Dejar de Chingar
Por Dejar de Chingar / @DejarDeChingar
poner la vida en el centro por encima de todas las cosas
Alejandra Eme Vázquez
(entrevista)
La dinámica familiar tradicional fue interrumpida tras la pandemia: antes de ésta, la madre se ocupaba del trabajo doméstico y el padre del trabajo pagado. En esta interrupción, el orden familiar se desestabilizó propiciando situaciones de violencia y daño emocional. Durante la pandemia existieron múltiples y diversos casos de violencia doméstica, algunos peores que otros, ya que el confinamiento obligó a muchas mujeres a encerrarse con sus agresores (nota al respecto).
¿Cómo nos cuidamos los hombres? ¿Cuidamos los hombres? Un hombre que cuida no es sinónimo de un hombre no violento. Cuidar requiere de disciplina y compromiso, así como de creatividad, empatía y sensibilidad. Un hombre que cuida no solo cuida a las personas de su alrededor, también se cuida a sí mismo. Si solo cuidamos de otras personas dejaríamos de reconocer las emociones que ocurren al interior del cuerpo, y si no se cuidan las emociones personales el efecto puede ser contraproducente al oprimir sentimientos que buscan salir, ser reconocidos y exteriorizados. Por otro lado, no tendría sentido el significado de cuidado si solo cuidáramos de nosotros mismos sin importar el entorno violento que nos rodea y privilegia. El cuidado de un hombre va más allá de la noción limitada de ser un protector, un proveedor o un héroe salvador.
Como hombres, nos toca hacer los trabajos de cuidado. Quizá no es algo fácil cuando estamos acostumbrados a llevar un estilo de vida capitalista e individualista, y hemos recibido una educación basada en las normas tradicionales del género; pero es probable que la idea resulte más atractiva al saber que emocionalmente la práctica de los cuidados produce un bienestar, no solo a uno mismo, sino también al medio ambiente y a nuestras relaciones sociales y afectivas.
Las violencias atraviesan la vida diaria y se sostienen en normas sociales como, entre otras, las del género. En un país como México, con una economía criminal tejida y sostenida por empresarios y políticos que aspiran a acumular poder y capital sin importar el derramamiento de sangre como consecuencia, el trabajo de los cuidados valorado y practicado por los hombres puede hacer una gran diferencia. Que los hombres valoremos el trabajo de los cuidados no significa que vayamos a cambiar el mundo, pero sí contribuye a construir uno mejor.
El movimiento feminista está luchando por construir un mundo justo, un rumbo contrario al preestablecido por el género y las violencias. En un país desigual e injusto, el desarrollo de políticas para los cuidados puede ser una estrategia para combatir la violencia sin acudir a la militarización u otras fallidas estrategias de seguridad. No valorar el trabajo de los cuidados se torna una resistencia a un mundo equitativo.
Los cuidados son gentiles y nobles, amables y verdaderos. Tienen una fuerza no dañina que puede producir la vida: cuidarnos y cuidar nuestro entorno es una acción comunitaria, contraria a las dinámicas de esta guerra silenciada que de manera sistemática produce la muerte. El trabajo de los cuidados no hará daño a nadie; la guerra, los discursos de odio y las mentiras políticas, sí.
Los hombres debemos ser cuidadores y aplicar los cuidados en cada ámbito de nuestra vida diaria: creando formas amorosas de cuidado propio, de lxs demás y del entorno. Y tú, ¿cómo te cuidas a ti mismo? ¿cómo cuidas a tus seres queridxs?, ¿cómo cuidas tu entorno?