El Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), en conjunto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (NFPA), realizó una investigación para ver la conexión que existe entre la violencia sexual con otros tipos de violencia de género, que también son estructurales y sistémicas, y la incidenciaen las muertes de niñas y adolescentes, entre los años 2010 y 2019.
El dato más alarmante es que en la región, la “En América Latina y el Caribe: el 12% de las niñas, adolescentes y mujeres han sufrido violencia sexual”: CLADEM que sufren niñas, adolescentes y mujeres es sistémica y estructural.
Por Luisa Páez / @luisaa__pz
La violencia contra las mujeres en la región de América Latina y el Caribe es permanente y cotidiana. Debido a este contexto, se pueden crear las condiciones y acumular las posibilidades para que suceda un feminicidio.
Hasta la actualidad, se ha analizado a la violencia sexual como la causa o circunstancia de otros tipos de violencias, pero desde el 2010 hasta el 2019, en los 12 países analizados en el estudio realizado por el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (NFPA), se ha evidenciado que la violencia sexual se transforma en una violencia estructural que posibilita otras violencias más brutales.
Por ejemplo, el feminicidio sexual sistémico, categoría elaborada por la socióloga Julia Monárrez Fragoso, que se define como: el asesinato de mujeres precedido por delitos sexuales. Por ello, en el proyecto de investigación sobre “La interrelación y los vínculos entre la violencia sexual y la muerte de niñas y adolescentes (NyA) en la región de América Latina y el Caribe (ALAC)” se buscó mostrar la complejidad de este fenómeno de violencias, esto para poder exigir a los gobiernos de la región, acciones pertinentes y adecuadas, no solamente de atención, sino también de prevención.
“La agenda 2030, invita a avanzar sin dejar a nadie atrás, y esto no será posible si los estados de la región no avanzan radicalmente en atender, en prevenir, en sancionar la violencia sexual contra las niñas y adolescentes”, explicó Milena Páramo Bernal, Coordinadora Regional de CLADEM.
La investigación comprende 12 países: Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil, Colombia, el salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Perú y República Dominicana.
En la mayoría de los países analizados, la violencia sexual está al alza o se mantiene constante. En la región, el 12% de las niñas, adolescentes y mujeres han sufrido violencia sexual. La situación es preocupante, debido a que cuando la violencia sexual se transforma en estructural y en una práctica sistemática; por un lado, propaga la desigualdad de género y refuerza la estructura patriarcal, y, por el otro, instala un sistema que expulsa a niñas y adolescentes de lo social, colocándolas en una posición de aislamiento material y moral.
Además se evidenció que aún existen las antiguas costumbres de no denunciar la violencia que se vive en el ámbito privado, mientras que en el ámbito público la violencia se agudiza por la presencia de organizaciones criminales.
Entre los factores de persistencia, se encuentra la naturalización de la violencia y la constante reproducción y transmisión de las normas sociales que son establecidas para cada género; es decir, que las mujeres deben comportarse de cierta manera sólo por ser mujeres.
Así mismo, se encontró que la mayoría de los feminicidios son perpetrados por un familiar o un conocido de la víctima.
Para analizar la interrelación, se tuvo en cuenta la conexión de distintas violencias como: el feminicidio, la desaparición, el suicidio, la falta de acceso a la interrupción legal del embarazo y la muerte materna. Aquí algunos de los resultados obtenidos por tipos de delitos.
El Feminicidio sexual sistémico
Sobre este tipo de violencia se halló que los principales factores por los que ocurre este delito son porque las asesinan para encubrir la violencia sexual o un embarazo producto de una violencia sexual.
También se reconoció que este crimen es precedido por la desaparición del cuerpo de la niña o adolescente.
De la desaparición a la desaparición intermitente
Este es el tipo de violencia más difundido por la región. Se debe tener en cuenta un fenómeno que se ha podido identificar en varios de los países analizados y es el de la desaparición intermitente. Consiste en que desaparecen a las niñas y adolescentes entre un tiempo mínimo de 72 horas a 2 semanas y hasta un mes como máximo, con el fin de esclavizarlas en trabajos informales.
A pesar de que se han conocido estos casos de desapariciones forzadas, las víctimas siguen siendo estigmatizadas y culpabilizadas. Se les atribuye toda la responsabilidad de haberse desaparecido.
“Detrás de una desaparición también se producen una secuencia de delitos, y de lo que se trata, justamente, es de ocultar esa secuencia de delitos. Sea de violencia sexual o, en el peor de los casos, de un feminicidio, se desaparece el cuerpo para no generar ningún tipo de rastros. Descuartizar a una mujer termina siendo una forma de ocultar el propio delito. Y esto viene pasando hace décadas. Yo creo que hay una memoria histórica de borrar los delitos, no solo de la desaparición forzada, sino también de otras formas de violencia…”.
Fragmento de entrevista realizada por Betsey Cecilia Valdivia López, a periodista peruana especialista en desaparición en 2020.
El suicidio feminicida
Se evidencia que el constante sufrimiento de violencia sexual, el embarazo forzado y la falta de acceso a la interrupción legal del embarazo son las causas directas de los suicidios o intentos de suicidios de niñas y adolescentes.
“Las muertes violentas de hombres siempre son mayores que las de las mujeres, pero entre los trece y diecisiete años se empiezan a incrementar los índices de suicidios de las niñas y adolescentes, también los casos de desapariciones; entonces, para mí eso no es casual porque tiene que ver con el periodo de mayor riesgo a la violencia sexual…”.
Activista salvadoreña entrevistada por Crissia Pérez, 2020.
Muerte materna
La tasa de fecundidad en adolescentes en la región (la segunda más alta del mundo) continúa siendo increíblemente alta.Las madres adolescentes enfrentan un mayor riesgo de tener enfermedades obstétricas, y son las adolescentes de 14 años y menos las más vulnerables a enfrentar mayores riesgos de complicaciones y muerte.
“La mitad de ellas estaban embarazadas. Además, entrevistaron a madres, abuelas y otros familiares para entender el impacto que tienen las violaciones y las maternidades forzadas (…). Nadie les ofreció la interrupción del embarazo para no tener que asumir un rol de mujer adulta, tampoco les ofrecieron la posibilidad de adopción”.
Activista entrevistada por Virginia Meneses Mendoza, 2020.
Falta de acceso a la interrupción legal del embarazo
A pesar de las recomendaciones y sentencias internacionales, sigue restringido y obstaculizado el acceso a la interrupción del embarazo de forma segura. Una de las causas de la muerte materna es el aborto inseguro, además de que la mayoria de los países analizados no cuentan con un registro adecuado de las muertes maternas en relación con la falta de acceso a la interrupción legal del embarazo.
“Los agresores muchas veces salen libres por sus vínculos políticos, institucionales, etc. Pero también porque tienen respaldo comunitario. Tú ves a veces en los pueblos que los mismos líderes comunitarios van y hacen protestas frente a los tribunales de la Fiscalía para que saquen al que violó: porque es muy buena persona, o porque es un político que le da, o por cualquier razón”.
Entrevista realizada por Blanca Capacho, 2020.
Recomendaciones de CLADEM
Tras los resultados de su estudio, CLADEM recomienda a los gobiernos de la región mejorar los sistemas de registro, el análisis y la difusión de datos. Es decir, que se deben de establecer mecanismos de coordinación interinstitucional o mesas técnicas entre las instancias encargadas de registrar las denuncias o muertes y las que producen estadísticas para avanzar en la generación del análisis de datos con perspectiva de género.
Por otro lado, se reconoce que se debe analizar el fenómeno de la violencia contra las niñas y adolescentes desde la perspectiva de género.
También el estudio evidenció que, en poblaciones indígenas y afrodescendientes, se muestra un incremento muy importante de la muerte materna o, incluso, está por encima del promedio nacional. Por ello, es necesario analizar de forma específica el contexto de estos territorios.
Otro de los puntos importantes son las medidas de prevención; por tanto, exigieron el acceso a los servicios de salud, de educación y justicia. Así mismo, solicitaron que se establezca un programa para la reparación del daño en niñas y adolescentes sobrevivientes de violencia sexual, el cual deberá de incluir una especial atención a aquellas que fueron forzadas a llevar un embarazo o maternar.
Finalmente, CLADEM advirtió sobre “una reorganización regional y global de las violencias, cuya base se asienta en los modelos de extracción a gran escala, mediante la desposesión de territorios, saberes y cuerpos”.
Pero no sólo eso señaló que “estas realidades traen consigo fenómenos como la desaparición intermitente de niñas y adolescentes, y el recrudecimiento de otros delitos como: el feminicidio sexual sistémico, o la mayor incidencia de suicidios en mujeres”. De ahí que los Estados tienen la urgente tarea de generar acciones de seguridad contundentes para detener estas violencias de género.
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Si quieres consultar la Investigación sobre la interrelación y los vínculos entre la violencia sexual y la muerte de niñas y adolescentes en la región de América Latina y el Caribe (2010-2019) puedes hacerlo aquí: https://cladem.org/investigaciones/index.php/vinculos-entre-violencia-sexual-y-muerte/