#HastaEncontrarles
Las familias de la Brigada Nacional de Búsqueda de personas volvieron al municipio de Mixtlancingo, Morelos, para continuar su labor. Hallaron cuatro fosas más con cuatro cuerpos y 77 nuevos restos óseos. Sin embargo, tuvieron que suspender los trabajos por falta de seguridad
Texto y fotos: Estrella Pedroza / Pie de Página
YECAPIXTLA, MORELOS.- Mixtlalcingo es el nombre de una comunidad del municipio de Yecapixtla, donde se resguarda la fosa clandestina más grande localizada en Morelos, una entidad situada a media hora de la capital de México.
Esta tierra en náhuatl significa “lugar venerable de nubes abundantes” o “lugar donde abunda el agua que venera la vida”, según explican pobladores de la zona. Un significado que contrasta con lo que se ha vivido desde la llegada del crimen organizado a este sitio y lo que hoy emerge desde la tierra cuando las familias llegan observan, miden, olfatean y escarban.
Mixtlalcingo poco a poco revela más secretos escondidos por una célula del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
De acuerdo con informes oficiales, el CJNG opera en el oriente, en su momento Raymundo Isidoro “N”, ubicado por las autoridades como “El Ray”, montó su centro de operaciones en está pequeña comunidad a 56 kilómetros de distancia de Cuernavaca.
Los secretos enterrados en la tierra entre parcelas de sorgo, una mina de arena y debajo de las casas son tesoros que algunas autoridades preferirían que no fueran encontrados o al menos esa impresión tuvieron las familias que integran la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (BNBPD) durante la segunda jornada de intervención realizada en esta entidad.
La BNBPD -integrada por familias de personas desaparecidas, activistas solidarios e integrantes de las comisiones de búsqueda nacional y estatal- arribó por primera vez a esta entidad el 9 de octubre con la idea de encontrar a alguna de las más de 92 mil personas desaparecidas en México, según cifras oficiales.
Tras 15 días de trabajo lograron ubicar 11 fosas clandestinas, en Cuautla y Yecapixtla, 9 de ellas en una mina de arena de Mixtlalcingo, además localizaron restos óseos en sitios que ya había intervenido la Fiscalía General del Estado de Morelos (FGE) pero que curiosamente no notaron.
Sin seguridad
Al cierre de la jornada se logró la recuperación de 7 cuerpos en las fosas localizadas. Entonces las miradas se enfocaron en este Mixtlalcingo y la BNBPD determinó regresar e iniciaron la segunda jornada de intervención el 21 de noviembre y proyectaron el cierre de actividades para el 5 de diciembre.
El plan era seguir explorando Mixtlalcingo y visitar al menos otros tres municipios: Amacuzac (donde en la primera etapa la BNBPD localizó un posible hallazgo positivo), Xochitepec, Cuernavaca o Huitzilac, sitios en donde de acuerdo con la información recibida podrían ser localizadas más fosas clandestinas.
Cuatro días antes del cierre programado, sin embargo, anunciaron la suspensión de actividades.
El motivo, reportó la coordinación de la BNBPD, fue que el Estado Méxicano no cumplió con garantizar las medidas de seguridad para realizar los trabajos y pusieron en riesgo a las familias e integrantes de las Comisiones de Búsqueda nacional y local.
“Nos dejaron solas, no pudimos seguir avanzando porque las autoridades federales y estatales no cumplieron con las medidas de seguridad (…) con esto quedó claro que a las víctimas no les importamos», expresó Angélica Rodríguez Monroy, integrante del colectivo de víctimas Búsqueda de familiares «Regresando a casa Morelos».
Tampoco lograron visitar otros municipios porque “la zona es muy complicada en materia de seguridad y prácticamente todos los días hubo incidentes», agregó.
La BNBPD cerró la segunda intervención con el hallazgo de cuatro fosas más, situadas en una nueva área a 50 metros de la mina de arena, donde lograron recuperar cuatro cuerpos.
Además de encontrar 77 restos óseos más en fosas previamente intervenidas, una de ellas por la Fiscalía de Morelos.
Entre balaceras, halcones y seguridad a cuentagotas
La segunda jornada de intervención de VI BNBPD tuvo un arranque triunfal con la presencia de miembros del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, diputados y diputadas locales, así como servidores públicos federales, estatales y municipales.
Ese domingo 21 de noviembre que inició la segunda etapa de búsqueda, en Mixtlalcingo se desplegó un fuerte dispositivo de seguridad.
“Cuando estuvo la ONU y los diputados había 30 elementos entre Guardia Nacional, la Sedena y de la Policía Morelos”, recuerda Yadira González, proviene de Querétaro y busca a su hermano Juan desaparecido en 2006.
Mientras los representes de la ONU conversaban con los colectivos de víctimas locales para documentar la situación que se enfrenta en Morelos en materia de desapariciones, el crimen organizado también se hizo presente.
“A unas calles de la zona de interés (la mina) hubo una balacera y una persona fue asesinada», destacó Yadira.
Esa situación puso en alerta a las madres, hermanas, hijas y esposas de personas desaparecidas que conforman la BNBPD.
De manera paulatina las autoridades se fueron retirando y detrás de ellas los elementos, que integraban el dispositivo de seguridad, día a día fue disminuyendo el grupo hasta quedar menos de la mitad.
“Poco a poco fueron disminuyendo hasta llegar al punto más crítico que se alcanzó cuando la Comisión Nacional de Búsqueda se retiró y nos quedamos con 12, de ellos cuatro eran policías estatales”, agregó Yadira.
Para la buscadora ni siquiera la treintena de elementos que integraba la comitiva de seguridad inicial era suficiente para garantizar la integridad de las familias y del equipo de búsqueda.
Tampoco fue adecuado el tipo de vehículos que traían los elementos -eran unidades pequeñas que en caso de una emergencia no podrían desplazarse con facilidad- y mucho menos el tipo de armas que portaban.
«Nunca hubo condiciones de seguridad suficiente… pero sí es indignante que valga más para ellos la vida de un diputado y un funcionario que las familias que estamos aquí desenterrando la verdad. Fue un acto muy irresponsable», subrayó Yadira.
Los trabajos en Mixtlalcingo se realizaron a lo largo de cinco hectáreas y fueron divididas en cuatro zonas de interés:
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- La mina de arena donde se localizan nueve fosas con hallazgos positivos.
- La casita previamente intervenida por la Fiscalía de Morelos donde se localizaron fragmentos de restos óseos, tanto en la primera intervención como en la segunda
- La meseta, situada a 50 metros de la mina, donde localizaron cuatro nuevas fosas.
- La barranca situada en las inmediaciones de la mina de arena y la casita, el punto que no pudo ser explorado.
Monserrat Castillo, integrante de la coordinación de la BNBPD, explicó que incluso la estrategia que adoptaron los policías en esta ocasión fue muy limitada y poco útil debido a que nunca cubrieron todos los cuadrantes.
La presencia de los policías estuvo siempre dentro del mismo perímetro, es decir, dentro de la misma zona donde las familias trabajaban, lo que reducía el rango de visión.
“Lo que se necesitaba es que se hiciera un despliegue en cada una de las lomas; son tres, y dentro una célula dentro de la zona, solo de esa forma tendrían cubierto todo el perímetro”, dijo.
En contraste, quienes sí cubrieron todo el perímetro fueron «los vigilantes» conocidos como “halcones”.
“Todos los días, incluso desde la primera brigada, fuimos vigilados. Había halcones por todas partes, en las lomas y hasta en las zonas de trabajo”, comenta la madre de un joven desaparecido que pide no revelar su nombre.
También, recibieron visitas inesperadas por razones absurdas. Una señora, por ejemplo, llegó con un regalo en manos que buscaba, en la mina, a una persona que nadie conocía.
Hubo aquellos que llegaron a vigilar de manera descarada. Personas disfrazadas de vendedores que se quedaban por horas y mandaban mensajes desde su celular o hablaban de manera sospechosa. Hablaban con el celular cubierto, con voz baja o se alejaban y regresaban.
Un par de hombres arribaron a caballo y recorrieron alrededor de las zonas de trabajo por largo tiempo.
Incluso, algunos hombres observaron con binoculares, todo el tiempo, desde una casa situada en una loma que está de frente a la mina.
De acuerdo con varias integrantes de la brigada, en días posteriores se escucharon balazos muy cerca del lugar.
“Escuchar lo que parecían balazos nos tensaba un poco pero no nos detuvo, seguimos trabajando”, dijo una de ellas.
A esto se suman hechos violentos mientras la Brigada laboraba en Mixtlalcingo y planeaba que el segundo punto de trabajo fuera Amacuzac, situado en la región sur de la entidad. Se suscitaron enfrentamientos entre grupos delincuenciales y policías de Morelos y Estado de México.
El 23 de noviembre en Mazatepec, a media hora de distancia de Amacuzac, hubo una persecución y un enfrentamiento entre agentes de Morelos y un grupo armado, Hubo una persona muerta y tres heridas.
Al siguiente día, integrantes de la Familia Michoacana– y elementos antisecuestros y policías fueron atacados; dos personas murieron y cinco resultaron heridas.
El contexto de violencia empujó a las familias a replantear su estrategia y determinaron no explorar Amacuzac, posteriormente suspendieron las actividades.
La integrantes de la coordinación de la BNBPD coincidieron en que de continuar se elevaría, mucho más, el riesgo que corren las familias.
La lectura que dio la brigada fue en dos vertientes:
“Nos están poniendo el pie para que no sigamos demostrando que sí es humanamente posible, si se quiere, encontrar a las y los desaparecidos”, aseguró Yadira en una conferencia de prensa realizada en el Memorial de Víctimas, que fue colocado en la entrada principal de la sede oficial del Gobierno de Morelos.
“No quieren que sigamos desenterrando la verdad o revelando que no han trabajado de manera adecuada las zonas que ellos ya intervinieron”, remató Angelica Rodriguez.
“Mixtlalcingo es un pequeño pueblo olvidado por la justicia pero no es un hecho aislado, es la realidad de todo un país”, concluyó la Brigada.
La pulsera roja que aviva la esperanza
“Desde que llegué a Mixtlalcingo, en esta segunda jornada, tuve la corazonada de que íbamos a tener nuevos hallazgos”, compartió Gabriela Villa Luna. Ella busca a su hijo Juan Manuel López Villa, secuestrado hace 10 años en Oaxtepec, un poblado del municipio de Yautepec.
Juan trabajaba como repartidor en una empresa de materiales para la construcción.
El 2 de septiembre del 2011 acompañó a su jefe a entregar un pedido.
Antes de llegar a su destino, ambos fueron interceptados y secuestrados.
Gabi, como le llaman cariñosamente sus compañeras del colectivo “Regresando a Casa Morelos”, narró que cuando le avisaron del secuestro creyó que era “una broma de mal gusto”.
La esposa del patrón de Juan recibió la llamada donde le exigían un rescate.
“Le dijeron que en realidad iban por su esposo y como mi hijo estaba con él tuvieron que llevárselo”, recordó con impotencia, mientras caminaba entre las parcelas que meses atrás albergaron sembradíos de sorgo.
La señora Villa Luna no supo muchos detalles de la negociación. Extrañamente la esposa del patrón le negó información y la oportunidad de estar pendiente del proceso.
Un recuerdo que resuena en la cabeza de Gabi es que unas semanas antes del secuestro de Juan, él le regaló una pulsera de hilo de colores rojo, azul y amarillo y le pidió que se la colocara en el pie a la altura del tobillo.
“Me dijo: ‘te traje esta pulsera, póntela para que si te llegas a perder con esto yo te identifico’… yo me le quedé viendo y me dijo ‘no es cierto, mami, nada más es relajo”.
Ambos se rieron y enseguida Juan le mostró uno de sus pies en el que llevaba una pulsera en color rojo.
“Y me dijo ‘mira, yo también tengo una’ y le respondí ‘está bonita…pero ahora yo te regreso la palabra: si te llegas a perder por esa pulsera yo te voy a reconocer’”.
Con una voz quebrada Gabi dijo:
“Nunca me imaginé que fuera a pasar esto”.
Cuando una de sus compañeras le compartió que en una fosa (de la zona 2) uno de los restos localizados tenía en el tobillo una pulsera roja, Gabi no dudó en entrar como observadora.
Ya en la zona, se colocó en la cabecera de la fosa y de frente le quedaban el pie con la pulsera roja.
Ella observaba fijamente la pulsera.
-“Sentía mucha tristeza, no podía dejar de pensar que quizá sea mi hijo”
Estaba impactada, tenía emociones encontradas pero de pronto un pensamiento la repuso de lo que podría haber sido un colapso.
-“También pensé tengo que estar fuerte, no puedo decaer”.
La conversación interna que tenía Gabi sin quitar los ojos de la pulsera fue abruptamente interrumpida por las autoridades.
Edgar, agente del Ministerio Público de la Fiscalía de la Región Oriente, con una voz prepotente, le dijo:
“Esto no es un espectáculo”
Villa Luna se quedó paralizada de coraje. No daba crédito a la falta de sensibilidad del funcionario.
De pronto se empezó a desvanecer y perdió por unos minutos el conocimiento, cuentan sus compañeras.
Gabi se quedó con las ganas de soltarle una bofetada a Edgar y de decirle:
“Para nosotras, las madres que buscamos desesperadamente a nuestros hijos, observar los restos óseos no es un espectáculo. Es una oportunidad de encontrarlos, de saber qué fue de nuestros hijos”.
Gabriela Villa, buscadora.
Desde ese momento, la pulsera roja en el resto óseo localizado en Mixtlalcingo está en la mente de Gabi. Una y otra vez trae la escena en la que su hijo le mostró su pulsera.
A pesar del mal sabor de boca que le dejó el comentario del agente del Ministerio Público en Gabriela,se despertó una luz de esperanza.
“Yo tengo una corazonada, esa pulsera, ese hallazgo, le voy a dar seguimiento, siento que puede ser mi hijo”, comentó mientras me señalaba la fosa.
A pesar de que ella, como cada una de las miles de mamás en este país que buscan a sus hijos e hijas, no pierde la esperanza de encontrar a Juan con vida.
-“También he visto que encuentran con vida a personas desaparecidas hace más de 20 años… lo único que quiero es encontrarlo, saber qué pasó con él y si está muerto darle una sepultura digna”.
Hace unos meses Gabi se tatuó a su hijo en el brazo derecho. Es el rostro de Juan, el tatuaje tiene perfectamente definida la barba, el bigote, una gorra y con unas letras gigantes tiene escrito su nombre.
Los detalles y acabados del tatuaje permiten percibir la mirada de Juan y en ella uno ve los ojos de Gabi.
Ahora Gabi promete un seguimiento exhaustivo al resto óseo con pulsera roja hasta confirmar o descartar que no se trata de su hijo.
Con ritual para compartir vida dicen hasta pronto
1 de diciembre, el último día que la BNBPD estuvo en Mixtlalcingo. Los rayos del sol elevaban la temperatura, un clima característico del oriente de Morelos armonizaba con las parcelas que se tiñeron de rastrojo de sorgo; evidencia de la cosecha que acompañó las diligencias para recuperar el territorio secuestrado por la delincuencia organizada y revelar sus secretos.
Cada fragmento de restos óseos y cuerpos que emergieron de la tierra son frutos del trabajo de las buscadoras.
Pasaban de la cinco de la tarde y estaba por caer el sol.
Todas y todos -familias, ciudadanos solidarios e integrantes de las comisiones de búsqueda nacional y estatal- se reunieron frente a las zonas donde lograron remover la tierra y se congregaron en círculo.
Al centro sobre tres manteles, una ofrenda de pan, tortillas; granos de maíz y frijol; además una copa de agua de jamaica que simula ser vino.
Sarai Hernández, religiosa carmelita misionera de Santa Teresa, inició un ritual ecuménico (con el que se unifican todas las iglesias cristianas) para compartir la vida.
“La fe es la garantía de los que esperan la prueba de lo que no se ve”, expresa la religiosa y pide rezar en unísono. “El padre nuestro de los mártires”.
“Perdónanos cuando por miedo quedamos callados delante de la muerte”, fue la frase que estremeció colectivamente mientras la pronunciaban.
Hubo un espacio para agradecer a los operadores de la maquinaria con la que lograron descubrir las fosas clandestinas.
De pronto se escuchó de fondo la canción “por los que te esperan”.
Saraí, con la biblia en las manos, pidió a las familias colocar la frase “Buscando nos encontramos” sobre uno de los siete listones de colores atados a la sagrada escritura.
Posteriormente, las siete buscadoras debían tomar la punta del listón y caminar siguiendo a la religiosa.
Al llegar a la séptima persona que recibió la punta del último listón, Sarai entregó el libro sagrado a Angelica Rodriguez Monrroy , madre de Viridiana, desaparecida hace 9 años, para que diera lectura a un salmo.
Llegó el momento de compartir el pan y la tortilla y el vino; emulando el cuerpo de Dios y de esa forma compartieron la vida.
El acto conmovió hasta las lágrimas a más de una buscadora.
El rito concluyó entre abrazos para sellar la convivencia y honrar a las personas localizadas en Mixtlalcingo.
El sol empezó a deslizarse lentamente tiñendo de color naranja el cielo.
Sarai, explicó que este rito surge a partir de compartir la vida y que de la palabra emerge la vida.
En Mixtlalcingo ha emergido una verdad que da vida y esperanza a la BNBPD.
Tareas pendientes para las familias y para las autoridades
La conclusión de los trabajos de la BNBPD no es un adiós para Mixtlalcingo. Tampoco para Morelos… es un hasta pronto.
La localidad se convirtió en el mensajero de todas esas personas que aún están bajo la tierra y que hace falta desenterrar.
Las familias aseguran que la información proporcionada indica que aún falta mucho más por encontrar.
Wendy Guadalupe Ruiz Ramírez, comisionada de búsqueda de Morelos, admitió que Mixtlalcingo es una zona que preocupa a las autoridades. Reveló que en total se han localizado 20 fosas, algunas por la instancia que encabeza, la fiscalía estatal y la BNBPD; además han sido rescatados 13 cuerpos y fragmentos de restos óseos.
“La brigada se va pero las autoridades estamos obligadas a continuar el rastreo y localización en las áreas que quedan pendientes en Mixtlalcingo y también en otras localidades”, dijo.
Indicó que por la cercanía de Mixtlalcingo a Cuautla, el municipio que ocupa uno de los primeros lugares con reportes de desapariciones, no se descarta que algunos de los cuerpos y fragmentos correspondan a personas desaparecidas en esa municipalidad.
Edith Hernández, hermana de Israel, secuestrado y localizado en las fosas de Tetelcingo, lanzó un llamado a las autoridades para que recapaciten. En las próximas diligencias a los municipios que quedaron pendientes, pidió, les brinden medidas de seguridad adecuadas.
“Es momento de que nos apoyen realmente y no solo para la foto como ocurrió en esta segunda intervención de la jornada para las familias es importante localizar a nuestros desaparecidos”, indicó.
Edith Hernández, buscadora.
Será el próximo año cuando se programen diligencias especiales para intervenir más municipios.
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Este texto se publicó originalmente en Pie de Página:
Buscadoras desentierran la verdad poco a poco en Mixtlalcingo