días a hacer los trámites correspondientes en contra de las policías, de mi cuñado, de todas las personas que participaron en esto, para que se me entregara al niño por la vía legal”.
Fátima recuperó a su hijo por “sus propios medios” manifiesta, porque, aunque hizo todo por la “vía de lo legal” entre denuncias, trámites y burocracia, las autoridades que, idealmente, deberían salvaguardar su seguridad como una mujer víctima de violencia de género y violencia vicaria, decidieron proteger y encubrir a su agresor: “mis denuncias apenas estaban procediendo, las denuncias que impusieron todas estas personas que me quitaron a mi hijo han avanzado inmediatamente”.
Muestra de ello es que el número de la carpeta de investigación que inició en contra de su todavía esposo por violencia física y psicológica le fue entregado el mismo día que logró rescatar a su hijo.
Fátima coincide con otras madres que sufren violencia vicaria: “no me parece justo que se use a mi niño para hacerme daño y con ello también a él” señala y junto con ellas también reafirma su impotencia, pues mientras ella se encuentra escondida, su agresor y sus cómplices gozan de libertad “tampoco me parece justo que ahora tenga que estar yo refugiada, llena de miedos y que esas personas estén en la calle como si nada hubiera pasado”.
“Tengo mucho miedo y desde este momento los hago responsables de cualquier cosa que pudiera sucedernos, a mí, a mi familia, a mi hijo o a las colectivas que me acompañan” finalizó esta joven madre.