Generalmente, los Estados nos presentan como sujetas de asistencialismo porque se parte de la idea de que no tenemos capacidades y que estamos desposeídas de todo. Cuando, en realidad, si uno mira el contexto sociocultural de las mujeres indígenas, todas pueden manejar perfectamente los recursos de su entorno. Cuidan la naturaleza, las semillas, crían la vida. No es que seamos vulnerables porque sí, sino que los contextos nos ponen en situación de vulnerabilidad.
Tarcila Rivera Zea
Por Agustina Salas. Analista de Relaciones Institucionales / Asuntos del Sur
Quienes nos ocupamos del desarrollo de proyectos con perspectiva feminista y de derechos humanos aún tenemos mucho por aprender. Y este necesario aprendizaje incumbe tanto a organizaciones de base, movimientos sociales y a activistas, como a grandes organismos internacionales que financian proyectos en todo el mundo. También, por supuesto, a los Estados en todos sus niveles, los principales responsables de la promoción, protección y cumplimiento de los derechos humanos.
Cuando aplicamos el concepto de interseccionalidad a casos concretos, muchas veces, caemos en el error de reducir a las personas a -dobles, triples- víctimas de sus circunstancias. Por ejemplo, algunos organismos de inversión para el desarrollo suelen hablar de “la doble maldición del género y la piel” en torno a las mujeres originarias o afrodescendientes. Sin embargo, es urgente entender que esa diversidad es la que nos enriquece como humanidad y que, bajo ningún punto de vista, nuestro género y piel debieran suponer una carga y un estigma.
No se trata de una “maldición” sino de una oportunidad para generar diálogo de saberes, donde la diversidad entre nosotrxs no es un obstáculo que hay que salvar a como dé lugar sino una característica positiva que nos puede ayudar a construir un futuro mejor: más equitativo y más justo.
Tomando en cuenta que las mujeres en su diversidad son sujetas de derecho, con capacidad de agencia e incidencia sobre las cuestiones que les importan y que les afectan, desde nuestra iniciativa Mujeres Activando encaramos en 2021 -y por segundo año consecutivo-, el desafío de trabajar en torno a la mejora en el acceso a servicios de atención en casos de violencia de género (VdG) en los municipios de Tartagal y General Mosconi, en la Provincia de Salta (Argentina). Para garantizar una llegada directa a los territorios, con el apoyo de la Iniciativa Spotligth y en alianza con Asociación Civil Pacha Lab, facilitamos espacios de encuentro a través del Método SISA, que apunta a guiar procesos colectivos de manera sistematizada, aplicando componentes de la metodología del Design Thinking, para desarrollar acciones colectivas concretas con un enfoque feminista del poder.
Así, decidimos encarar una situación reconocidamente grave en nuestro país: según el Informe 2021 del Observatorio de Violencia contra las Mujeres de la Provincia de Salta, entre 2017 y 2019 se registraron 792 muertes violentas de mujeres cis y trans/ travestis por razones de género en Argentina, de las cuales 40 se cometieron en Salta.
Asimismo, en esta provincia la tasa de muertes violentas de mujeres cis y trans/travestis por razones de género cada 100.000 mujeres fue de 2,7 muertes en 2017, de 1,4 en 2018 y de 1,5 en 2019, superando en el período la tasa media nacional de cada año. Respecto al análisis de políticas públicas que atienden estas cuestiones, solamente dos ministerios cuentan con presupuesto provincial sensible a las mujeres, géneros y diversidades, alcanzando el monto de $36.191.552, lo que equivale al 0,02% del presupuesto total del año 2021. Un tema no menor es que el personal especializado en materia de género cuenta con 53 personas, lo que equivale a 1,4% del personal total de la administración pública provincial -3.640 personas- que se registró en el relevamiento realizado en base a los ministerios que brindaron respuesta.
A nivel local, los municipios de Tartagal y General Mosconi cuentan con más de cien comunidades de pueblos originarios de las etnias wichi, toba, tapiete, multiétnico, chulupí, chorote y guaraní (105 comunidades en Tartagal y 20 en General Mosconi). Sabiendo que, desde la óptica de la interseccionalidad, las violencias se agravan y potencian para ciertos grupos de mujeres en su diversidad, decidimos centrar nuestros esfuerzos en estas comunidades, con especial atención a mujeres trans, travestis e identidades no binarias, poniéndolas en el centro y no como meras beneficiarias.
Impulsamos un trabajo territorial, con acercamiento y entrevistas, tanto a dependencias y organismos públicos (de los ámbitos ejecutivo, legislativo y judicial, y de los sectores de educación, salud y seguridad) como a Organizaciones de la Sociedad Civil que trabajan estos temas. Como producto de este proceso, logramos sistematizar dos documentos: un mapeo de los servicios de atención en casos de violencia de género en estos municipios y un Plan de Acción para la mejora en el acceso a dichos servicios. Pero no sólo eso: mujeres, autoridades e instituciones que trabajan con la temática de VdG se comprometieron con la consolidación de una Red de Articulación Interinstitucional en Tartagal y General Mosconi, la cual fue instituida formalmente a fines del año pasado. ¿Cómo fue esto posible? activando colectiva y participativamente: corriéndonos del lugar que considera a las destinatarias como meras receptoras de una ayuda siempre postergada.
Durante los primeros pasos del proyecto, conocimos las situaciones existentes en materia de atención en casos de violencias de género de los municipios mencionados. Eso nos permitió situarnos y contar con una línea de base para trabajar posteriormente en la identificación de los motivos de las dificultades de acceso a los servicios según las propias experiencias y vivencias de las usuarias y de personas prestadoras de servicios (tanto públicos como privados). El trabajo realizado nos llevó a constatar que frente a los valores culturales singulares que rigen los sistemas de gobernanza indígena, el derecho formal no basta. Lo mismo con las situaciones de violencia sufridas por mujeres trans e identidades no binarias, donde operan aspectos estructurales de discriminación más complejos.
Por ello, reiteramos: es preciso poner el énfasis en las experiencias de las propias mujeres y no desde la estigmatización sino desde su consideración como las interlocutoras por excelencia para co-crear soluciones colectivas a los temas que las afectan y que las convocan. Esto implica que las diversas instancias institucionales tomen en cuenta las múltiples maneras que tienen las comunidades originarias de entender las relaciones individuo-colectivo-entorno, es decir, sus propias ontologías, epistemologías y saberes.
Las mujeres de las localidades que conocimos se encuentran atravesadas por diversas tipologías de violencia de género (física, psicológica, sexual, simbólica y económica) en los distintos espacios que transitan (sus hogares, centros de salud, en las pocas oportunidades laborales que encuentran, escuelas, entre otros). Al pararnos desde el paradigma de la interseccionalidad para abordar las múltiples y simultáneas violencias machistas y las especificidades que las rodean, vemos la oportunidad de seguir trabajando en líneas de acción específicas para abordar cada problemática en su justo contexto y desde su valor intrínseco, no desde la estigmatización sino dialogando desde su situación de género, de etnia/cultura, de lengua, de edad, de clase social, las cuales inciden directamente en su bienestar individual y colectivo.
Tal como advierte el Foro Internacional de Mujeres Indígenas, “la necesidad de reunir y utilizar datos obtenidos desde el contexto de la propia realidad y desde las voces de las mujeres que viven situaciones de violencia, es un reclamo para hacer efectivos los derechos humanos de las mujeres”. Así, si la intención es -en última instancia- trabajar por democracias con efectiva participación, inclusión y cumplimiento de los derechos humanos, ésta es una posible hoja de ruta a seguir.
Es a la luz de esta experiencia, y tomando en cuenta los resultados obtenidos, que nos atrevemos a seguir apostando por la necesaria consideración de que la diversidad y el diálogo son ineludibles para transformar aquellas realidades que hoy distan de ser justas. Entender la diversidad, como un valor y no como un problema, no implica negar la mayor exposición de las mujeres a riesgos vinculados con las múltiples violencias que sufren y las condiciones de mayor vulnerabilidad que enfrentan sino de habilitar y facilitar los espacios para que puedan expresarse, desde su propia situación particular, y enseñarnos lo que tienen para decir respecto a los obstáculos y dificultades que atraviesan y las estrategias que creen más apropiadas para enfrentarlos.
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Resumen disponible en http://ovcmsalta.gob.ar/wp-content/uploads/2021/11/INFORME-ANUAL-2021-RESUMEN-web.pdf
Foro Internacional de Mujeres Indígenas – FIMI (2013). Diálogo de Saberes sobre la Violencia contra las Mujeres Indígenas. Aproximaciones Metodológicas a la Investigación Intercultural. Disponible en https://www.fimi-iiwf.org/wp-content/uploads/2020/07/Manual-sobre-investigacion-intercultural-de-violencia-contra-mujeres-indigenas.pdf