El pasado primero de agosto, el músico wixáritari José López Robles desapareció en Valparaíso, Zacatecas, en la misma zona donde más de una decena de integrantes de la comunidad indígena han desaparecido a consecuencia de la disputa que mantienen grupos del crimen organizado por el control de las tierras.
Por Analy Nuño / A dónde van los desaparecidos*
José López Robles, músico wixáritari considerado el pionero de la música tradicional wixárika, fue reportado como desaparecido desde el 1 de agosto. La última vez que se tuvo contacto con él se encontraba en el municipio de Valparaíso, Zacatecas, una de las zonas de la Sierra Madre Oriental, donde más wixárikas han desaparecido en los últimos dos años.
José, de 51 años, es conocido como “El Venado Azul”, nombre del grupo musical del que es creador y director, se comunicó con su familia cerca de las 3 de la tarde del lunes, después de eso no se supo más de él. El martes se presentó la denuncia de desaparición ante la Fiscalía de Zacatecas misma que publicó la cédula de búsqueda y la familia difundió en un mensaje.
“Tenemos malas noticias, mi hermano fue secuestrado ayer a las 3:00 de la tarde en Valparaíso, Zacatecas, por favor de estar atento a todos los amigos si alguien sabe algo favor de avisar”.
Autor de la famosa canción “La cumbia de la Cusinela”, José es padre de Yuawi, menor de 13 años famoso por su interpretación del tema “Movimiento Naranja”, canción principal del partido Movimiento Ciudadano durante la campaña presidencial de 2018. Además, como parte de los trabajos en la comunidad ha sido jicarero durante cinco años con el nombre de “Aguililla Roja”, también usó el nombre de “Venado Azul” en su peregrinación al centro ceremonial de Wirikuta, San Luis Potosí.
Luego de dos días, José fue localizado, regresó con bien a casa, pero su caso enmarca una situación de violencia en la región de Valparaíso, Zacatecas.
Donde han desaparecido a 15 wixaritaris
Donde el músico wixáritari fue desaparecido, históricamente ha sido disputada por grupos de la delincuencia organizada, los primeros en instalar varios campamentos en la zona fueron Los Zetas, luego fue el Cártel del Golfo y actualmente la región está disputada por dos grupos.
“Valparaíso es un punto de paso. Las desapariciones o sustracción de la gente de la comunidad han sido ahí en Valparaíso, en el norte en Santa Cruz y ahí más cerca de la cabecera. Es una zona muy riesgosa, ninguna de las personas desaparecidas ha regresado al contrario han aumentado los desaparecidos”, dice Juan, un habitante de la zona.
Desde finales de 2020, la zona ha sido acechada por los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, que mantienen una disputa por el control del territorio para apoderarse de la tierra fértil de las montañas que permiten camuflar los campamentos y campos de cultivo de marihuana y amapola, base para la heroína que se exporta a Estados Unidos.
En esa zona enclavada en la Sierra Madre Occidental los enfrentamientos, el reclutamiento forzado, las desapariciones y el desplazamiento forzado ha generado la existencia de pueblos fantasmas donde los cárteles operan sin restricciones.
A partir del recrudecimiento de la pelea por el territorio, se tiene registro que al menos 15 wixárikas cuidadores de la tierra, líderes comunales o representantes de su pueblo, han sido desaparecidos mientras circulaban por las brechas de la sierra. Aunque la mayoría se trasladaba en sus vehículos de carga acompañados por sus familias, los responsables de llevárselos han dejado sobre el camino a las familias con una promesa incumplida hasta ahora: “pronto se lo regresamos”.
En noviembre de 2020, Jesús Ramírez Carrillo desapareció de esas tierras fértiles del noroeste de México. Después de él -en enero de 2021- fue Vicente de la Cruz, Ambrosio De la Cruz Ferrel y los hermanos Refugio, Jesús y Gonzalo Ramírez Aguilar. Para febrero desaparecieron Óscar Ramírez Ramírez y Hermenegildo Carrillo Aguilar, y en mayo Casimiro López Carrillo. Todos cuidaban ese rincón de la sierra de invasores y talamontes, a todos se los llevó el cártel. Después de ellos, se fueron sus familias, huyeron para salvar su vida.
“Primero llegaron los del cártel de Jalisco, luego los de Sinaloa, llegaron y nos quitaron todo, ellos no piden permiso”, dice Mario un hombre mayor de piel morena y ojos tristes que contrastan con los bordados naranjas en su ropa tradicional del pueblo indígena wixárika.
Para 2021, 10 familias de la comunidad de Mesa Alteña y 28 familias de la comunidad de El Romerillo -también conocida como Romerillo del Sur-, fueron víctimas de desplazamiento forzado luego de que fueran amenazadas por integrantes del crimen organizado vestidos con ropa con camuflaje tipo militar. Ahora integrantes de los cárteles habitan las casas de los wixaritaris desplazados.
En septiembre de ese mismo año, seis jornaleros wixaritaris integrantes de la misma familia desaparecieron cuando se trasladaban de Monte Escobedo, Zacatecas, a Mezquitic, Jalisco. Tres de ellos, fueron encontrados sin vida semanas después, los otros tres continúan desaparecidos.
“Es difícil la situación para nuestra comunidad, hemos perdido mucha gente”, dice Andrés uno de los cerca de 2 mil indígenas wixárikas que viven en la sierra de Durango en sus límites con Zacatecas, Jalisco y Nayarit y ha visto cómo más de 10 familias han tenido que abandonar sus hogares en las zonas altas de la sierra por la guerra entre grupos del crimen organizado, “nuestras tierras están por donde ellos pasan y viven. No entendemos qué está pasando, se llevan gente, sus camionetas, les quitan su dinero en retenes”.
Esas montañas verdes con enormes peñascos que parecen ser sostenidos por árboles con flores y frutos de todos colores que perfuman todo a su alrededor, parecen ser la entrada al cielo cuando las nubes las cubren, pero entre más cerca de la cima llegue alguien más se abandona la esperanza en ese territorio que por siglos ha pertenecido a los indígenas wixárikas protegidos por la madre tierra, el abuelo fuego y el venado azul.
“Uno no está seguro si va, están en toda la sierra”, relata Juan, un joven wixárika que vio cómo miembros de un cártel llegaban con armas largas y grandes camionetas a regalar dinero y dulces a niños de las comunidades más lejanas, “así llegaron, después se les veía más y ahora sabemos que no se puede caminar por la sierra por las balaceras y que ellos son los que se han llevado a la gente frente a sus familias”.
El choque de los cárteles Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa en esa zona estratégica para las rutas de trasiego hacia el norte y el Pacífico, ha dejado cada vez más enfrentamientos, la gente ha quedado a su suerte y de los desaparecidos no se conoce su paradero.
“Perdimos todo, gente, nuestras cosas, nuestros animales, nuestra cosecha”, dice Mario, “nos dejaron sin nada y ahora estamos fuera, sufriendo. Tenemos miedo”.
*Los nombres fueron cambiados por seguridad
***
*Analy Nuño es periodista mexicana freelance. Se ha especializado en derechos humanos, grupos indígenas, defensa del territorio y víctimas de la violencia.
**Foto de portada: Integrantes de la caravana de la dignidad y conciencia Wixárika mientras se dirigían a Palacio Nacional para pedir una audiencia con el presidente Andrés Manuel López Obrador por el conflicto agrario en el municipio de Huajimic en Nayarit. Foto: David Patricio/Obturador MX
***
www.adondevanlosdesaparecidos.org es un sitio de investigación y memoria sobre las dinámicas de la desaparición en México. Este material puede ser libremente reproducido, siempre y cuando se respete el crédito del autor y de A dónde van los desaparecidos (@DesaparecerEnMx).