Maroma
Por Sergio Antonio Farias Muñoz / Integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
Como toda acción tiene una reacción, era de esperarse una ola más de contagios de Covid-19. Los climas fríos, la época de fiestas decembrinas y los nuevos acontecimientos en cuanto a variantes emergentes, suponían la venida de la ola, lo cierto es que esto es un acontecer por la misma evolución de la pandemia, que por tanto hace que sea inevitable.
Buenamente las campañas de vacunación y su debida promoción y concientización han logrado que el panorama se vea un poco menos atroz a como lo fue hace un año; sin embargo, eso no desvincula la realidad de que hay actos poco bioéticos ejercidos por los aparatos de estado, que no garantizan condiciones adecuadas para el desarrollo de labores por parte del personal y el acercamiento de las personas que recurren a las instituciones, como lo es el espacio educativo.
En vivas voces se manifiestan esas fallas al momento de tomar decisiones por parte de las instituciones. Escuelas abiertas sin alumnado, maestros ausentes por contagios, niños, niñas y niñes en riesgo.
Toda una serie de problemáticas que son evidentes en medida de la naturalidad del crecimiento de la pandemia, y es que el problema no gira en torno al regreso clases, la presencialidad para la socialización y desarrollo del niñe es primordial, no obstante, si otras instituciones educativas optaron por prolongar solo unas semanas el regreso a la presencialidad, ¿Por qué tomar el riesgo en poblaciones, como lo son las niñeces, que no tienen aún condiciones de regreso? ¿Por qué forzar un regreso si el personal docente está limitado por contagios?
La realidad que sucede en los espacios educativos, analizados desde la escucha y experiencia de algunas comunidades, pareciera no tener congruencia con lo que instituciones públicas manifiestan como la realidad de contagios. Entonces, vuelvo a ser insistente, ¿si les niñes son poblaciones en riesgo, porque apresurar un retorno?
Esto solo da cabida a una reflexión: la prudencia para tomar decisiones por parte instituciones o líderes gubernamentales, una vez más esta mediada por el privilegio, la arrogancia y el poco interés por resguardar las integridades de cada una de las personas que forman parte del entramado social.