Pesimismo Esperanzador
Por Jorge Rocha, académico del ITESO / @JorgeRochaQ
Los actos de violencia perpetrados por la delincuencia organizada en los estados de Jalisco, Guanajuato y Chihuahua donde pudimos ser testigos de camiones urbanos en llamas o familias desalojadas de sus vehículos que luego fueron quemados por los miembros de estas bandas delictivas, volvieron a colocar en la agenda pública el terrible problema de inseguridad y violencia que se vive en el país; y revive las enormes preocupaciones que existen al respecto.
Frente a estos hechos hay muchas especulaciones y poca información concreta, sólo hay recuentos de daños, de personas fallecidas y de detenidos, pero hasta ahora nada sabemos al respecto de lo que está sucediendo en el país en materia de violencia, donde tenemos un intento sistemático de convencimiento de las autoridades de que la situación mejora, pero que en la práctica los hechos de violencia se mantienen y aparecen nuevas dinámicas cada vez más preocupantes.
Lo sucedido a lo largo de estos días nos lleva a las siguientes reflexiones:
- En estos ataques aparecieron nuevas dinámicas de violencia que no habían estado presentes en otros momentos, la primera es que fueron actos de violencia en varias entidades del país. Habitualmente estos hechos se presentaban sólo en un territorio, pero ahora lo vimos en varias ciudades, casi de forma simultanea y articulada. La segunda es que hubo ataques directos a tiendas de conveniencia, sobre todo en el estado de Guanajuato, donde aparentemente se buscó perjudicar a una cadena determinada. La explicación de esta forma de proceder no está clara, hay muchas especulaciones, pero estos hechos si resultan novedosos y preocupantes.
- En otros momentos este tipo de eventos estaban ligados a una intervención militar clara y los hechos eran respuestas de los grupos de la delincuencia organizada. En este caso se habla de una operación militar frente a una supuesta reunión de dos líderes de una importante red criminal, para dirimir la sucesión dentro del Cartel Jalisco Nueva Generación, de acuerdo a dichos y columnas vertidas en diversos medios de comunicación. El problema es que luego de una semana de estos eventos, no tenemos información clara de lo que sucedió y esto ha originado que algunos hablen de un operativo fallido y otros de que las personas que fueron capturadas fueron dejadas en libertad. Esta ausencia de información sólo genera que se incremente la incertidumbre y que aumenten las especulaciones.
- Vuelve a quedar claro que la capacidad logística y de fuerza de estos va en aumento y se muestra que en cualquier momento pueden poner “de cabeza” a una ciudad entera o un estado completo. Algunos medios siguen llamado a estos hechos como actos vandálicos, otros los nombran como actos narco-terroristas. Más allá de comenzar a discutir en torno a qué nos estamos enfrentando, lo que sí podemos señalar es que son grupos armados, bien organizados, con control territorial y que desafían las capacidades de los Estados.
- Lo que sí ha sido un común denominador desde que aparecieron este tipo de prácticas de violencia, es la sistemática falta de coordinación de los distintos niveles de gobierno en materia de seguridad. A lo largo de los años se ha cultivado una profunda desconfianza entre las distintas autoridades en la materia, que se culpabilizan mutuamente de los problemas que existen, situación que los ha llevado a politizar esta agenda permanentemente y que, como consecuencia, provoca que no se generen los lazos de colaboración necesarios para encarar este grave problema donde se requiere que todo mundo haga lo que tiene que hacer y donde la coordinación sería fundamental.
- Los recientes hechos de violencia vuelven a poner en entredicho la estrategia de seguridad propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, donde la Guardia Nacional no ha dado los resultados esperados, que el incremento en la dinámica de militarización de la seguridad no redunda en una mejora sustantiva, ni en este sexenio ni en los anteriores, y que en este marco, la propuesta del primer mandatario de que la Guardia Nacional se incorpore completamente a las Fuerzas Armadas del país, es una iniciativa que no tiene ningún sustento ni legal ni experiencial; y que parece más una acción política de reforzamiento del enorme poder que están adquiriendo el Ejército y la Marina en este sexenio; y que hasta ahora no tiene consecuencias positivas y atenta contra la Constitución.
Siempre hay que ser optimistas, pero todo apunta a que volveremos a tener un sexenio perdido en materia de seguridad pública. Ojalá que no sea así.
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