#Anuario2021
Por Christian Noe Cantero / ZonaDocs
En Zapopan se encuentra el Bosque del Collí, lugar donde se origina la cuenca del arroyo “El Seco”, afluente que encauza su corriente y se abre paso por las colonias Miramar, Arenales Tapatíos, Brisas de la Primavera, el Fortín, Colina de la Primavera y otras más al interior de esta ciudad de la metrópoli. Lamentablemente, los días sábado 24 y domingo 25 de julio, las y los vecinos de estas colonias fueron sorprendidos tras el desbordamiento de El Seco. Las fuertes lluvias fueron el factor principal, pero no el único.
El incremento del nivel del agua, producto de las tormentas de ese fin de semana provocaron que la fuerza del caudal arrastrara con todo a su paso: basura, tierra, restos de árboles que venían con la corriente desde el bosque y con las viviendas de decenas de personas de esta zona.
Las cifras preliminares que proporcionó la Coordinación Municipal de Protección Civil y Bomberos de Zapopan daban a conocer que el desastre provocó afectaciones severas a más de 275 familias, pues fueron más de 20 colonias las afectadas por el desbordamiento. Después de las observaciones a las viviendas por parte de Protección Civil y Bomberos de Zapopan, declararon al menos nueve casas con daños estructurales y dos inhabitables, más 15 vehículos con daños severos.
Sin embargo, más allá de las cifras y los números, estaban las y los vecinos que tras estas pérdidas se quedaron sin su patrimonio y, en muchos casos, con un futuro incierto. De una noche a otra estas familias se quedaron sin un casa, sin qué vestir, sin dónde dormir, sin nada. Este desbordamiento significó para ellas y ellos volver a comenzar de cero.
Según el informe de la Coordinación Municipal de Protección Civil y Bomberos de Zapopan, las colonias afectadas fueron: Arenales Tapatíos, Brisas de la Primavera, Cantaluna, Campestre los Pinos, Carlos Rivera, Colina de la Primavera, El Briseño, El Fortín, El Mante, La Floresta del Collí, Lomas de la Primavera, Mariano Otero, Miramar, Miramar Poniente, Paraísos del Collí, Reguilete, Residencial San Nicolás, Tizate, Valle de San Nicolás, y Villas de la Primavera.
Los primeros días tras el desastre, sobre las calles principales como avenida Guadalupe, se podía observar la maquinaria pesada removiendo los restos de “lodo y basura” revueltos con ropa, zapatos, juguetes, sillas y muebles. Básicamente un conjunto de lodo, ramas y troncos mezclados con el patrimonio de las personas que se había consumido en escombro.
Las familias salvaban lo que podían
Personal de Protección Civil auxiliaba a las personas que trataban de rescatar un poco de lo que les quedó, algunos una cama, bolsas con cobijas y hasta sus mascotas; canarios en jaulas o perritos abrazados. Vecinos y vecinas organizadas de otras colonias que no sufrieron tantas afectaciones y demás personas solidarias acarreaban comida, repartían agua y ayudaban con todo a su alcance.
Christina Jiménez Cardona, quien tiene su casa sobre la calle Costa Chica en la colonia Miramar, vivía ahí junto a otros familiares. En conjunto sumaban más de 10 personas en la misma vivienda. Tras el desastre solamente se quedaron con una estructura de piedra, vacía, agrietada y estructuralmente inhabitable.
Christina contó cómo fue ese día:
“Terrible, una experiencia completamente horrible. Cuando comenzó a llover era un chorrito chiquitito y de volada creció, en menos de 20 minutos el agua ya estaba hasta arriba. Solo alcanzamos a rescatar lo que traíamo puestos y unos papeles que ya teníamos guardados en bolsas. Apenas nos dimos cuenta y vámonos para arriba, porque el agua subió y rebasó la primera planta de la casa y seguía subiendo así que llegamos hasta la azotea y brincamos de azotea en azotea hasta llegar a suelo firme donde pudieron auxiliarnos. La gente estaba gritando y llorando, nos sacaron en lanchas y se perdió todo, todo se perdió”.
La señora Christina tiene 23 años viviendo en su casa. Desde hace algún tiempo ya había sufrido estancamiento de aguas negras en su vivienda y aunque solicitó apoyo a las autoridades, la ayuda nunca llegó.
Ahora, su hogar está comprometido por los daños estructurales que ocasionó la inundación. Sin otra opción, tuvieron que abandonar su casa pues hay agujeros en los cimientos y grietas en las paredes. De aquel día, sólo recuerda cómo el personal de Protección Civil le pidió que desalojara su casa, pero no tenían a dónde ir. Muchas personas vecinas de estas colonias viven la misma situación que enfrenta Christina y su familia.
Unas cuadras más arriba sobre la calle Magnetita, está la casa de Don José, quién vivía frente al arroyo “El Seco”. Él vio como el agua empezó a subir con rapidez, sus vecinos gritaban para alertarle, pero la corriente era tan fuerte que comenzó a tumbar algunas bardas de las viviendas que estaban en la orilla del arroyo y temían que pasara lo mismo con la suya.
En su opinión, esto no fue un simple desastre, fue una situación provocada por los incendios ocurridos en esta zona del bosque a principios del 2021, para él, esto fue lo que “les expuso”.
“Desde que quemaron el bosque a esto nos expusieron, ya no están los árboles que detenían el agua, la corriente, aquí vienen a dar muertos y por eso se cayeron las casas; por los golpes de los troncos; mira mi casita, dice señalando el espacio de su vivienda, sin muebles y con casi 50 cm de lodo y ramas. ¿A dónde me voy a ir? esto era todo lo que tenía”.
Después de la tragedia
En comparación de aquellos primeros días, las calles de la colonia Colinas de la Primavera han vuelto a tener el flujo vehicular habitual, las personas transitan por las calles, los negocios tienen sus puertas abiertas y pareciera que ahí nunca pasó nada. La maquinaria pesada se fue junto con las grandes cantidades de lodo, restos de árboles y todas las pertenencias convertidas en escombro y basura que quedaron tras aquel fin de semana.
Solo quedaron algunas máquinas cerca del arroyo que trabajan en la reparación de la estructura que contiene el agua del canal. Se derribaron los puentes que utilizaban las personas para cruzarlo y, ahora, están levantando un muro de piedra y cemento que pretende contener el agua que baje desde su cause en “El Colli”.
Sin embargo, las y los vecinos no saben con exactitud qué es lo que van a hacer con la estructura del arroyo para garantizarles que esto no volverá a repetirse.
El pensamiento común que rondaba a las familias más afectadas era el mismo: la incertidumbre de saber qué iba a pasar con su patrimonio, resultado de un gobierno omiso y sin respuestas, pues seguían a la espera de saber qué sucedería con sus viviendas, las cuales siguen inhabitables.
Hasta el día 3 de agosto, de acuerdo con la Coordinación Municipal de Protección Civil y Bomberos Zapopan, el número de casas nombradas como inhabitables ascendía a 86. A estos daños se le asignaron según datos del Fondo Estatal de Desastres Naturales, 3 millones 223 mil pesos.
Las calles solitarias y las casas vacías son la muestra más clara de las secuelas que ocasionó este desastre. Algunas viviendas todavía están acordonadas por el peligro que representa su estructura ante un posible colapso. También, a las y los vecinos no les ha quedado más que realizar rondines y vigilancia de sus propiedades para evitar que alguien más se apodere de su patrimonio.
El 11 de agosto, la Coordinación Municipal de Protección Civil y Bomberos de Zapopan junto con el secretario del Sistema de Asistencia Social, Alberto Esquer, informaron que otorgarían un total de 482 cheques en atención a la situación del mismo número de familias. Estos cheques sumaban un monto total de 16 millones 118 mil 217 pesos autorizado por Fondo Estatal de Desastres Naturales (Foeden), luego una evaluación de daños realizada por el Banco Nacional de obras y Servicios Públicos (BANOBRAS).
Aunque la suma es millonaria, el reparto entre tantas familias afectadas quedaba apenas en unos cuantos miles de pesos.
“¿Te imaginas que valoren todo tu patrimonio en 30 mil pesos? te quedas sin nada, tal cual es la situación que ni tu casa puedes habitar, acá ya no han dicho nada, no nos han avisado que va a pasar con nuestro hogar, yo quiero una respuesta, si me vienen y me dicen que la casa se tiene que tumbar, adelante, pero que me ayuden a solucionar el socavón que se hizo en el suelo, que me dejen parejo y yo hago hasta un cuarto de láminas, pero que no nos dejen en la incertidumbre”, expuso la familia de Christina.
Revivir la tragedia y vivir en la incertidumbre
El día 4 de septiembre, luego de una tarde de tormenta el arroyo volvió a desbordarse. El miedo de que se repitiera la tragedia volvía a tener sentido entre las y los vecinos de la colonia Miramar, pues la fuerza del afluente sumada a los daños estructurales de una vivienda ubicada al lado del caudal ocasionaron su derrumbe total.
En redes sociales quedó el registro de esa escena y volvía a surgir la pregunta ¿Qué pasa con las personas que pierden sus hogares? El día 22 de septiembre el entonces presidente municipal de Zapopan, Pablo Lemus, solicitó apoyo al Gobierno de Jalisco y al Gobierno Federal. En este llamado público pidió al presidente Andrés Manuel López Obrador que hiciera las gestiones necesarias para otorgar viviendas de Infonavit a las familias que perdieron totalmente sus hogares.
Su propuesta fue: solicitar la aprobación de los créditos necesarios que permitan cubrir los gastos de las remodelaciones de algunas fincas de Infonavit que se encuentran abandonadas en el municipio de Zapopan y ahí reubicar a las familias .
Lemus explicó que el financiamiento tendría que ser 50-50. Los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal cubrirían la mitad de los gastos generados del crédito y el otro 50% lo pagarían las familias en los siguientes 30 años.
Según el Instituto de Información Estadística y Geografía de Jalisco una propiedad entre las colonias afectadas puede ir desde los 500 mil hasta los 4 millones de pesos, de acuerdo con datos del informe Oferta de vivienda en los principales municipios del Área Metropolitana de Guadalajara, donde también se muestran cifras que señalan que el precio medio de una vivienda en el municipio de Zapopan puede llegar a los 4 millones 900 mil pesos, según su ubicación.
A estas familias les dieron “apoyos” de menos de 50 mil pesos para “recuperar” sus viviendas y, ahora, pretenden comprometerles por 30 años a pagar el crédito bancario de una casa que no tiene las características habitacionales, de estructura e, incluso, afectivas y de pertenencia que las suyas.
Además del endeudamiento que supone la aceptación de esta propuesta, la reubicación a estas nuevas zonas no contempla la conformación de las unidades familiares -integradas por al menos 10 integrantes- y sus espacios de convivencia y pertenencia, pues hay quienes han habitado sus propiedades desde hace más de 30 años.
Las y los vecinos damnificados por el desbordamiento de El Seco se mantienen vigilantes a que las autoridades cumplan con lo que les han prometido y/o les ofrezcan nuevas medidas para salvar su hogar, pues reconocen sentirse muy preocupados de no tener a donde ir.
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