No existen cifras oficiales que dimensionen el número de personas que habitan las calles de la Zona Metropolitana de Guadalajara en Jalisco, así como, sobre las condiciones en las que se encuentran. El trabajo más arduo lo tienen las organizaciones de la sociedad civil, como Amigos trabajando en el crucero.
Para esta organización que lleva 23 años al servicio de las personas en situación de calle, su labor no termina con la asistencia humanitaria que les brindan. De acuerdo con Otilia Arellano Fonseca, una de sus fundadoras, el trabajo que realizan apunta hacia la mejora y transformación de los proyectos de vida de esta población. De acuerdo con sus registros, en más de dos décadas han logrado que 5 mil niñas, niños y adolescentes salgan de las calles, estudien y encuentren una vivienda.
Por Leslie Zepeda / @lesszep2
Fotografías por Christian Cantero / @Malviviente
El 9.3% de la población en México carece de espacios de vivienda dignos, esto es igual a casi 11.8 millones de personas que no tienen un lugar en dónde vivir que garantice sus necesidades básicas. Estas estimaciones corresponden al último estudio realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en 2020. El informe reflejó, además, que en Jalisco la cifra representa el 6.3% de la población o más de 527.9 mil personas.
Ya en 2019, a través del “Diagnóstico sobre las condiciones de vida, el ejercicio de los derechos humanos y las políticas públicas disponibles para mujeres que constituyen la población callejera”. la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) documentaba la presencia de mil 082 personas en situación de calle dentro de la zona centro de la ciudad de Guadalajara, Jalisco: 258 eran mujeres (23.7%) y 824 hombres (76.3%).
No obstante, en este mismo documento se reconoce que “las condiciones de vida y el número de personas que habitan las calles se conocen solo a través de las organizaciones de la sociedad civil pues no existe ningún diagnóstico oficial”.
La CNDH aseguró que las diferentes instituciones públicas que deberían estar atendiendo la falta de vivienda y lo que ello conlleva esta condición, deben dimensionarla con estudios y cifras que no nieguen la problemática como hasta ahora lo hacen:
“Las poblaciones callejeras son invisibilizadas a través de distintos mecanismos, no solo al ser retiradas de sus lugares de pernocta, socialización y trabajo, sino también al no reconocerles voz propia, lo cual se entiende como exclusión de la producción simbólica. A lo anterior se puede sumar su omisión en los censos y el diseño de políticas públicas. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) no cuenta con información detallada sobre estas poblaciones” explica el organismo de derechos humanos.
La situación de calle evoca a la limitación y violación del derecho humano a una vivienda digna y adecuada, así como al derecho humano al acceso, disposición y saneamiento del agua. Además, la ausencia de los anteriores puede conllevar al incumplimiento del derecho a la educación por dedicar su tiempo a cubrir las necesidades básicas. Otros derechos que se vulneran, de acuerdo con el diagnóstico de la CNDH, son: a la identidad legal, a la educación, al trabajo, a la salud, a una vida libre de violencia, a la vida y al acceso a la justicia.
La calle también suele incluir varios peligros constantes para quienes la habitan, desde quienes han sufrido ataques físicos y agresiones que terminaron con su vida, hasta las muertes que ocurren en las temporadas de lluvia e invernales, en ambos casos, el olvido, la invisibilización y el desinterés social y gubernamental son el común denominador.
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Frente a la invisibilización institucional de las problemáticas, violencias, necesidades, características y demás aspectos de la vida de las personas en situación de calle, la sociedad civil organizada ha sido la encargada de buscar transformar esta realidad.
Amigos trabajando en los cruceros se creó hace más de 23 años, en 1998, por iniciativa de Otilia Arellano Fonseca y Rosa Patricia Lomas Herrera. Desde aquel año han atendido a cerca de 215 niñas, niños y adolescentes anualmente para alejarlos de las calles, pero, sobre todo, para brindarles herramientas que les permitan no volver a vivir en situación de calle.
Otilia y Patricia se sintieron motivadas a actuar ante esta problemática ya que ellas, en su infancia y juventud, vivieron en primera persona esta situación: “sabemos todos los peligros que hay, en qué se contamina uno. Así que decidimos empezar a integrar familias en situación de calle. Empezamos a trabajar con los derechos, tanto de adultos, tercera edad, niños, jóvenes. Nuestra labor es integrar a familias en situación de calle o en pobreza extrema”, reconoce Otilia.
El mayor objetivo que mantienen todas las personas que integran Amigos trabajando en los cruceros es atender la problemática de quienes habitan las calles, pero mayormente de las y los menores de edad. Para sus integrantes apostar por ellas y ellos “es atender la problemática hacia el largo plazo” y no sólo de manera asistencial. Es decir, no darles solamente dinero y comida, algo que definitivamente atiende sus necesidades a corto plazo, sino brindarles herramientas para salir de esa situación.
Anualmente cuentan con el programa “De la calle a la escuela”, el cual busca apoyar a niñas, niños y adolescentes con su educación básica, a través de herramientas que les permitan acudir y continuar con sus estudios. Por ejemplo, se les ofrecen apoyos económicos cada inicio de ciclo escolar para que sus madres y padres cubran las cuotas escolares, uniformes, útiles, etc.
Posterior a ello, para estimular a quienes participan en el programa y entregan su boleta de calificaciones como evidencia de que cumplieron con su compromiso de estudiar, en el mes de diciembre se les entregan obsequios de navidad:
“En diciembre hacen su cartita de navidad, pero nos la entregan junto con las últimas calificaciones escolares, esto es también para evitar que ellos estén en la calle, en la esquina de un crucero esperando que les regalen algo. Estos menores son desde preescolar, primaria, secundaria y al inicio de la prepa.”
A la par, se han propuesto realizar procesos de acompañamiento a niñas, niños y adolescentes, familias, adultos mayores y demás personas que actualmente viven en situación de calle, equilibrando la asistencia humanitaria con los proyectos de más largo aliento y transformadores:
“Donde quiera (sic) que caminamos hay indigencia, pero donde más seguros se sienten es en el centro. Entonces recorremos el centro (de Guadalajara) por el Mercado Corona, es la población que en estos tiempos nos preocupa. procuramos conseguir cobijas para llevarles aunque sea eso, porque sabemos que no hay lugares para ellos. La mayoría nos conoce e, incluso, les da gusto cuando llegamos,” comenta doña Oti, como la conocen en la organización.
Aunque el proyecto se creó por la iniciativa de Otilia y Patricia, con el tiempo y el trabajo realizado, se han acercado múltiples personas que cada día suman su esfuerzo para que el apoyo a quienes con un hogar o no, como hombres, mujeres, niñas, niños, personas mayores y más, tengan una mejor calidad de vida ante el abandono del Estado.
“La situación no ha mejorado mucho. Lo que también nos preocupa porque comenzamos a escuchar en las noticias o de las mismas personas que habitan en la calle, es que están matando a los indigentes.”
Actualmente el Sistema DIF Jalisco cuenta con el programa “Personas en Situación de Indigencia”, sobre el cual Otilia Arellano declara “no es el óptimo e integral para erradicar esta problemática”, ya que, en su opinión, el trabajo con personas en situación de calle debería involucrar a instituciones que atiendan sus distintas necesidades y perfiles. Asimismo, afirma que esta se ha convertido en la única institución pública que atiende a las personas en situación de calle, por su sentido asistencial, sin embargo, para ella no es suficiente:
“No hay un lugar específico que atienda a todos los perfiles que existen de indigencia. Ahí habría que salir a trabajar con esta población. Por ejemplo, los del Zapote, San Juan de Dios, los que tienen casas de descanso para la tercera edad, porque la población es muy variable. Es importante que empiecen a sanar esta parte de la sociedad que ocupa mucho y que no dejan de ser seres humanos, que ocupan mucha ayuda”.
Como parte de las actividades y programas que realiza Amigos trabajando en el crucero, “La coperacha” es una iniciativa con la que han conseguido recolectar despensa y demás víveres, para quienes se siguen viendo afectados en sus ingresos económicos tras la pandemia. Así que semanalmente llevan estos artículos y alimentos a las personas que los necesitan, en su mayoría personas adultas mayores y personas con alguna discapacidad que necesitan además medicamentos.
Por último, Doña Oti refirió que ella y Patricia Lomas cuentan con un espacio para albergar hasta siete familias que no tienen un hogar: “Nosotros integramos familias y las familias que van entrando con nosotros trabajamos con todo lo que traen arrastrando, como hábitos, adicciones, no respetar sus propios derechos y los de sus hijos”.
Luego, explica, una vez que ellas ya cuentan con su documentación personal y un trabajo asegurado que les permita la independencia, están preparadas y preparados para continuar dejan la casa de Amigos trabajando en los cruceros: “es cuando les digo ya, ya es hora de que levanten el vuelo y que empiecen a rentar un espacio por mensualidad.” Después de este gran paso, desde la organización continúan al tanto de las problemáticas que puedan enfrentar y en caso de necesitarlo, apoyarles.
“Si les seguimos dando seguimiento porque son muchísimas familias porque con alrededor de 215 menores que atendemos año con año. Es nada más estar vigilando que sí cumplan sus proyectos de vida y darles ánimos mientras” finalizó.
En la página oficial de Facebook de Amigos trabajando en los cruceros puedes encontrar más información acerca de su labor y podrás sumarte para apoyarles económicamente o con artículos para que continúen con su trabajo.