Sembradores de la niebla

Introducción

En medio de la niebla, indígenas oaxaqueños siembran amapola silenciosamente. Recolectan la goma de opio casi a oscuras aunque sobre la tierra esté el sol del mediodía. Llevan los racimos de las flores entre sus falanges. Caminan bosque arriba, sobre terrenos empinados cubiertos de encino. Encima de sus cuerpos cae un rocío blanco: el vapor del cerro parece una llovizna que nunca se termina.

Antonio Mundaca, Coordinación de proyecto
Karen Rojas Kauffmann, Antonio Mundaca y Miguel Ángel Maya Alonso, Reportajes y crónicas
Ahí, en la alta montaña y sus caminos escarpados, todavía no llegan las consecuencias de la Guerra contra el Narco, un conflicto armado interno librado por el Estado Mexicano en contra de los cárteles que controlan diversas actividades ilegales, -principalmente el narcotráfico- y en el que participan grupos de autodefensa popular y comunitaria conformados por civiles desde diciembre de 2006, cuando el gobierno federal anunció un operativo contra el crimen organizado en Michoacán privilegiando el uso de las fuerzas armadas, esa parte trágica de la historia que cuenta por montones los cadáveres en otras partes de México.
Podemos verlos a lo lejos, parecieran volar en las colinas extendidas. Ellos siembran para subsistir. Estar escondidos o negados por la historia oficial del estado oaxaqueño, ha ocultado relatos de pueblos arrasados, emergiendo la violencia entre esas ruinas. En Oaxaca, existen pocas historias documentadas sobre ellos: esta investigación es un intento de contarlo.
Información publicada en medios locales de Oaxaca señalan, al menos desde 2017, a la Sierra Mixe y a la Nación Triqui como zonas de siembra y decomisos de amapola, y a la Sierra Sur como un bastión histórico de comercio, trasiego y cultivo de la goma de opio.
Oaxaca, uno de los 32 estados de México ubicado al suroeste del país, y el quinto más grande en extensión a nivel nacional, conformado por 19 grupos étnicos, 16 lenguas maternas y con 4 millones 132 mil habitantes, de los cuales 66.4 por ciento vive en situación de pobreza*.
Tres regiones indígenas oaxaqueñas que por su geografía son polos aislados del centro del país, propicias para el tráfico de drogas y armas. Comunidades donde el narcotráfico ha contribuido a fortalecer conflictos armados y territoriales, y ha generado un aumento significativo de la violencia donde el Estado opera lo que Francisco López Bárcenas, académico del Sistema Nacional de Investigadores de México, llama ‘Ingeniería del conflicto’, una definición práctica que conforma la “Triada Criminal” que une al Estado, las empresas y el crimen organizado para imponer su poder a través del miedo, generando desplazamiento forzado, destrucción del tejido social comunitario con secuestros, homicidios, tráfico de personas y violaciones de derechos humanos, y la apropiación de los territorios indígenas para la siembra de drogas o construcción de megaproyectos.
Regiones de Oaxaca que forman un cuerno -entre montañas- con carreteras que atraviesan el estado sureño de México, y son un puente entre Veracruz y Guerrero, ambos estados con fuerte presencia del crimen organizado. Rutas al comercio con el mundo a través del Pacífico y el Atlántico. En la Sierra Mixe, la Nación Triqui y la Sierra Sur oaxaqueña, empresas trasnacionales del narcotráfico se fusionan con caciques locales, que al mismo tiempo se encuentran al servicio del gobierno mexicano, partidos y organizaciones políticas que simulan conflictos sociales o agrarios y expanden sus áreas de control acaparando con violencia propiedades y economías agrícolas.
Lejos de ‘El Triángulo Dorado’ -región montañosa del sureste de México que comprende los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango, epicentro del narcotráfico en el país bajo el control del cártel de Sinaloa, donde se obtienen las mayores concentraciones de cultivo de marihuana y amapola fundamental para la producción de heroína-, en Oaxaca, ha sido paulatino y lento el despertar de la violencia generada por esta economía ilícita a pesar de que, según datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)** en 444 municipios de 570 que conforman el total del territorio oaxaqueño hay presencia de cultivos ilícitos.
De acuerdo con la base de datos de la organización México Unido Contra la Delincuencia, obtenida a través de solicitudes de transparencia realizadas a la Sedena, la Secretaría de Marina (Semar), la Policía Federal y la Guardia Nacional (GN) de 2015 a 2020, fueron erradicadas 3 mil 786 hectáreas de amapola en Oaxaca.
En el informe México, Monitoreo de plantíos de amapola 2018-2019, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) y el Gobierno de México, Oaxaca se encuentra entre los seis estados amapoleros del país, incluidos Chihuahua, Sinaloa, Durango, Nayarit y Guerrero, además de ser el segundo estado en el sureste.
Sembradores en la niebla son tres reportajes y nueve crónicas breves, de tres regiones distintas, atravesadas todas por la siembra de amapola en Oaxaca. Es un trabajo que hicimos cruzando varias veces la sierra, quedándonos en las montañas altas; visitando cárceles; saliendo de hospitales; metiéndonos en fiestas de santos patronales; buscando pistas, documentos viejos, rutas controladas por caciques; caminando los desfiladeros al lado de hechiceros, mujeres campesinas, sembradores de manos lastimadas, acompañados de personas buenas de muchas maneras, casi siempre anónimas, casi siempre ocultas para que no se las trague la violencia. Algunos nombres y lugares fueron cambiados para proteger la identidad de las fuentes.
Cada región tiene su propio contexto social, político y cultural; distinta lengua materna; identidades y costumbres indígenas; organización interna, y geográficamente están alejadas entre sí por varias horas y son de muy difícil acceso.
En ellas existe la siembra de amapola de manera casi ancestral pero el fenómeno del narcotráfico es relativamente nuevo, y ha alterado la manera en que los indígenas habitantes de estos lugares se relacionan con la tierra por el cultivo de la goma de opio, que ha modificado las dinámicas sociales tradicionales y el tejido comunitario.
Durante esta investigación descubrimos que aunque la siembra de amapola existe en Oaxaca, el gobierno del Estado no reconoce esta problemática social, y en muchas ocasiones niega la existencia de la siembra o el trasiego, y los problemas territoriales que genera esta actividad ilícita los hace pasar por simples pugnas comunitarias.
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*Según datos de 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dos órganos internos autónomos que miden la política social de México.

** Según datos de la Serena en su informe 2019 sobre Plantíos y hectáreas de marihuana y amapola destruídos de 1990 a 2018, la destrucción de cultivos ilícitos por parte de ejército mexicano se concentró principalmente en la sierra sur oaxaqueña.

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Aquí se puede leer de manera íntegra este especial:

Sembradores en la Niebla

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Este proyecto periodístico fue producido con apoyo de la Fundación Gabo y Open Society Foundations, gracias al Fondo para Investigaciones y Nuevas Narrativas sobre Drogas.

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

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