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Paullete Slava se ha convertido en una referente en la lucha contra la discriminación de mujeres trans después de la demanda que presentó contra Cinemex. Pero no es la primera violencia que ha vivido. Desde hace 14 años enfrenta estigmas y discriminación de empresas, hombres y grupos conservadores
Texto: Alejandro Ruiz / Pie de Página
Fotos: Isabel Briseño
Paullete Slava libra un proceso penal en contra de Cinemex por la discriminación que sufrió debido a su identidad de género. Nos vemos afuera de la estación del metro Juárez. Paullete, con lentes oscuros, saluda desde el otro lado de la acera. Después, desapercibida, cruza sobre Balderas. Algunos hombres la voltean a ver, pero el resto de transeúntes parece indiferente. Decidimos ir a un café para platicar sobre su historia.
El 15 de abril Paullete y una amiga decidieron ir al Cinemex ubicado en Reforma 222. Al salir de la función pasaron al baño. Ahí, entre risas, se burlaban de la ropa que llevaban: sudaderas y shorts para ejercicio.
“Yo le dije a mi amiga que se me veía todo, y nos estábamos riendo. Después, una señora que se estaba lavando las manos, que traía el uniforme de Cinemex, me dijo que ese no era mi baño”, relata.
Ambas, Paullete y su acompañante, son mujeres trans. El argumento que esgrimió la empleada del cine fue que ellas tendrían que irse al baño de hombres.
La discusión llegó hasta la gerencia del cine, donde le dijeron que “si quería, podía demandar orgánicamente a Cinemex”. Ambas decidieron proceder legalmente, no sin antes hacer una denuncia pública en sus redes sociales, y ahí, dice ahora, “se desencadena todo”.
Desinformación y odio; momento de decir basta
Después de su denuncia en redes, una diputada del Partido Acción Nacional, América Rangel, ayudó a replicar una versión falsa de los hechos donde dicen que ambas mujeres se “exhibían desnudas en el baño”. La información era falsa, pero este hecho atrajo una ola de comentarios transfóbicos contra las dos denunciantes.
“De ahí todo ha sido un calvario”, cuenta Slava, mientras reflexiona sobre las opiniones divididas que su denuncia ha traído en la sociedad. Por un lado, comenta, existen grupos conservadores que simple y llanamente les dicen hombres. También hay otros grupos que piden “que se haga un baño para ustedes”, e incluso hay grupos que las defienden y acusan a la empresa de transfobia.
“El problema aquí fue la instalación de la narrativa falsa para justificar los actos discriminatorios dentro del espacio”, dice, y recuerda en los miles de bots que propagaron mensajes de odio en contra de ella y su amiga cuando denunciaron penalmente a Cinemex.
“Fue después de que la denuncia se hace oficial que no tarda ni 20 minutos en salir el tweet de la diputada. Ya había un antecedente de bots, de cuentas de 10 personas anti Amlo, yo no dudo que esos eran bots de la diputada, y es por eso que se hace viral todo el fin de semana. Después Cinemex lanza una disculpa el sábado, pero la retira 6 horas después. No nos dieron argumentos de porqué la quitaron”, explica.
El Consejo para prevenir y eliminar la discriminación de la Ciudad de México (Copred) emitió un comunicado donde denuncia la discriminación y transfobia de la empresa en contra de las dos mujeres trans, quienes también iniciaron una demanda en contra de la empresa. Ambas partes en el juicio están esperando a que la Fiscalía agote su investigación.
–¿Por qué decides denunciar?
–Por que, aunque esta no ha sido la primer violencia en mi vida, es momento de decir basta.
“Las violencias que he vivido”
Hace 14 años Paullete Slava decidió iniciar su proceso de transición para que su cuerpo fuera acorde a su identidad: una mujer. Ella nació en Guadalajara, Jalisco, “un estado sumamente clasista, racista, misógino y elitista”, dice. Desde ese momento, cuenta, las violencias que ha vivido no han parado.
“Cuando transicionas a esa edad estás obligada a tener un ‘cis-pass’. Los hombres te decían ‘ay te voy a invitar a tal antro, pero llegas tu sola’, y esa era la prueba de si pasabas como mujer o no, que te invitaran a salir a otros lugares. Imagínate el tipo de violencias que ejercían sobre tu persona para poderte aceptar en la sociedad. Si los cadeneros en un antro te dejaban entrar es porque ellos pensaban que eras mujer y podías estar en cualquier espacio sin que nadie supiera, porque a la gente, como ahora, le avergonzaba relacionarse con una mujer trans hace 14 años”, narra.
Como le pasa a muchas mujeres trans, su familia la rechazó por su identidad. Esto, cuenta, la llevó a ejercer el trabajo sexual cuando apenas tenía 15 años. Cada noche ella y otras mujeres trans esperaban a los clientes en la zona de plaza del sol, un espacio de “tolerancia” ubicado sobre la Avenida López Mateos en la ciudad de Guadalajara.
Ahí conoció a Alejandra, otra mujer trans. Eran amigas. Un día, sin embargo, la tragedia llegó a sus vidas.
Un día estábamos trabajando y se la llevan. Ese día nos metimos como a las 7 de la mañana de trabajar y llegó una patrulla que nos dice: ‘oigan, necesito que vengan. Encontramos una chica muerta, necesitamos que alguien la reconozca’. Fuimos y era nuestra amiga Alejandra con dos tiros en el pecho. Intentaron tirarla en el canal de aguas negras, y la vimos. Yo tenía 15 o 16 años cuando por primera vez vi a una de mis amigas muertas”.
El asesinato de su amiga no fue el único que ella presenció. Meses después también sería testigo del hallazgo de otra de sus compañeras, a quien encontraron maniatada y quemada en un baldío cercano. Esto, cuenta, la llevó a tomar la decisión de trabajar a través de internet. Sin embargo, no estuvo exenta de vivir violencias.
“Un día un tipo me encerró con una pistola en un departamento para tener relaciones conmigo durante ocho horas. Yo tenía 16 años”, cuenta.
La defensa de los derechos
A partir de ese momento ella comenzó a viajar por el país. Esto la acercó a otras realidades que, aunque distintas, seguían siendo hostiles para las mujeres trans de México. Además, comenzó una batalla legal para generar un amparo colectivo que protega a las mujeres trans que ejercen el trabajo sexual en Guadalajara.
En uno de esos viajes, en Aguascalientes, la joven fue discriminada por su identidad. “Es en Aguascalientes donde sufro mi primer acto de discriminación por mi identidad. Yo estaba en una central de autobuses y me negaron mi pase para abordar. El tipo se estaba riendo de mi, por quien yo era”.
La historia se repitió una y otra vez, y la vida la llevó a migrar a la Ciudad de México. Sin embargo, no importaba dónde viviera, a Paullete la siguieron discriminando por ser una mujer trans. Muchas veces, cuenta, le negaron rentar departamentos, o acceder a baños públicos.
Nos dicen alcohólicas, prostitutas, drogadictas, rateras. Aquí en la Ciudad de México solamente he tenido dos departamentos en mi vida. La realidad es que normalmente tienes que vivir en hoteles. Tienes que vivir en pensiones; o tienes que vivir en departamentos amueblados porque no hay manera de comprobar gastos porque también somos trabajadoras sexuales”, narra.
No obstante, las duras experiencias que ha vivido, así como el hartazgo de ser discriminada, han hecho que Paullete no reprima más su exigencia por derechos y espacios.
“Llega un momento en el que te cansas, y llega un momento en el que te das cuenta que si no tomas las riendas de la situación, y si no sales a hablar, a gritar y señalar lo que tanto te molesta, van a seguir pisoteando tus derechos”.
–¿Eso es por lo que peleas?
–Por eso, y por espacios para nosotras, las mujeres trans. Porque también pagamos impuestos; porque también pagamos IVA; porque también generamos ingresos a la sociedad, aunque la gente no quiera verlo– responde.
“Entonces, ¿a dónde pertenezco?”
En días recientes una polémica volvió a sacudir las redes sociales cuando la periodista Lydia Cacho escribió un tweet que fue considerado transfóbico. En la publicación la escritora hizo alusión a un video donde una mujer se inconforma sobre la presencia de una mujer trans en un spa.
El debate, como suele suceder en twitter, se salió de control. Los argumentos se volvieron ensordecedores y, como suele pasar, no llevaron a ningún diálogo.
Desde su experiencia, Paullete Slava reflexiona sobre este hecho. Ella, como cientos de personas más, ha sido víctima de ataques en redes sociales por manifestar sus ideas o posturas en torno a los derechos de las mujeres trans.
A la gente le molesta que le señales sus errores, y más sus violencias. El colectivo general te tacha de loca, de conflictiva, de que quieres ver problemas donde no los hay. Cuando tú solo señalas las conductas que tienen hacia las poblaciones”, explica.
Ella se refiere a lo que ha vivido en carne propia, y a través de sus redes sociales, en donde ha señalado “las violencias de mujeres cis, de grupos conservadores y hasta de la misma comunidad gay”.