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Las estadísticas son contundentes: la fórmula artificial para alimentar bebés en reemplazo de la lactancia materna nunca ha sido un negocio tan próspero. Avanzando sobre cuerpos y derechos las marcas violan acuerdos en todo el mundo. Una investigación reciente publicada por la Organización Mundial de la Salud revela cómo actúan y cuál es el riesgo
Texto: Kennia Velázquez / Bocado
Fotos: Kelly Sikkema / Unsplash
Año 2022: aunque parezca insólito la sociedad desconoce todo sobre el alimento que nos hace humanos: la leche materna. Ni los profesionales de la salud ni las propias madres saben del tema. En ese contexto la publicidad de las leches artificiales que la sustituyen no ha parado de crecer. También sobre la leche de fórmula lo ignoramos todo: su composición y sus peligros.
Las tasas de lactancia materna en América Latina son bajas, sólo el 36% de los bebés recibe leche humana de manera exclusiva los primeros seis meses. Entre quienes pueden amamantar los datos varían: en Guatemala se hace en promedio durante 30 meses; el que menos tiempo dedica es República Dominicana con 7 meses; en Argentina 9; en México 10, en Colombia, Costa Rica y Ecuador con 15; según International Baby Food Action Network.
La guerra se libra sobre nuestros cuerpos desde las oficinas de marketing de grandes corporaciones interesadas en conquistarnos. El asunto no es nuevo y fue grave desde que nació: a la lactancia materna la derribaron con propaganda. El asunto resultó con millones de bebés muertos y otros tantos enfermos. Por eso hay desde 1981 un código de sucedáneos de leche materna que prohíbe explícitamente que esos productos se publiciten como un alimento más. Y por eso es grave este informe que acaba de publicar la Organización Mundial de la Salud (OMS) en donde muestran cómo las corporaciones siguen inclaudicables en las estrategias que las convirtieron en este éxito que son.
El informe más reciente de la OMS y la Unicef encontró que la publicidad de las empresas de leches en polvo para bebés “hacen afirmaciones científicas falsas e incompletas” y presentan a los sucedáneos como una opción “equivalente o superior a leche materna a pesar de la creciente evidencia de que la lactancia tiene propiedades únicas que no pueden ser replicado por fórmula artificial”. Y su trabajo de bombardeo publicitario comienza desde que las mujeres están embarazadas.
El estudio que se realizó en Bangladesh, China, México, Marruecos, Nigeria, Sudáfrica, Reino Unido y Vietnam detalla que las empresas utilizan una variedad de tácticas para involucrar a las mujeres a través de canales y plataformas online y offline y además utilizaron el miedo e inseguridades para confundir a las mujeres, sobre todo a las madres primerizas. También han aprovechado la pandemia: su publicidad hacía énfasis en que la leche de fórmula protege contra “virus y bacterias”. Pero su forma de mercadeo más efectiva sigue siendo la vieja conocida: recurrir a los profesionales de la salud para que se conviertan en promotores de sus productos.
Matthias Sachse, Oficial de Salud de UNICEF, considera estas prácticas:
“poco éticas por parte de la industria de sucedáneos de la leche ya que representan una violación del derecho de todos los niños y niñas a alcanzar su pleno potencial gracias a una sana nutrición durante los primeros 2 años de vida”.
Un monitoreo del cumplimiento del código en México mostró que Nestlé y Mead Johnson son las empresas que más violaciones cometen.
Pediatras promotores
El estudio de la OMS explica que la industria se dirige a los profesionales de la salud para alentarlos a promover los productos lácteos de fórmula, “utilizan actividades de patrocinio, incentivos y formación para construir relaciones e influir en las prácticas de los trabajadores de la salud”. Y el mercadeo inicia desde que las mujeres están embarazadas o se les suministra leche a manera de regalo al abandonar el hospital tras dar a luz.
Para generar confianza las marcas requieren la colaboración de profesionales de la salud “tanto para insinuar a los consumidores que su marca tiene base científica y como conducto para la comercialización”.
Existe el documento Razones médicas aceptables para el uso de sucedáneos de leche materna en el que está especificado en qué casos el bebé no puede consumir la leche de su madre, pero pocas veces se toman decisiones apegados a ese análisis. La doctora Mishel Unar Munguía, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) explica que en México sólo se requiere que el bebé tome leche de fórmula cuando las mamás tienen VIH y en algunos casos de galactosemia “y con otras enfermedades muy específicas pero son muy pocos los casos médicos en los que no se recomienda la lactancia. Sin embargo, muchos doctores la desincentivan diciendo, por ejemplo, que los bebés son alérgicos”. Así hoy “casi el 43% de los menores de un año consumen fórmulas infantiles que en la mayoría de los casos no es necesario”.
Una gran cantidad de pediatras son detractores de la leche materna. En México el 40% de las mujeres ha recibido recomendaciones de sus médicos para utilizar sucedáneos lo que es una violación al código internacional vigente desde 1981, pues éstos deben orientarlas.
“Los niños que reciben lactancia materna mixta o solo fórmula infantil tienen más riesgos de enfermedades infecciosas: gastrointestinales, enfermedades respiratorias del tracto superior e inferior, el desarrollo de obesidad en la niñez o en edad adulta, mayor riesgo de tener diabetes, pero también cáncer como leucemia. No hay que ver a la fórmula como inocua, al contrario, se tiene que explicar que consumir fórmula lleva un riesgo”
Jefa del departamento de nutrición materna e infantil del INSP.
Pedro Mota, investigador del INSP, explica que hay:
“mayor riesgo de presentar la enfermedad celíaca, enterocolitis necrosante, diarreas y estreñimiento. La evidencia también lo vincula con una alteración en la microbiota intestinal, la oxigenación y la regulación de la temperatura también se ven afectados por el consumo de fórmula”.
Para la madre, no amamantar aumenta el riesgo de diabetes tipo 2, de cáncer de mama y de ovario, de hipertensión y de infarto al miocardio, explican los especialistas.
Simón Barquera, Director del Área de Investigación en Políticas y Programas de Nutrición del INSP, explica que el consumo de leches de fórmula “es uno de los retos más grandes de Salud Pública en México”. El especialista señala que además de la mala nutrición que su consumo produce y que luego deriva en enfermedades crónicas, también tiene que ver “cómo un quinteto de compañías viola los acuerdos internacionales que firmaron para obtener ganancias millonarias y le hace daño a mucha gente”, sobre todo en los países en vías de desarrollo.
Uno de los problemas más serios que ve el doctor en Nutrición Aplicada y Epidemiología Nutricional, es que los profesionales de la salud no identifiquen el conflicto de interés que es participar en eventos patrocinados por las empresas.
“Por ejemplo, Nestlé, los invita a dar una conferencia. Y dicen bueno pero yo no hablé de sus productos, ni los recomendé. Creen que no hay daño, pero ¡sí lo hay! Es un fenómeno que se llama aval por asociación. Las empresas circulan en redes sociales materiales con la foto del doctor y los logotipos de la marca y la gente lo ve como una recomendación”.
Barquera señala que se está haciendo un esfuerzo por hacerles ver a los profesionales en formación de los riesgos de estas prácticas,
“pero luego ven a los máximos expertos, directores de institutos, de centros e investigadores estrella hablando en estas conferencias pagadas por estas compañías, aunque ellos sean muy éticos y su investigación no hable absolutamente nada de eso, es irregular. Es un reto gigante, tenemos que transformar esa cultura médica”.
Pseudociencia para vender
El informe “Cómo influye la comercialización de la leche de fórmula en nuestras decisiones sobre alimentación infantil” explica que la publicidad de las leches en polvo suelen utilizar palabras especializadas para aparentar que sus efectos han sido comprobados por la ciencia, lo que el documento denomina “lenguaje y afirmaciones pseudocientíficas”.
Muchos de estos productos se presentan como una opción “o equivalente y en ocasiones superior a la leche materna, presentando evidencia científica incompleta” con ingredientes, como los oligosacáridos (HMO) y ácido docosahexaenoico (DHA), se anuncian como «derivados» de la leche materna y vinculado a los resultados del desarrollo infantil. Pero la evidencia científica citada no respalda la validez de estas afirmaciones.
Las empresas presentan sus leches como solución a problemas como el llanto, cansancio, cólicos y reflujo a pesar de la evidencia de su eficacia es insuficiente.
Una investigación que evaluó una serie de estudios sobre la leche de fórmula concluyó que había una falta de transparencia, que “carecen de rigor científico y los resultados publicados están sesgados por informes selectivos” pues “la industria de las fórmulas está muy involucrada en los ensayos”.
Y no sólo eso, los estudios podrían ser una violación al código pues proporcionaban fórmula gratuita a los padres de bebés que eran amamantados. Los investigadores concluyen que los ensayos no son confiables y “podrían no proteger adecuadamente a los participantes” y urgen porque se haga un “cambio sustancial en la realización y el informe de los estudios de fórmula para proteger adecuadamente a los participantes de daños y proteger a los consumidores de información engañosa”.
También suelen aprovecharse de las aspiraciones paternas y aseguran que sus productos estimulan la inteligencia o las capacidades del bebé, pero no hay evidencia de que brinden un beneficio cognitivo por tomar leche de fórmula adicionada. Lo que sí se sabe es que los niños amamantados tienen un mayor desarrollo intelectual, dice Unar.
Publicidad engañosa
La ONU lamenta que el crecimiento de la lactancia materna en el mundo ha sido “modesto” en los últimos 20 años, mientras que el consumo de leche de fórmula casi se ha duplicado en el mismo período y llegó a recaudar 55.6 mil millones de dólares en 2019.
El marketing digital proporciona un amplio flujo de información personal, datos que utilizan las empresas para refinar y optimizar estrategias de marketing. Mariana, que aún está embarazada, dice que en su cuenta de Facebook le aparecen anuncios de leche de fórmula de manera constante, sin siquiera hacer búsquedas en la red social o fuera de ella sobre ese tema. Ella supone que es porque es etiquetada en publicaciones de maternidad y el algoritmo la ha detectado como una cliente potencial.
En las páginas de las empresas se ofrecen canales de atención y suscripciones para informar a las madres, “las mujeres pueden ser dirigidas a estos sitios sin saber quién es el patrocinador y que el asesoramiento no es independiente”, señala el texto.
El Oficial de Salud de UNICEF, Matthias Sachse, dice que en el estudio de México:
“se pudo identificar que el 55 por ciento de los papás y mamás encuestados consideró que estos productos son iguales o incluso mejores que la leche materna. Y señalan que incluso sintieron la necesidad de dársela a sus hijos e hijas”.
En México se han documentado infracciones al Código por parte de las empresas productoras de sustitutos, a través de publicidad en televisión, YouTube y redes sociales.
Las prácticas inadecuadas de lactancia materna en México provocan cada año alrededor de 5,700 muertes infantiles y 1,700 muertes prematuras en mujeres, lo que representó un costo de 200 mil millones de pesos anuales en 2020 por atención en salud y pérdida de productividad, informó el INSP.
Las compañías utilizan estrategias de publicidad difíciles de identificar pues no cuentan con mecanismos de regulación, ya que no están contempladas en la legislación mexicana.
Los alimentos comerciales infantiles se publicitan como una alternativa nutritiva, saludable y fácil de preparar, pero muchos productos contienen exceso de azúcares, sal o grasas que pueden propiciar el desarrollo de enfermedades crónicas. En 2020 la Procuraduría Federal del Consumidor alertó por ser “sumamente dañino” a algunas marcas que añaden azúcar a la leche en polvo para bebé. Las fórmulas reportadas fueron: Enfagrow Premium, Enfamil sin lactosa Premium, Enfamil Premium Promental, Nutramigen Premium con LGG y SMA Comfort Gold.
A principios de 2022 la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios informó que se identificaron 16 lotes de fórmulas infantiles de la empresa Abbott Nutrition, relacionados con unas denuncias hechas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos pues estaban relacionadas con infecciones por las bacterias Cronobacter sakazakii y Salmonella Newport que llevó a un bebé al hospital. Los productos retirados en México fueron Fortificador de leche humana Similac EleCare y Alimentum.
El estigma social
“La sociedad no es una espectadora: todos deben proteger el entorno en el que las mujeres y los padres alimentan a sus lactantes y exigen el cuidado, el apoyo y la tutela de derechos”, sentencia la OMS.
Lo que los especialistas recomiendan para fomentar la lactancia materna es normar la publicidad y promoción de fórmulas de bebés y las llamadas leches de seguimiento, también regular el conflicto de interés entre profesionales de la salud y las empresas. “Debe haber sanciones para las empresas que ofrecen regalos a los médicos y para quienes aceptan los incentivos para promocionar fórmulas, se debe modificar la legislación mexicana”, dice Unar.
Mota considera que también “habría que modificar la currícula de las universidades e implementar alguna materia sobre lactancia materna”. También observa que hay fallas con el código de ética con el que la industria de lácteos pretende regularse, “hay fallas en el monitoreo, en la denuncia y en las sanciones, pues no son lo suficientemente punitivas para evitar que se repita este tipo de promoción y de publicidad”.
Sachse dice que “la lactancia es responsabilidad de todos, no solo es de la mujer, es de los hombres, de las familias, de la sociedad, todos somos responsables de apoyar a la mujer para que pueda dar el mejor alimento a su bebé”.
Por ello, Unicef lamenta que México tenga uno de los periodos más bajos de licencia de maternidad, que es de 12 semanas. “No basta con la existencia de salas para la extracción, almacenamiento y transporte de leche humana sino también concientizar a todo el personal, a los empleados y a los empleadores sobre la importancia de proteger a las mujeres durante la etapa de lactancia”, dice el funcionario de la agencia de la ONU.
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Este reportaje fue producido por la red de periodismo latinoamericano Bocado.lat