Desde Mujeres
Por Sandra Judith Gómez, Doctora en Gestión de la Educación Superior
@SandraJudithG / @DesdeMujeres
Las universidades e instituciones educativas como espacios para la docencia y la generación de conocimiento, son lugares en los que lamentablemente también es común observar las dinámicas y prácticas cotidianas que cobijadas bajo velo de una “normalidad” reproducen y disimulan fácilmente una serie de desigualdades y violencias de género; estas prácticas perpetúan por un lado, las brechas salariales, el techo de cristal y el acceso desigual a puestos de decisión, y por otro, la discriminación y violencia dentro del aula, sea física o virtual, y al interior de las organizaciones estudiantiles.
La buena noticia es que la igualdad de género es un tema que lenta, pero persistentemente se ha ido posicionando dentro de la agenda institucional, esto lo vemos reflejado en el surgimiento en los años ochenta de un importante número de programas de estudios de la mujer y de género en universidades e instituciones de educación superior en América Latina, y particularmente de México; en los noventa aumentan los estudios de género y éste tema se institucionaliza en las universidades a través de cursos, programas, centros y unidades. Acciones y estrategias que en suma, se establecen en una política institucional universitaria.
Las políticas de género, representan los compromisos por promover la igualdad de género dentro de la institución educativa, a fin de considerar, respetar y valorar la contribución de las mujeres a las funciones sustantivas de la universidad: docencia, investigación y extensión, (ésta última entendida como la promoción del desarrollo cultural y la transferencia del conocimiento y la cultura entre los distintos sectores de la sociedad). Como política, se compone de una serie de lineamientos, estrategias y acciones para implementar la perspectiva de género de manera transversal en los procesos de gobierno, gestión y enseñanza-aprendizaje, para promover la igualdad de oportunidades y de trato entre mujeres y hombres, y lograr la igualdad sustantiva.
Actualmente la gran mayoría de universidades e instituciones educativas mexicanas cuentan con políticas, planes y programas para atender las demandas de una población históricamente afectada por la tradición patriarcal y el machismo, los avances son claros y contundentes, pero quedan algunos desafíos y trabajos pendientes que sin duda, las universidades como suma de inteligencias, lograrán sortear a través de distintos mecanismos.
Los avances más significativos los podemos observar en el trabajo hecho por investigadoras e investigadores quienes estudian y denuncian, visibilizan la problemática, pero sin llegar aún a influir completamente en el nivel institucional y en la toma de decisiones.
El reto está en incluir la política de género de manera transversal en todas las etapas y niveles de la institución educativa, incluidos los procesos de toma de decisión en los órganos de gobierno. Entre los pendientes más urgentes están la actualización de los marcos normativos: leyes, estatutos y reglamentos; la integración de este rubro en los presupuestos; la sensibilización y formación sobre igualdad de género; la atención legal, psicológica y escolar a víctimas de violencia de género y uno de los que considero más interesantes, la integración de este tema al currículo y en la didáctica docente.
El camino aún es largo y sinuoso pero que no se da en el vacío, lo logrado hasta hoy se debe a todo un capital histórico de avance, de logros, de conquistas, de mujeres que han sorteado las capas de complejidad de lo que protege el orden establecido y que dentro y fuera de las instituciones educativas han hecho comunidad y decidido organizarse para buscar soluciones, cambios estructurales que mejoren la experiencia, particularmente de las mujeres, dentro de los ambientes educativos y universitarios.
