Desde Mujeres
Por Karen Guadalupe Castillo Acosta / @kcastilloac / @DesdeMujeres
Desde siempre, se ha considerado al comercio como neutro; empero, desde los años setenta las mujeres alzaron la voz para visibilizar la discriminación y vulneración que sufren en el ámbito económico. Consideradas como lo diferente al hombre, como lo otro en la cultura y sociedad, se desprende una vulnerabilidad de género en una de las primeras actividades de la humanidad.
La herencia de la ideología de comercio neutro versa en la discriminación de las mujeres ante los tratados comerciales, políticas públicas y comerciales; conjeturando un existencialismo paralelo que funda a la mujer como lo otro, como lo diferente al hombre y descendiéndolas en una de las manos invisibles del comercio. Al contemplar específicamente los sectores comerciales donde las mujeres se desempeñan y los aranceles en ciertas mercancías, estos terminan afectando a las féminas como consumidoras, contribuyentes, comerciantes, trabajadoras y productoras.
El comercio, al ser considerado como neutro, establece las bases para una brecha comercial, salarial y profesional entre hombres y mujeres. Dichas brechas se han vuelto espinosas de superar y, en ciertos países, complicadas de medir. La carencia de un análisis de género en las políticas comerciales y públicas da notoriedad de las limitaciones en las legislaciones nacionales e internacionales comerciales que se implementan para el empoderamiento económico y bienestar de las mujeres.
La evaluación de las leyes, políticas o medias implementadas por los países mantiene, reduce o aumenta las desigualdades entre hombres y mujeres en el comercio. Al observar cómo los países negocian, redactan e implementan los Tratados de Libre Comercio (TLC) y políticas comerciales y públicas para empoderar a las mujeres, se visibiliza cómo el lenguaje utilizado para la redacción impacta jerárquicamente al empoderamiento de las féminas. Asentando la herencia ideológica sobre que la mujer es diferente al hombre, como lo otro, lo distinto; hasta volverlas manos invisibles en el comercio al no ser consideras en la producción de bienes y servicios.
La mano de obra femenina predomina en los sectores primarios debido a la falta de educación, capacitación y las labores no remuneradas que no les permiten tener las mismas ventajas frente al hombre; dejándolas en una desventaja a las féminas para un crecimiento comercial en cualquiera de los sectores en los que ellas se desarrollen.
La humanidad ha heredado códigos fundamentales de una cultura que rigen el lenguaje, esquemas perceptivos, cambios, técnicas, valores y, una jerarquía de prácticas fijando para las personas los órdenes empíricos con los cuales tendrá que ver y reconocer. Esto es, se impone la continuidad del tiempo y el lenguaje pierde el privilegio, resultando una figura histórica consecuente con el pasado.
La dicotomía que vislumbran las brechas entre ambos sexos tardará unos 100 años para ser reducidas; máxime, el libre comercio no es tan libre para algunos. Esto es, la libertad es autónoma y absoluta para el sujeto; empero, las posibilidades de libertad son finitas, toda vez que se aumenta o limitan desde afuera del sujeto. Lo estipulado en los TLC, políticas comerciales y públicas denota una redacción que no es neutra al no precisar las desventajas, metodología, análisis y acercamiento de aquellas mujeres que participan.
El hecho que el comercio sea neutro no garantiza el empoderamiento de las mujeres y, deja rezagados a los países en su desarrollo económico. Dicho sea de paso, la importancia del tema se desprende de la necesidad de hacer un comercio inclusivo que dé certeza a todas las partes involucradas, ya sean mujeres, comunidades indígenas, comunidad LGBTQ+ y etnia. En el comercio participamos todas, todos y todes a todas, todos y todes nos afecta.