Desde Mujeres
Por Diana Jaqueline Navarro Durán / @diana_durazno / @DesdeMujeres
“El silencio es letal en el maltrato hacia la mujer.
Atrévete, sé valiente y denuncia al agresor”.
Podemos definir al ciclo de violencia como un modelo de abusos y maltratos que se suscitan principalmente en las relaciones de pareja, este ciclo se distingue especialmente porque el abusador suele retener a la víctima a través de sentimientos de culpa, inseguridad y preocupación constante; empleando diversas estrategias de manipulación y chantaje, con la intención de aislar a la víctima de su red primaria de apoyo.
En la actualidad, muchas mujeres se enfrentan ante esta situación sin darse cuenta de ello, esto a raíz de que en la mayoría de las ocasiones no se logra distinguir el maltrato, ya que al principio de la relación la violencia no es evidente, aunado a que existe una larga lista de estereotipos o creencias que normalizan este tipo de conductas; veamos, todos o la gran mayoría de nosotros, en algún punto de nuestra vida hemos escuchado o replicado alguna de las siguientes frases: “el amor lo puede todo”, “si te cela es porque le importas” “él es mi media naranja” “únicamente se quiere de verdad una vez y, si se deja pasar nunca más se volverá a encontrar el amor” estos diálogos lastimosamente nos pueden estancar en una relación abusiva e insana; es por ello por lo que tenemos que empezar a cuestionar bajo que modelo de amor estamos compartiendo nuestra vida con los otros.
En las parejas que más se llegan a producir esas conductas pueden existir factores traumáticos de abandono de alguna figura primaria dentro de la familia, fallo o ausencia del sistema educativo, así como también el haber sido víctima de violencia familiar en los primeros años de vida, esto sucede gracias a que podemos encontrarnos replicando conductas que se nos inculcaron en la edad temprana, que no eran del todo fructíferas.
Las fases que componen al ciclo de violencia se clasifican en tres etapas: iniciando con la acumulación, continuando con el periodo de crisis y culminando con la “luna de miel”.
a) Acumulación
La primera etapa consiste en abusos o incidentes “menores” justificados en alguna tensión que exista en el hogar, (como deudas, exceso de trabajo) la tensión que desencadena el abusador puede generar que las víctimas se sientan en constante peligro, -como si estuvieran caminando sobre arena movediza-, tratando de anticipar o prevenir el peligro que se aproxima. En la medad que incrementa la tensión la víctima puede tratar de calmar o adelantarse a lo que el agresor pueda desear.
Dentro de esta fase podemos observar actitudes o comportamientos un tanto pasivo-agresivos por parte del victimario, los cuales serán ejecutados desde una posición de poder y encaminados a producir daños psíquicos y emocionales, reduciendo la autoestima y la confianza personal de la víctima.
b) Crisis
En la fase de crisis finalmente estalla la violencia, en este punto podemos encontrar lesiones graves como moretones, fracturas, esguinces, y en el peor de los casos, la muerte (las agresiones siempre son de manera intencional en esta etapa)
Es fundamental detectar que en este lapso la víctima puede realizar acciones o estrategias de supervivencia, tales como presentar una denuncia en contra de su abusador, tratar de escapar de su hogar, buscar ayuda externa, entre otras, esto sucede gracias a que percibe que las cosas no van bien en su entorno.
c) Luna de miel.
En la fase de luna de miel existe un momento de calma en el que el abusador se presenta con una máscara de arrepentimiento, manipulando a la víctima para hacerla creer que solo fue un pequeño error y que todo volverá a esta bien.
Es necesario destacar que el ciclo de violencia supone un comportamiento, como su nombre lo indica “cíclico”, es decir, las etapas se repiten una y otra vez aumentando cada vez más la dificultad de salir de él y tomar la decisión final de abandonar la relación violenta.
Diversos especialistas mencionan que el primer paso para romper con este ciclo consiste en acercarse con alguien de confianza (familiar, amigo, terapeuta) y narrar la situación que se está viviendo, NO ES RECOMENDABLE QUE LA VÍCTIMA ENFRENTE AL AGRESOR, ya que es muy poco probable que este admita su error, en esta situación lo más importante es salvaguardar la integridad de la víctima, por lo que se recomienda acercarla a un espacio especializado en temas de esta índole, en otras palabras, nosotros desde nuestra trinchera podemos fundar lazos más solidarios con cualquier amiga o familiar que percibamos que está siendo víctima de violencia de género, ofreciéndole un espacio incondicional de apoyo y fortaleza.
Hay que tener en consideración que tanto el abusador como la víctima pueden ser hombres o mujeres.