**
Hoy inician en La Habana los juicios contra los artistas Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo. Acciones similares a aquellas por las cuales les pretenden condenar -componer una canción, realizar performances en el espacio público, apropiarse artísticamente de los símbolos patrios y cívicos- han sido realizadas por artistas en Latinoamérica y otras partes del mundo para luchar contra los poderes dictatoriales y totalitarios. Estas son -entre muchísimas otras- señales reiteradas del lugar que ocupa hoy el gobierno cubano, posicionándose por sus acciones como un estado dictatorial y totalitario. Amnistía Internacional y Human Rights Watch han comunicado públicamente la solicitud de liberación inmediata de estos artistas que se encuentran en prisión preventiva desde hace un año. La directora para las Américas de Human Rights Watch, Tamara Taraciuk Broner, declaró:
“Los gobiernos latinoamericanos no deberían permanecer callados cuando artistas son amenazados con penas de prisión, una muestra de intolerancia extrema típica de las brutales dictaduras que gobernaron la región en el pasado”. La directora para las Américas de Amnistía Internacional, Erika Guevara-Rosas, manifestó: “En un país donde más de 700 personas, incluidos algunos menores de 18 años, están encarceladas simplemente por expresarse, es de suma importancia que estos juicios estén sujetos al escrutinio internacional”.
Pero sabemos que entre las palabras y los hechos hay abismos, que las promesas democráticas de muchos gobiernos en Latinoamérica quedan entredichas por sus actos de complicidad hacia regímenes represivos como Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En otras reflexiones me he referido a los análisis críticos de una intelectual como Claudia Hilb, autora de Silencio Cuba. La izquierda democrática frente al régimen de la Revolución Cubana, donde analizó el modo en que “el proceso de igualación de condiciones está sostenido de manera primordial sobre la capacidad del Estado de apropiarse y de dirigir la totalidad de recursos de manera creciente” (2021, 29). Los “aires de emancipación” de los primeros años de Revolución fueron desplazados por “la instalación de un sistema de control total que encontró en el miedo el principio de acción” (78).
Una investigadora tan conocedora de la historia y del “proceso de concentración autocrática del poder” en la isla plantea que “el concepto de dictadura tal como se usa es más una calificación moral que un concepto político conveniente para este tipo de régimen”, y que a Cuba es necesario considerarla “en la senda de las definiciones de los regímenes totalitarios” o “régimen de dominación total”. Cito a Hilb a propósito del modo en que nos referimos al régimen cubano, al que llamamos dictatorial en conexión con los más difíciles momentos de la memoria histórica latinoamericana, específicamente cuando reconocemos modos de actuar que la vinculan con procedimientos de las dictaduras del cono sur. Pero desde la lógica de dominación total planteada por Hilb y teniendo cuenta el entramado que se fue tejiendo entre el totalitarismo soviético y el régimen castrista, los procedimientos y la concentración absoluta de todas las decisiones en una sola persona, lo que en Cuba se fue instalando “dejaba claro que una cierta seguridad mínima compartida era indisociable de la instalación de una forma política que no sólo no hacía lugar a las libertades individuales o públicas sino que no esperaba tampoco ya, si es que alguna vez lo había hecho, que del seno de la sociedad civil surgieran los modos de organizar una nueva forma de sociabilidad (79, 2021). El “plan superior” puesto en marcha se decidía desde la cima de un poder totalitario como el modelo desde el cual procedía.
A ese poder totalitario se han enfrentado activistas y artistas a lo largo de varios años. Desde la década de 1980, como ha declarado Érika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas, esta organización viene documentando el “hostigamiento y detenciones arbitrarias de artistas independientes en Cuba debido simplemente a la expresión pacífica de sus opiniones por medio del arte” (24 de agosto 2018).
En reiteradas ocasiones Amnistía Internacional ha publicado comunicados y llamamientos urgentes por las violaciones a los derechos humanos de las y los artistas en Cuba. El 20 de mayo de 2021 fue publicada una nota como Acción Urgente: “Un artista que se opone a la censura, bajo custodia” donde denunciaba la entrada de agentes de la seguridad del Estado a la casa de Luis Manuel para trasladarlo de manera forzosa al Hospital Calixto García. El artista estaba en huelga de hambre en protesta por la confiscación de obras de arte que también habían sido dañadas. La huelga de hambre es una estrategia de protesta y lucha no violenta utilizada por varios activistas en el mundo y en Cuba en varias ocasiones. Luis Manuel la ha ejercido para exigir sus derechos a la libre expresión, al trabajo artístico independiente, para denunciar la censura, pero también para denunciar la ilegalidad de los procesos jurídicos y penitenciarios en Cuba. La última huelga de hambre fue sostenida por él desde la cárcel de Guanajay donde permanece recluido a partir del 11 de julio bajo la acusación de haber apoyado y acompañado las protestas masivas de ese día, y muy especialmente por su persistente activismo y sus acciones artísticas.
Hoy 30 de mayo se inician en La Habana los juicios contra Otero Alcántara y Maykel Castillo “Osorbo” en los que se les solicitará entre siete y diez años de prisión por ejercer el derecho de manifestarse contra el Estado totalitario cubano, así como por utilizar sus prácticas artísticas para posicionarse.
Luis Manuel Otero Alcántara es el coordinador del Movimiento San Isidro, un colectivo de activismo ciudadano, arte y solidaridad comunitaria que nace hacia finales del 2018, integrado por artistas independientes y disidentes que se opusieron al decreto 349 -a través del cual se regula la vida cultural y artística en Cuba y se obstaculiza el trabajo de artistas independientes-, que se posicionaron en huelga de hambre contra el encarcelamiento arbitrario del músico rapero Denís Solís. Sobre el acoso a este colectivo también denunció la directora de Amnistía Internacional para las Américas:
El inquietante nivel de restricciones a las que se está sometiendo a activistas y periodistas independientes parece salido de una novela de Orwell que se desarrolla en las calles bordeadas de palmeras de La Habana. La presencia policial frente a sus domicilios y la amenaza constante de detención es tan implacable que los y las activistas están esencialmente encarcelados en sus propias casas (15 diciembre 2020).
El poder se ensaña contra aquellas personas que se oponen o cuestionan las estrategias de control y sumisión. La disputa entre los artistas y el poder es una disputa política por la potencia, por la capacidad de afectación y de incidencia en la vida pública. Pero es también una disputa por la representación. Los creadores hacen de las estrategias re/presentacionales el centro de sus reflexiones como de sus operaciones est/éticas. Insisto en sus operaciones estéticas como el modo en que dan cuerpo a sus acciones éticas. Por su parte, el poder utiliza la representación visual, corporal, escénica y política para desplegar sus banderas, discursos, pancartas, para imponerse y generar no sólo temor sino terror ante el despliegue de dispositivos que tienen como fin poner en acción y en visión las pedagogías del terror.
Una acción social transformadora requiere de una insistencia performativa que acentúe la dimensión subversiva. Ese ha sido también el devenir del accionar de Luis Manuel Otero Alcántara. Ir desplazando cada vez más al plano cívico su insistente performatividad no-normativa, que opta por el disenso y que termina siendo inevitablemente disidente en un contexto donde la diferencia es intolerante y se premia con la punición. Colocar en el centro de su accionar el deseo de transformación de las condiciones de pensamiento, trabajo y vida en la isla de Cuba, ha sido una apuesta y un motor desde las primeras acciones de Alcántara, cargadas de una profunda fuerza religadora y de un interiorizado instinto sacrificial. Ofrecer la vida para defenderla es una práctica en Luis Manuel, como en muchas personas que luchan y están dispuestas a sacrificarse para que suceda el milagro de la vida desvalorizada y amenazada por las botas totalitarias. Son varios los relatos que pueden citarse, como el gesto sacrificial del obrero chileno Sebastián Acevedo, al inmolarse prendiéndose fuego frente a la Catedral de Concepción para exigir que la CNI (Central Nacional de Informaciones) regresara a sus hijos desaparecidos.
Luis Manuel Otero Alcántara es un ciudadano cubano, performer, artista, activista, escultor, escritor, productor de intervenciones sociales, que ha contribuido notablemente a reinstalar las acciones performativas como acciones éticas en el espacio público, como ejercicios de reclamo y disidencia. El nombre de Luis Manuel Otero Alcántara ha sido incluido entre las cien personas más influyentes desde la consideración de la Revista Time y gracias a la nominación del notable artista chino Ai WeiWei. Su reconocimiento internacional en los espacios del arte le ha llevado a formar parte de importantes exposiciones y residencias artísticas. Desde el 11 de julio Otero Alcántara es un preso de conciencia que será juzgado en el Tribunal Municipal de Marianao, La Habana. Entre las acusaciones que deberá enfrentar está el haber “desarrollado acciones de performance en la vía pública bajo una aparente posición de protesta ante situaciones y problemáticas existentes en el país”. La protesta pública no sólo es un derecho, sino que ha sido históricamente un arma para las luchas por la vida. Realizar acciones y performances públicas como prácticas artísticas es parte de la gran contribución de las y los artistas al derrocamiento simbólico de las dictaduras en este continente.
En un contexto como el cubano donde las autoridades penalizan las resistencias y las protestas, emiten leyes que declaran la ilegalidad de los procesos artísticos independientes y decretan la continuidad de la dependencia como estrategia segura para la sumisión y el control de las y los ciudadanos, Otero Alcántara insiste en operaciones que desde el arte propicien espacios y gestos de afirmación en la diferencia y el derecho a la libre expresión. Devenir performer fue una necesidad y fue la posibilidad de expandir sus objetualidades como artefactos de intervención social, pero fue también la necesidad de generar otros modos de relación y habilitar otros espacios en los que la práctica artística sea un ejercicio de interpelación cívica, de acto ético que amplifique su politicidad. Las operaciones artísticas impulsadas por Luis Manuel incluyen agencias colectivas que han logrado abrir zonas de disenso y contra-institucionalidad en un país donde el control es ejercido con minucioso exceso. Acontecimientos como la creación de la #Bienal00 -evento alternativo a La Bienal de La Habana- y el Museo de la Disidencia, constituyen referencias importantes para pensar otras formas de gestión y organización autónomas que en condiciones aún extremas pueden imaginar y sostener quienes hacen del arte una práctica de liberación.
Encarnando las más auténticas concepciones del arte expandido que sostiene el derecho y la potencia de toda persona a construirse como artista -propuesta lanzada desde la segunda mitad del siglo XX por el reconocido artista conceptual Joseph Beuys-, la práctica artística de Luis Manuel se ha consolidado desde experiencias situadas en procesos y saberes comunitarios y familiares que validan las artes de los oficios relacionados con las manualidades, con la utilidad para la vida y el servicio a quien lo requiera. Su práctica plantea el reciclaje como forma de resistencia, como él mismo ha referido en los títulos de sus obras y series (Resistencia y reciclaje, 2011-2012). Sus materiales de trabajo son las maderas, los residuos, los palos y trapos, los metales roídos, la retacería, la papelería y cartonería, incorporando el desgaste y los desechos de su propio contexto para producir esculturas y objetualidades que dialogan con la estética povera. El propio artista ha trazado estos vínculos en sus referencias a creadores poveras, como el título de la tercera acción de su serie Con todos y para el bien de unos cuantos, 2017: “Lo que a Michelangelo Pistoletto no se le ocurrió”, simulando un ataque a la tienda de Giorgio Gucci en la galería de la planta baja del hotel Manzana Kempinski, donde también había realizado “¿Dónde está Mella?”, primera acción de la misma serie, cuestionando la retirada del busto de Julio Antonio Mella -fundador del Partido Comunista de Cuba- en los nuevos sitios del consumo turístico y los exclusivos mercados que sin ningún pudor y a costa del desplazamiento de sus propios iconos, ha promovido el estado cubano.
En procesos de crisis y luchas sociales los artistas han revisitado los signos patrios produciendo prácticas a manera de acciones religatorias o “rituales de limpieza ciudadana” que pudieran contribuir a una regeneración política. En Perú y en Argentina las acciones de manipular y lavar la bandera propuestas por artistas y retomadas por la sociedad civil han sido valoradas como momentos de alta significación en la lucha por el destronamiento simbólico. Portar la bandera sobre el cuerpo es un acto que ha implicado protección y reconocimiento de no agresión por parte de autoridades, como sucedió incluso en regímenes como el de Fujimori que cometió graves violaciones a los derechos humanos. En la trama de contestaciones simbólicas que se fue produciendo en la sociedad peruana en el año 2000, en oposición a la continuidad del gobierno de Alberto Fujimori, el Colectivo Sociedad Civil convocó al “un ritual participativo de limpieza patria” que fue nombrado Lava la bandera, realizado en el Campo Marte y en la Plaza Mayor de Lima y que apostó -en palabras de Gustavo Buntinx- a “la politización radical del arte”. Cientos de ciudadanos lavaron la bandera públicamente haciendo que el cuerpo social se extendiera carnavalescamente, desmontando los comportamientos solemnes y transformando la plaza pública en espacio de libre encuentro, en patio colectivo donde se armó un gran tendedero popular. Cuando fue necesario defender la permanencia de la acción bajo la alerta de una intervención policial, las personas en la plaza colocaron sobre sus cuerpos las banderas y cantaron el himno nacional (Diéguez, 2014, 96-97). Esta acción fue retomada al año siguiente en Buenos Aires en el contexto de los estallidos sociales que produjo el corralito económico. Pero allí, bajo la convocatoria del colectivo Arde Arte, fue renombrada La bala bandera: en lugar de lavarse como sucedió en Lima, la bandera se deshacía y se manchaba al sumergirla en aguas entintadas de rojo. También en México se retomó la acción en Oaxaca durante la ocupación de la ciudad por las fuerzas federales y la represión al movimiento organizado como Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Un grupo de teatristas —y en especial la actriz Úrsula Castellanos— afiliados a la Fundación Cultural Crisol lanzaron la convocatoria para lavar el emblema nacional “en franca resistencia a las simulaciones que enarbolan la solución del conflicto”. En ninguno de los casos, en ninguna de estas tres ciudades y pese al contexto de represión y control policial, persona alguna fue detenida por realizar acciones con la insignia nacional.
Como ha precisado la historiadora del arte y curadora cubana Carolina Barrero:
En el arte cubano sobran los ejemplos del uso de la bandera como motivo representacional. Valga solo con mencionar obras y artistas que forman parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes y que por ende cuentan con el reconocimiento institucional: Materialización de lo soñado (1993) de Alexis Leyva Machado (Kcho), Estadística (1996) de Tania Bruguera, Bandera Cubana (1988) de Tomás Esson y El Sagrado Corazón (1995) de Lázaro Saavedra (marzo 12, 2020).
Sin embargo, el gobierno cubano esgrime hoy una acusación más contra Luis Manuel Alcántara por lo que llama “uso indebido” y “agravio” de la insignia nacional. Durante los treinta días del mes agosto de 2018 Otero Alcántara se arropó con una bandera “como si se tratara de su segunda piel” (Barrero, marzo 12, 2020), haciendo de ella un manto afectivo y protector, una prenda también personal. La bandera cubana dejó de ser ese objeto ajeno, distante, jerárquico que el poder reclama para sí y despoja de su simbología cívica. Como precisó Anamely Ramos (marzo 24, 2020), se trataba de una bandera -no la Bandera- utilizada por un artista en una práctica también simbólica “para imaginar escenarios diferentes, e incluso entretejer ficciones que anticipen soluciones”. La bandera es de todos, fue la enunciación desde la cual Alcántara sostuvo su accionar en Drapeau. En su incidencia performativa el manto devino reclamo por la liberación del artista. El hashtag #LaBanderaEsDeTodos fue una protesta viral que molestó demasiado al poder, que se extendió, se popularizó y mitificó en el grito musical de Patria y Vida. La potencia poética de las y los artistas, pero también de las y los ciudadanos, ha sido y es un instrumento para re/imaginar la vida. La furia del poder quiere descargarse sobre un poeta joven y negro que debería estar en las calles apostando al aliento que tanto necesitan hoy las y los cubanos, que tanto anhelamos.
Luis Manuel Otero Alcántara ha sido detenido en repetidas ocasiones siempre por defender su derecho a la vida y desafiar un sistema que atenta contra la dignidad de las personas. Y desde cada uno de esos encarcelamientos su práctica corporal a través de extendidas y repetidas huelgas de hambres y su práctica poética, han sido actos de cimarronaje, de insurrección y afirmación de vida. La violencia desplegada sobre el cuerpo de los y las artistas alcanza definitivamente a sus obras, destruyéndolas. A pesar del despliegue de teatralidad panóptica con la instalación de cámaras de vigilancia ante los domicilios de los llamados disidentes en Cuba, burlar y parodiar los dispositivos de control ha sido parte del desafío cotidiano para seguir viviendo.
El 10 de febrero de 2021 Luis Manuel Otero hizo pública su decisión de “transformar la violencia en arte”, dibujando la cámara que le vigilaba frente a su casa. Procurando desmontar el dispositivo de control, Luis Manuel realizó una serie de dibujos, anotaciones poéticas e intervenciones performativas. La serie Naturaleza Muerta. Transformando la violencia en Arte puede considerarse un proceso de meditación a través del dibujo apuntando a una desafiante domesticación del objeto a partir de un vínculo paródico. Los trazos de tinta cobraron un tono más perturbador durante su reclusión en el Hospital Calixto García, donde permaneció aislado y vigilado por policías de la Seguridad del Estado. Los dibujos de esos días son un testimonio de la tortura psicológica a la que fue sometido y de las capas de violencia que habitan la arquitectónica totalitarista. Desde el Hospital Calixto García en La Habana y desde la prisión de máxima seguridad de Guanajuay sus dibujos son documentos poéticos de una resistencia dolorosa pero persistente. En grafito, en tinta, pequeñas imágenes hablan de los sufrimientos corporales y nos evocan los dibujos realizados por Antonin Artaud en las prisiones psiquiátricas de Francia; en crayola y con colores, los rostros de los payasos dibujados por Alcántara son una parodia grotesca del dolor y la rabia.
A Luis Manuel Otero Alcántara lo pretenden condenar por defender la vida, por utilizar las estrategias artísticas para imaginar otras maneras de estar en un país que reprime y mata. Por hacer de su vida una práctica de reXistencia implicando estrategias artivistas. Por posicionarse y condenar el autoritarismo totalitarista que asfixia la vida en Cuba.
———
Vive y trabaja en México. Escribe sobre prácticas artísticas y activismo en contextos de violencia. Profesora investigadora en la UAM-C.
“Cuba debe liberar a artistas encarcelados. Los cargos violan la libertad de expresión y asociación”. Human Rights Watch, 26 mayo 2022. https://www.hrw.org/es/news/2022/05/26/cuba-debe-liberar-artistas-encarcelados
Hilb, Claudia. La izquierda democrática frente al régimen de la Revolución Cubana. Buenos Aires: Edhasa, 2021.
La Repregunta. Claudia Hilb: “El embargo a Cuba sirve hoy para los que buscan defender un régimen indefendible”. Por Luciana Vázquez, La Nación, 18 de julio 2021. https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-repregunta-claudia-hilb-el-embargo-a-cuba-sirve-hoy-para-los-que-buscan-defender-un-regimen-nid18072021/
Cuba: El Decreto 349 de la nueva administración augura un mundo artístico distópico en Cuba, 24 de agosto, 2018. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2018/08/cuba-new-administrations-decree-349-is-a-dystopian-prospect-for-cubas-artists/
CUBA: UN ARTISTA QUE SE OPONE A LA CENSURA, BAJO CUSTODIA: LUIS MANUEL OTERO ALCÁNTARA. 20 de mayo, 2021. https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/4147/2021/es/
Cuba: El movimiento San Isidro y sus aliados, sometidos a aterradores niveles de vigilancia. 15 de diciembre, 2020. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/12/cuba-san-isidro-movement-allies-under-frightening-levels-surveillance/
Luis Manuel Otero Alcántara, by Ai Weiwei. September 15, 2021. https://time.com/collection/100-most-influential-people-2021/6096092/luis-manuel-otero-alcantara/
Ver el texto de Yissel Arce: “El gesto artístico de Luis Manuel Otero”, Hypermedia Magazine, marzo 7, 2020. https://www.hypermediamagazine.com/dosieres-hm/solidaridad-con-luis-manuel-otero-alcantara/el-gesto-artistico-de-luis-manuel-otero/
Ver Escenarios liminales. Teatralidades performatividades, políticas. Ciudad de México: Toma, ediciones y producciones escénicas y cinematográficas, 2014.
Ver el texto de Carolina Barrero publicado en El Estornudo (marzo 12, 2020), “Breves apuntes sobre el uso de la bandera en el arte”. https://revistaelestornudo.com/bandera-arte-luis-manuel-otero/
Ramos, Anamely. “A la sombra de un hashtag”. El Estornudo, marzo 24, 2020. https://revistaelestornudo.com/bandera-subasta-luis-manuel-otero-alcantara/
Estos fragmentos hacen parte de conferencias impartidas en distintas ocasiones, como en el Museo Reina Sofía, en el evento organizado por la Cátedra políticas y estéticas de la memoria el 22 de septiembre 2021. Y el 21 de octubre de 2021 en el Simposio Internacional de Teatro Contemporáneo en Latinoamérica y Europa, organizado por la Universidad Distrital Francisco José Caldas y la Facultad de Artes-ASAB en Bogotá.