Por Jorge Rocha, académico del ITESO
El ejercicio de revocación de mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador ya comenzó con la propaganda por parte del INE y se anuncia que será el próximo día 10 de abril. Este proceso no está acompañado de una demanda ciudadana y la popularidad del presidente no está comprometida como en su momento estuvo la gestión de Enrique Peña Nieto. Aunque hay un sector importante de la población que no está de acuerdo con el proceder del presidente y critican todas sus acciones, aún en estos grupos hay divisiones porque algunas posturas plantean que, aunque no aprueban la gestión del tabasqueño, el mandato popular ya había expresado en las urnas, de forma contundente, que gobernara durante seis años. Ni un día más, ni un día menos. Ya que uno de los elementos clave de una democracia electoral, es dar certidumbre a los comicios donde una persona es electa para un cargo público, para un periodo determinado, en una competencia con marcos normativos determinados y aceptados por todos los actores políticos. Para algunos analistas y politólogos esto es razón suficiente para no hacer un ejercicio de revocación de mandato.
Ahora bien, si nos vamos a los números que proponen algunas encuestadoras, por ejemplo, en el caso de Massive Caller el 77.3% de la población expresa que sí acudirá a las urnas el próximo 10 de abril, si esto fuera posible, rebasaríamos en 17% el promedio de elecciones presidenciales en México en los últimos sexenios. Lo que hemos aprendido a lo largo del tiempo es que el deseo de participar no suele concretarse en una acción real. En esta misma encuesta se señala que el 69.7% de los entrevistados votaría por la continuidad del presidente López Obrador, mientras que el 30.3% propone que no debe seguir en el cargo. Otra vez, si esto se mantiene a lo largo de este mes, el tabasqueño obtendría un porcentaje de votación mayor al que obtuvo cuando fue elegido. Recordemos que en 2018 el candidato de MORENA ganó con el 53% del voto, cifra que le concedió la victoria más contundente en varias décadas para una elección presidencial. Este dato concuerda con los niveles de aprobación que ha tenido a lo largo de su mandato.
Desde mi particular punto de vista, el presidente López Obrador vivió uno de los episodios más negros de su sexenio por el caso de la llamada “casa gris” donde se vio implicado uno de sus hijos. Esto se dio en el marco de la imparable violencia en contra de periodistas, que al día de hoy, ya cobró la vida de seis comunicadores en este año. En redes sociales presenciamos una auténtica batalla campal entre simpatizantes del presidente y sus críticos, atizada por las muy desafortunadas críticas de López Obrador a periodistas en lo particular. Muchos auguraban un costo político muy alto para el presidente, sin embargo, la encuesta que recientemente publicó Consulta Mitofsky señala lo contario, ya que para el 66.2% de los entrevistados, en México hay libertad de prensa, mientras que el 29% expresa que no existe tal derecho.
A pesar de lo anterior, el 76.3% de las personas encuestadas concuerdan con que la labor periodística es peligrosa, sin embargo, el 60% atribuye al crimen organizado ser el mayor obstáculo para esta profesión. En consonancia con lo anterior, el 63.5% considera que el gobierno de López Obrador respeta la libertad de prensa, y el 33.1% expresa lo contrario. Para finalizar, el 74% de los entrevistados afirma que los gobiernos estatales y el federal deben garantizar que los periodistas puedan ejercer su labor sin problemas.
Con todo lo anterior, podemos afirmar que se re-confirma que tenemos un país polarizado, donde seis de cada diez apoyan a López Obrador en su gestión, tres de cada diez reprueban todo lo que hace, y para uno de cada diez lo que pasa en el país es indiferente. En este escenario hacer un ejercicio de revocación de mandato no sólo es innecesario, si no que contribuye a profundizar la polarización social que llevamos cargando hace varios años.
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El fusilamiento de 17 personas en San José de Gracia, confirma que la violencia no sólo permanece, sino que tiene métodos cada vez más crueles.
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