Maroma
Por Lisa Robledo y Michel Gutiérrez / integrante de MAROMA: Observatorio de Niñez y Juventud
Desde la desaparición y homicidio de Lalo, queda todo muy claro: la violencia ha invadido los espacios íntimos: se ha propagado en los hogares. Vivimos con el miedo de convertirnos en un desaparecidx, un número más del registro nacional de desapariciones/asesinatos. Vemos cómo se fracturan las familias con el dolor de quienes pierden a un miembro por las expresiones de violencia que inundan nuestra ciudad.
La noticia que resuena estos días es escalofriante: un joven es asesinado por confusión. Los hechos no son tan claros pero se sabe que hubo una irrupción en el hogar de Eduardo Salomón quien cuidaba a sus hermanos menores. Dolor, impotencia y vacío se reflejan en un padre que intentó movilizarse con los medios de comunicación e “intentar tocar el corazón del gobierno” para que hiciera su trabajo y buscarán a Lalo.
La respuesta de movilización del gobierno fue posible por la viralización del caso en las redes sociales, debería ser así para considerarse como primordial. Porque…¿qué pasa con los miles de desaprecidxs en el estado? Casi nunca se les da seguimiento; todo depende de la fuerza de los familiares en redes sociales, colectivos u organizaciones alternas a la Fiscalía. La movilización del caso de Lalo, como le decían sus familiares, terminó al encontrar su cuerpo días después.
Es aterrador pensar en la inquietud que vivimos hasta en los nichos de intimidad como el hogar. nuestro destino cada vez menos incierto. Podemos ser un rostro equivocado que irrumpa con nuestra vida. En Jalisco hay cada vez más heridas por el crimen organizado.
El cambio de Fiscal, no genera ninguna mejoría, al contrario, evidencia el nepotismo y la pena de saber con este caso, que Jalisco seguirá en los mismos pasos. Necesitamos nuevas estrategias para velar por la protección de las niñeces, las adolescencias y las juventudes que padecen violencias que promueven miedos. Eduardo Galeano manifestaba:“el miedo manda, habitamos en un mundo gobernado por el miedo y el poder come miedo” ¿qué sería del poder sin el miedo? Sin el miedo que el propio poder genera para perpetuarse”
Sería bueno detenernos y tratar de levantar la voz cuando se requiera, entendiendo que cada lucha de infancia es nuestra; que es necesario modificar aspectos de la agenda política y crear redes de apoyo para velar por “los inocentes”. Que nuestras niñeces están en continuo riesgo.
Es necesario no olvidar la responsabilidad que tenemos para demandar los tropiezos en la labor de búsqueda y que nuestras niñeces no se conviertan en números que expresan desapariciones y asesinatos.
Que estos acontecimientos no pasen desapercibidos. Como colectivo manifestamos con palabras los eventos que nos acechan: no evadimos los silencios que promueven miedos.