Las olvidadas

Desde Mujeres

Por Lucia Almaraz Cazarez / @DraLucia AlmarazCazarez

En 1950, el director Luis Buñuel, lanzo a la cinematografía la película “Los olvidados” que representaba de manera muy real la problemática de la delincuencia juvenil y el sistema de “readaptación” dirigido a la niñez y la juventud, esta película se convirtió en patrimonio de la humanidad, derivado de su realismo y el fenómeno social que abordo; hacemos referencia a esta película porque ha sido de las únicas que ha visibilizado una problemática que como sociedad preferimos no ver, lo mismo acontece con las mujeres privadas de la libertad, en realidad el tema del sistema penitenciario no es una agenda que interese a la clase política, no es un tópico que represente votos o que socialmente reditúe algún incentivo político.

La Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2021, estima que la población privada de la libertad en Jalisco es de 13.4 mil personas. De las cuales, 95.7 corresponde a la población de hombres y 4.3% corresponde a la población de mujeres, los principales delitos por los que se encuentran privadas de la libertad las mujeres es el robo, fraude, la privación ilegal de la libertad, homicidio, delitos del ámbito sexual, y delitos conta la salud.  La población de mujeres privadas de libertad se ha incrementado 400% durante los últimos 10 años de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Debemos destacar que uno de los principales tratamientos teóricos que ha recibido el fenómeno de las mujeres en prisión es el de la perspectiva de género, la cual enuncia que la mujer presa ha sido sometida a través de la historia y que la creación o reformas a leyes relativas con la mujer, no han logrado disminuir la opresión patriarcal y discriminatoria dentro de los penales. Las mujeres en prisión al ser consideradas como “malas mujeres” son despojadas simbólicamente de los atributos socialmente positivos que pudieran haber tenido antes de ser etiquetadas, y el trato que reciben en consecuencia es correspondiente al estigma.

El castigo que reciben las mujeres sucede en dos niveles: el real y el simbólico. El primero se refiere a las consecuencias de facto que aparecen después del etiquetamiento delictivo: el encierro, las dificultades económicas, la separación de los familiares, la pérdida del trabajo o la escuela; y el nivel simbólico que se refiere a la ruptura con el concepto de feminidad, el cual se ha sostenido históricamente por las explicaciones de las ciencias naturales, pero que se reforzó por la cultura misma. (Hernández Arias, 2018)

Se puede decir que las mujeres presas son estigmatizadas en dos planos: el legal y el moral. El primero se refiere a los procedimientos que surgen de las normas escritas y las de la realidad cotidiana, también llamadas institucionales y fácticas, en términos de Parsons (1968); son los lineamientos que han surgido de los consensos de las relaciones sociales acontecidos en determinado grupo. El moral se refiere a las nociones abstractas de “lo bueno” y “lo correcto”, las cuales se sostienen principalmente en ideas sacras tradicionales.

Además de la estigmatización social y legal,  las mujeres privadas de la libertad son utilizadas, en Jalisco en marzo del 2020, 64 mujeres privadas de la libertad fueron extraídas de la Comisaría de Reinserción Femenil para ser llevadas a un “evento social” a la Comisaría de Prisión Preventiva del Estado, centro de reclusión exclusivo para hombres, testigos de este evento refirieron que las mujeres privadas de la libertad regresaron el mismo día por la noche, once de ellas con aliento alcohólico, de las cuales dos eran pacientes psiquiátricas.

Lo que deseamos evidenciar es que no solo son castigadas social e institucionalmente, sino violentadas en sus derechos por las autoridades penitenciarias quienes permitieron que aconteciera esto, la Comisión estatal de Derechos Humanos, emitió la recomendación 147/21, documentó 23 traslados masivos de mujeres de centros de reclusión femeniles a varoniles para la realización de fiestas, no solo al reclusorio preventivo, sino también a la Comisaría de Sentenciados del Estado y al Reclusorio Metropolitano, todos ellos en el complejo penitenciario de Puente Grande.

En esta recomendación se concluyó que al trasladar a las mujeres privadas de la libertad a estas reuniones sociales se puso en riesgo a las mujeres y que las autoridades no observaron lo establecido por la Ley de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad del Estado. Aún cuando como ya se comento la CEDH Jalisco, evidencio irregularidades en traslados de las mujeres a otros centros de reinserción exclusivos de hombres, y que paralelamente pudieron abrirse procesos en los ámbito administrativo y penal, continua en su cargo José Antonio Pérez Juárez, esto comprueba que estamos muy alejados de una reinserción social y justicia con perspectiva de género y  que son las autoridades quien permiten la vulneración de derechos humanos dentro del sistema penitenciario.

Otros aspectos a considerar es que el 80% de las mujeres privadas de la libertad, son abandonadas en las cárceles por sus parejas y sus familiares, muchas mujeres en la cárcel son madres y desde el encierro siguen al cuidado de sus hijos, siete de cada diez mujeres reclusas tienen hijos menores a su cargo, cuando las mujeres son privadas de libertad, el impacto negativo sobre los hijos y el hogar es más fuerte que cuando los hombres los detenidos, es decir continua una exigencia de la obligación de las tareas de cuidados a las mujeres aun sin contar con las condiciones ni los recursos para llevarlos a cabo, hasta el momento la ley en materia de ejecución penal solo permite que sean las mujeres quienes puedan tenerlos con ellas en su centro, no así los hombres privados de la libertad, en este caso la ley abona a continuar con los estereotipos de género y a la asignación de las tareas de cuidado a la mujer aun cuando se encuentren privadas de la libertad.

Mucho por hacer y visibilizar el sistema penitenciario, una agenda abandonada por el estado y por la sociedad, hemos mirado para otro lado y hemos dejado de observar la severa problemática que sufren las personas privadas de la libertad, particularmente las mujeres que como ya se hizo referencia, cuentan con condiciones menos favorables que los hombres, esto por el abandono que padecen, la estigmatización  moral, social y legal, la utilización de la mujer como un objeto para la diversión de los hombres en el sistema penitenciario, y el reforzamiento de las tareas de cuidado aun cuando se encuentran privadas de la libertad. La verdad es que las mujeres privadas de la libertad son “Las olvidadas”.

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