El gobierno de Veracruz decidió tomar en sus manos el manejo del tradicional Acuario del puerto. Entre biólogos y empleados persiste el miedo de que las 5 mil especies marinas que ahí viven paguen el costo de una decisión precipitada
Texto: Martín Ramírez / La Marea
Fotos: Martín Ramírez y Rodrigo Soberanes
VERACRUZ.- “Aprender a soltar cuesta trabajo y mucho. Te echaré de menos, fuiste mi gran escuela, siempre estaré agradecido por todas las enseñanzas que me has dado”. Dijo el biólogo Carlos Vázquez García, quien cierra un ciclo de 20 años de trabajo en el Acuario de Veracruz.
A los 22 años se sumó al equipo de guías del Acuario, 20 años más tarde se encuentra al frente del Departamento de Educación Ambiental y, desde esa trinchera, vivió una transición abrupta que ninguno de los más de 100 trabajadores esperaba:
La extinción del Fideicomiso Público de Administración del recinto decretada desde el Ejecutivo, en el cual había 120 millones de pesos, de acuerdo con Jaime Rivero Mantecón, presidente del Patronato del Acuario. La conservación de 5 mil especies quedó en la incertidumbre.
Una niña observa un ejemplar de tiburón: foto: Rodrigo Soberanes
«Nos da un poco de incertidumbre que un área de conservación así dependa directamente de gobierno del Estado o del gobierno que sea porque entendemos que los gobiernos tienen cambios, hay transiciones todo el tiempo, si no se prevé bien puede afectar la economía del acuario y al afectar la economía del acuario afecta a los animales», dijo Sergio González, presidente del Comité de Vigilancia Ambiental Earth Mission.
El Acuario de Veracruz abrió sus puertas el 13 de noviembre de 1992 bajo con fondos del gobierno del Estado, que en ese entonces era encabezado por Dante Delgadado Rannauro.
Desde su concepción fue vislumbrado como un sitio de exhibición de especies marinas y algunas silvestres, pero también como un espacio dedicado a la protección y conservación de los animales. De ahí que el Consejo de Administración, integrado por nueve empresarios, intentó que ambos objetivos crecieran con éxito, y así fue.
En sus inicios contó con tres áreas principales de exhibición: Pecera Oceánica y Galerías de Agua Dulce y Salada; 8 años después, en el año 2000, comenzó una primera etapa de ampliación para incluir un espacio para tiburones y otro para manatíes. En 2009 fue inaugurado el Delfinario con fines lucrativos y de investigación, y por último en julio del 2014 el Pingüinario llegó como la “cereza del pastel” para consolidar a dicho espacio como uno de los acuarios más importantes en América Latina.
Como se esperaba, el crecimiento del Acuario de Veracruz vino de la mano de una proyección turística nacional e internacional que le permitió consolidar un registro de un millón de visitantes anuales hasta antes de la pandemia por el Sars-Cov-2.
Mientras ese desarrollo lo encumbró como uno de los sitios turísticos más emblemáticos del estado, entre sus pasillos y en cada uno de sus pabellones, se fue tejiendo una red de conocimiento sobre la conservación de la fauna marina que trascendió por varias generaciones.
Uno de los programas emblema del Acuario han sido los “cursos de verano”, donde menores de 5 a 17 años despiertan conciencia sobre la importancia de la vida marina a través de la observación e interacción con algunos ejemplares, además de actividades lúdicas y de educación ambiental, iniciativa que para cientos de niños y niñas fue el punto de partida que los llevó a cursar estudios profesionales en biología, incluso, muchos regresaron años más tarde como voluntarios de los talleres y algunos teniendo la oportunidad de sumarse al equipo de Biólogos.
El gobierno del estado decretó la desaparición del fideicomiso con el que operaba el Acuario y clausuró el lugar. Foto: Martín Ramírez.
Estas experiencias se han vivido por casi 30 décadas detrás de las peceras, donde también se han desarrollado programas de investigación y conservación como el monitoreo de la marea roja, la conservación de tortugas marinas, el proyecto de repoblación de coral, entre otros.
Detrás de las peceras
Sergio Armando González, conoce a fondo al equipo de profesionales que lideró los trabajos de conservación y exhibición en el Acuario de Veracruz.
Hablar con él fue la mejor forma que encontró La Marea para conocer cómo era la vida detrás de las grandes peceras, ya que todas nuestras peticiones para hablar con el personal fueron rechazadas debido a la incertidumbre en que están sus situaciones laborales.
«Hay más vida en la parte de atrás del Acuario que incluso en las peceras, hay más animales, los ves alimentarse, ves el mecanismo que los mantiene vivos y las personas no tenían la oportunidad de ver esto, yo creo que esta nueva administración puede exhibir esto y que la gente sepa el alcance que ha representado el Acuario de Veracruz para la conservación», dijo Sergio González.
Por ese trabajo, en los años 2011, 2013 y 2015, el Acuario de Veracruz recibió el Premio Internacional Guardián del Golfo, galardón creado por la Agencia de Protección Ambiental del Gobierno Federal de los Estados Unidos (EPA) que reconoce la excelencia ambiental en las costas saludables y resilientes.
A ese reconocimiento se suma el Certificado de Calidad Turística que por primera ocasión otorgó la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), una certificación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) por sus actividades de investigación y desarrollo de la ciencia, así como la certificación “AZA” entregada por la “Association of zoos & aquriums” en el año 2014.
“El Acuario de Veracruz ofrece algo que no encuentras en todo el estado, son muy pocos los veterinarios y especialistas en vida silvestre y este lugar es como un oasis ante esta sequía en proyectos de conservación”, dijo Sergio González.
El acervo que se ha generado se ha extendido con la comunidad de pescadores, ambientalistas independientes y dependencias como el Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano (PNSAV).
Como rescatista de vida silvestre, Sergio tuvo el apoyo para que dos osos hormigueros lesionados fueran intervenidos en los quirófanos del Acuario de Veracruz, así como en una cirugía de amputación a un pelícano y la rehabilitación de nutrias, tucanes, tlacuaches, boas, y muchas especies más de vida silvestre.
“El Acuario de Veracruz nunca cobró un solo centavo por un medicamento, un hilo de sutura, alguna intervención, es un apoyo vital que se sigue necesitando y que ayuda muchísimo. Era un privilegio tener aquí cerca la mejor área médica de contención para los animales que, incluso, no eran animales del plan de manejo del acuario”.
Una fiesta y varias irregularidades
Pero esa labor titánica de manejo y conservación ambiental, se vió fuertemente opacada por una fiesta celebrada en 2019 durante un aniversario más del Acuario.
El festejo que incluyó mariachis, luces estrambóticas y sonido, tuvo lugar en la pecera arrecifal, uno de los sitios donde está prohíbido tomar fotografías con flash. Las imágenes se viralizaron en redes sociales entre una comunidad que cuestionaba con desconcierto el impacto que eso tendría en los animales.
Esa ola de críticas llevó a la Procuraduría del Medio Ambiente (PMA) a solicitar una inspección en el año 2021 para verificar los protocolos de manejo de las especies, recurso que fue desechado a través de un amparo promovido por el Consejo de Administración.
Sin embargo, un año después, las advertencias de la dependencia estatal tuvieron eco el Tribunal Estatal Veracruzano en Materia Administrativa (Tejav) que junto con un juez federal, dieron luz verde al procedimiento administrativo.
Fue así que el pasado 11 de mayo la PMA clausuró el Acuario de Veracruz, acción que en ese momento, el titular de dicha dependencia, Sergio Rodríguez Cortés -aseguró- que pudo haberse evitado.
“Lamento mucho que el objeto de la orden de inspección no haya sido contestada por el Acuario de Veracruz, es decir, si ellos nos hubieran garantizado la tranquilidad de la información que necesitamos, no hubiera sido necesario la clausura total temporal”.
Y mientras el personal de la Procuraduría colocaba las lonas de clausura, el funcionario estatal reveló que existían fuertes sospechas de un presunto tráfico de especies así como la identificación de dos descargas clandestinas de aguas con residuos orgánicos de las peceras en la parte trasera del inmueble, irregularidades en las que sustentó la clausura.
Esa determinación llevó a trabajadores del Acuario y a sus familias, así como a un grupo de ambientalistas a protestar de manera pacífica para exigir la liberación del lugar, al tiempo que el Consejo de Administración cerró la comunicación al público externo y se limitó a fijar su postura a través de comunicados en redes sociales.
“Irregularidades no tenemos, repito, no quiero decir tal vez una palabra que se mal entienda, en el comunicado lo haremos saber”, declaró en una breve entrevista, José Arturo Hernández, apoderado legal y director administrativo del Acuario de Veracruz.
Control del acuario
El 14 de mayo el gobernador, Cuitláhuac García Jiménez, negó a los medios de comunicación una de las versiones que, de manera extraoficial, tomó fuerza: el interés del Gobierno del Estado por tomar la administración del Acuario de Veracruz.
–¿Se podría desaparecer el fideicomiso y que el gobierno del estado se haga cargo?, se le preguntó en una conferencia de prensa.
“No, nosotros no tenemos interés, queremos dialogar para que se determine eso”.
Sin embargo, dos días después, la noche del 16 de mayo el mandatario estatal publicó un decreto para extinguir el Fideicomiso Público de Administración denominado “Acuario de Veracruz” y con eso pasar el control, supervisión, dirección y administración a la Procuraduría del Medio Ambiente (PMA).
Este lunes el presidente Andrés Manuel López dijo en su conferencia diaria que no tenía conocimiento de lo sucedido pero que estaba interesado en conocer más a fondo el tema y qué había pasado.