Maroma
Por Psic. Jhoanna Manríquez / integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
Entendemos como infancia institucionalizada a todo aquel menor de edad que por diversas circunstancias quedan a cargo del estado, estas pueden ser: encontrarse en situación de violencia, pobreza, haber sido sujeto de cualquier tipo de abuso, encontrarse en condiciones de riesgo como rechazo familiar, orfandad o situación de calle. Ser migrantes o haber sufrido algún desastre natural y menores cuyos padres se encuentran privados de la libertad o tienen padecimientos que le impiden cuidarlos.
En el mejor de los casos estas instituciones hacen todo lo posible para que estos niños, niñas y adolescentes tengan el acceso a todos sus derechos fundamentales como tener un hogar, acceso a la educación, a la alimentación, a la atención médica; sin embargo, hay casos en los que la capacidad de los albergues se ve rebasada por lo que la atención es deficiente e, incluso, vulneran aún más a esta población.
Aunque pareciera beneficioso al tener la mayoría de sus derechos cubiertos, lo cierto es que el hecho de no crecer en un modelo familiar y la falta de vínculos afectivos, provoca que su desarrollo cognitivo, social, psicológico y afectivo se vea afectado, ya que no cuentan con la experiencia de la convivencia y las habilidades de la vida diaria que se desarrollarían en un entorno participativo se ven interrumpidas al ser únicamente usuarios de los servicios institucionales.
La mayoría de estos niños, niñas y adolescentes que crecen en estas instituciones se hacen mayores de edad en los centros de atención y pocos de ellos han logrado adquirir habilidades que les permitan llevar una vida cotidiana cercana al estándar, ya que al habitar, educarse y asistir a terapias en la mismo sitio no tienen la posibilidad de socializar con otras personas de su edad. Salir de los centros al cumplir la mayoría de edad no garantiza que estén preparados para enfrentar los desafíos a los que se enfrentan que pudieran ser tan sencillos como prepararse el desayuno o tomar una ruta de camión al trabajo, en caso de que hayan recibido la formación suficiente para poder laborar.
El objetivo que debería perseguirse en los casos de institucionalización, es garantizar sus derechos fundamentales y procurar un desarrollo integral que les permita insertarse a la sociedad naturalmente una vez que abandonen los centros de atención. Esto sólo podrá lograrse cambiando la visión de la niñez como un ente pasivo y receptor a sujetos participativos con voces, motivaciones, afectos e intereses particulares, hasta entonces podremos hablar de una integración real a la sociedad.