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Por Helena Anguiano S.
Cuando Enrique era pequeño presentaba algunos rasgos comunes del trastorno del espectro autista (TEA), tenía conductas que preocupaban a su familia, al grado que su mamá se cuestionaba si sería posible que el niño pudiera realizar sus estudios de nivel primaria. El camino se mostraba difícil, como el de muchos niños, niñas y adolescentes que transitan por centros educativos que no tienen disposición para trabajar con estudiantes con alguna condición o discapacidad.
Aún es común observar cómo muchas familias enfrentan barreras para que sus hijos neurodiversos puedan ejercer su derecho a una educación inclusiva, la cual esté orientada a favorecer el proceso de enseñanza aprendizaje, a través de la realización de los ajustes razonables pertinentes de acuerdo con la condición del estudiante.
Es de notar que las barreras más frecuentes con las que se enfrentan las familias de niños, niñas y adolescentes con discapacidad, son las barreras actitudinales, es decir, la poca empatía y disposición para incluir a un alumno con alguna condición al aula “regular”, estas resistencias con frecuencia vienen de algunos docentes que dicen “yo no estudié educación especial”, con lo cual se muestra un desconocimiento del nuevo rol docente que implica una atención a la diversidad de estudiantes, que conozca de diseño universal del aprendizaje, del empleo de las nuevas tecnologías para la enseñanza, que sepa de ajustes razonables, del trabajo colaborativo, en sí que vea en el niño una persona con cualidades, potencial, habilidades, sentimientos, y no sólo se enfoque en las dificultades.
Conocí a Enrique cuando comenzaba el bachillerato virtual, un joven tranquilo, amable, y un poco tímido, pero atento a todo lo que transcurría a su alrededor, respondía relajado a las preguntas y se mostraba dispuesto al diálogo. Siempre acompañado de su mamá y sus hermanas, era evidente cómo hacían equipo para respaldarlo y animarlo en sus participaciones, actividades y proyectos.
Hace un par de semanas recibí un mensaje que me emocionó, Enrique se graduaba de Técnico Superior Universitario en Prótesis Dental, el tiempo pasó volando, y hoy estaba acompañado como siempre de su mamá y sus hermanas, además de sus compañeros, algunos de ellos amigos, de sus maestros y directivos. En el acto académico, llevado a cabo este 1 de septiembre, Enrique tuvo una mención especial por parte del Rector del Centro Universitario de Ciencias de la Salud:
“Felicito de manera especial a quienes tuvieron que dar el extra por alguna condición de discapacidad o neurodiversidad, en este sentido aplaudo el apoyo y el acompañamiento de las autoridades y directivos del centro, de la Unidad de Educación Inclusiva, la coordinación de carrera, los profesores y su familia”.
El logro de Enrique es un aliciente para muchos jóvenes con Condición del Espectro Autista, que día a día luchan por ganar un lugar en la universidad u otro centro de educativo para continuar con sus estudios, representa una motivación para que muchos padres y madres de familia de niños y niñas con discapacidad o alguna condición sigan esforzándose y defendiendo el derecho a la educación de sus hijos e hijas.
Excelente la labor que realizar desde la inclusion de estudiantes en el Nivel superior… Felicidades a todos los colaboradores que aportan en la formación para la transformación de la juventud.. éxito Helena… 👍🏼⚽🚴🏽♂️🏃🏽♂️